Nada llegó de manera fácil a la vida del cirujano. "Nací en Entre Ríos, en la localidad de Libertador San Martín. A mis papás les costó mucho tenerme. Después de que nació mi hermana, intentaron 16 años hasta que llegué y al poco tiempo nos mudamos a San Nicolás". Su casa estaba ubicada muy cerca del santuario de la virgen y desde chico se las rebuscó para seguir sus sueños. "Mis papás se casaron de muy chicos y siempre la remaron juntos. Ella tenía 16 años y él, 21. Todo siempre fue con mucho sacrificio. Estudié en una escuela pública y nunca pasamos hambre, pero como vivíamos a una cuadra de la iglesia y yo quería ayudar en casa, los domingos cuidaba autos. Lo hacíamos con otros chicos cuando nos dimos cuenta de que se llenaba de gente y que, además, si los lavábamos ganábamos más. Una parte se la daba a mis papás y con el resto invertía en la música que siempre me gustó mucho".
Estudió medicina en Entre Ríos, en la localidad Puiggari, en la Universidad Adventista del Plata, pero nunca abandonó la música: "Es un arte que va directo al corazón, también de mis pacientes a quienes les canto", afirmó. "Desde los seis años toco y cumplí otro sueño: tocar en público, en el subte, desde hace 6 meses. Combino los horarios para escribir, tocar y por supuesto, atender a los pacientes".
En el hospital Argerich de Buenos Aires donde trabaja, genera diariamente una relación muy fuerte con las personas que atiende. Para él es algo normal que hace 50 años era cotidiano. "Para Navidad y Año Nuevo pedí permiso para organizar una cena en los pasillos con los pacientes que quedaban internados. En el medio tuve que operar y recién pude reunirme con ellos a las 23.45. Yo estaba muy triste porque, si bien el paciente se había salvado, había perdido la pierna. Recuerdo que fueron ellos los que me levantaron el ánimo a mí". Con los turistas el trato no fue diferente. Tanto con Joseph Wolek, a quien invitó a cenar en Año Nuevo a su casa y con el que programa verse este verano, como con Christoffer Persson a quien despidió junto al equipo de médicos que le salvó la vida, quedó una relación excelente que excedió claramente el vínculo médico - paciente. "No hice nada fuera de lo normal con ellos, pero sí hubo algunas casualidades. Creo que hay un mensaje que mostrar. En diciembre, sucedieron estos dos hechos horribles y con ambos nos reunimos para despedirlos de la Argentina. Son cosas muy tristes que nos han sacudido como país y lo último que quiero es que se naturalice. Yo quisiera que se entienda que fue horrible y que hay que terminar con la violencia".
Una de sus frases de cabecera es la que le dijo su madre: "Si tenés la oportunidad de soñarlo, también de lograrlo". Con esa idea como estandarte de su vida, educa a sus tres hijos que viven junto a él y su esposa en Pilar. También lo transmite a las personas con las que se cruza circunstancialmente y les recuerda que para todo en la vida hay que esforzarse. "Seguramente muchos chicos están en la misma situación por la que pasé yo y piensan que no tienen posibilidades. Yo digo que la fe mueve montañas y hay que hacer mucha fuerza; yo les aseguro que con constancia se van a mover". (TN)