Sociedad Historia de un héroe

El maestro que se hizo soldado para dar el ejemplo: La carta a sus alumnos

La mamá de Julio Rubén Cao, un bonaerense ex combatiente de la Guerra de Malvinas que cayó en combate, recordó la historia de su hijo, que murió a los 21 años en la batalla de Monte Longdon. La carta que envió a sus alumnos desde las Islas.
Parte del himno a Sarmiento podría describir la historia del maestro y héroe de Malvinas Julio Rubén Cao: "Por ver grande la Patria tú luchaste, con la espada, con la pluma y la palabra". Y es que el maestro y matancero de La Tablada, docente de la escuela Nº 32 de Laferrere, quiso dejarle a sus alumnos una huella indeleble como su marcador, para el resto de la eternidad. De manera voluntaria, por su patria y su bandera, luchó en la Guerra de Malvinas que se inició el 2 de abril de 1982.

"En la escuela tenía que dar un discurso. Siempre lo recuerdo con sus papelitos borradores que hacía conmigo en casa con mate de por medio. En una parte decía: 'de lo que son capaces los argentinos cuando de defender la patria se trata' ¿Cómo él, luego de escribir eso, no iba a ir a la guerra?", rememora Delmira Cao, su mamá, en diálogo con Crónica.
Julio ejerciendo como maestro antes de marchar a Malvinas.

Y agrega: "No fue voluntario porque amaba las guerras o porque estaba con los militares, todo lo contrario, él era pacifista, amaba a Ghandi y tenía muchos valores. Luego de su discurso a sus alumnos ¿como se iba a quedar?, para él significaba una contradicción".

Julio terminó su secundaria en una escuela con orientación docente en Ciudad Evita pero su papá quería que fuera un profesional de la medicina. Fiel a sus deseos y al llamado de su vocación, el joven que a los 16 años ya daba clases en las villas, le dijo a Delmira: "Mamá no le digas nada a papá,, pero a vos te tengo que decir la verdad. No voy a rendir el examen porque no quiero ser medico".

Y es que él tenía claro que quería llevar con orgullo su guardapolvo blanco y una tiza en mano por el resto de sus días. En enfrentamientos con militares en barrios empobrecidos él repetía: "Yo no hago política, estoy acá para enseñar".
Cao era maestro en la escuela número 32 de Laferrere.

Una vez que decidió anotarse en la carrera para ser docente en el Instituto Padre Elizalde de Ciudadela, empujó a su hermana a anotarse con él y compartir la carrera juntos. "Mirá Graciela, vos no podés dejar de estudiar porque tenés que ser independiente hermana".

Durante su carrera se enamoró de una maestra, Clara Barrios, con la que se casó. En un momento se olvidó de pedir la prórroga y fue cuando estalló la guerra. "Julito veía a sus compañeros pasar en los camiones. Sin dudarlo me dijo 'mamá cómo voy a dejar a mis compañeros solos, me voy, voy a volver y voy a contar la verdad de la historia de Malvinas', yo le decia 'estás loco, tu mujer está embaraza de cinco meses, no Julio' pero no me hizo caso", recuerda Delmira.

En la esquina de su casa de La Tablada, tienen un parque en donde de chiquito había plantado un pinito. "Cuando se fue a Malvinas me dijo 'mamá ya planté el árbol, ya voy a tener un hijo, y sólo me falta escribir el libro. Lo voy a escribir cuando vuelva y contar a mis alumnos la verdadera historia de Malvinas'", asegura la madre y hoy, compañera de los ex combatientes.
El maestro murió a los 21 años en la batalla de Monte Longdon.

Sin querer, o queriendo, con una pluma, Julio en tercer grado de primaria ya escribía su destino: "Qué lindo enseñar, enseñar a leer y escribir, enseñar a los alumnos", redactaba en su cuaderno de clases.

Julio Rubén Cao tenía 21 años cuando le comunicó a su familia que iría voluntariamente a combatir a las islas Malvinas. Partió el 12 de abril de 1982 hacia Puerto Argentino junto al Regimiento de Infantería Mecanizado N° 3 del Ejército. Pero él estaba seguro que volvería.

Finalmente falleció en la batalla del 14 de junio de 1982. No conoció a su hija, quien nació el 28 de agosto, poco más de dos meses después de haber finalizado la guerra. La bautizaron Julia María en honor a su padre.
Julio les escribió a sus alumnos una carta con un claro mensaje de patriotismo.

Cao no regresó, las páginas de su libro quedaron vacías, pero sí se escribieron en el corazón de todos sus alumnos. Antes de su muerte, el maestro y hoy héroe les envió una carta, con letra clara, y un mensaje que nunca olvidarán:

"A mis queridos alumnos de 3ro D:

No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera.
Espero que ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.
Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder.

Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes.
Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes. Julio".
El pino que plantó en la esquina de su casa hoy sobrepasa cuatro pisos, como su bandera, la que desplegó en la Guerra y será por siempre, entre las 649, "la del maestro Julio Rubén Cao que enarboló para todos los docentes de la República".
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