Sociedad En playas argentinas

Cambio de hábito: Aseguran que en la playa se consumen alimentos saludables

Por primera vez se venden tantas bebidas sin azúcar y las ensaladas como sandwiches de jamón y queso y de milanesa. Además, creció considerablemente el consumo de frutas.
La industria cinematográfica tiene esos tanques que recaudan millones en las taquillas. La industria editorial tiene autores que se vuelven best-sellers apenas salen sus últimos libros. En la industria gastronómica de la playa también hay clásicos de todos los tiempos: waffle con dulce de leche, choclo con manteca, rabas con cerveza, licuado de banana pasadas las seis de la tarde. Y sin embargo, la dieta saludable viene marchando: este verano, hay restoranes de playa que venden más ensaladas que porciones de papas fritas, puestos de comida orgánica que duplicaron sus ventas respecto del año pasado y otros en los que los sándwiches vegetarianos -por primera vez, dice su encargada- se venden más que el clásico de jamón y queso.

"Todos los días traemos frutas a la playa: uvas, manzanas, duraznos. Y al mediodía intentamos comer lo más sano posible para no sentirnos pesadas en la playa y no sentir calor. Y tomamos bastante agua, para compensar si la noche anterior tomamos alcohol", describe Sol, portavoz de un grupo de amigas de Azul, provincia de Buenos Aires. Tres de ellas pagaron $130 cada una por una ensalada que ahora comen sobre las lonas, mientras otras comen las frutas que trajeron: es casi el doble de los $70 que cuesta un pancho con papas. "Si almorzás un plato pesado, después querés dormir y no está bueno sentirse así", agrega Francisca.

Julieta, de 24 años y de Núñez, y Tamara, de 29 y de Olivos, almuerzan en un restorán playero: una pidió ensalada, la otra cambió la guarnición de una milanesa por vegetales. "Aunque sea evito las papas fritas: intento comer más liviano", explica la mayor de las amigas. "Antes a la tarde comía churros, ya no: licuado de frutas con agua y edulcorante. Son pequeños cambios y está bueno mantenerlos en vacaciones", dice Julieta.

Esos pequeños cambios que algunos turistas hacen en sus hábitos alimenticios repercuten más globalmente en las ventas de los restoranes y puestos gastronómicos. "Aún abundan los pedidos de sándwiches de milanesa o hamburguesa, pero cada vez hay mas clientes que piden una opción saludable. Se duplicó entre el año pasado y este, incluso las de ensaladas que cuestan más que una hamburguesa. Y cayó la venta de gaseosas: quieren sin azúcar o aguas saborizadas light", dice Gabriel, encargado de un bar de playa.

Leandro Elías atiende un puesto de licuados, comidas rápidas y ensaladas desde hace 20 años. "De cada diez platos, la mitad son minutas y la otra mitad ensaladas. Es de este último tiempo, en el que tres de cada diez personas me piden que el licuado sea sin azúcar y otro tanto con edulcorante", cuenta. Un día de sol vende 200 ensaladas de fruta: cada una sale $90, más de los 70 que cuesta un waffle.

"Imposible desterrar la raba con cerveza. Pero este año por primera vez vendo más ensaladas que papas fritas", cuenta Mauricio, encargado de un restorán de Playa Grande. "De cada cuatro bebidas, tres sin azúcar. Además se venden muchas limonadas y en varias nos piden que no les agreguemos azúcar", agrega.

En un puesto playero de comida orgánica, donde lo más pedido es una ensalada de pollo de granja, palta, champignones y rúcula que cuesta $135, las ventas se duplicaron respecto del año pasado. Otro local acusa recibo de que hay clientes con hábitos más sanos que antes. "Por primera vez ofrecemos bebidas que mezclan hortalizas, verduras y frutas, y se están vendiendo muy bien", dice Nora, su encargada. Allí, el 60% de las bebidas que se venden son sin azúcar. Y aunque el waffle de dulce de leche goza de una vigencia indiscutible, es el primer verano en el que los sándwiches vegetarianos se venden más que los de jamón y queso.

Nada interrumpe los gritos que avisan que hay churros y palito, bombón, helado. Son muchos los que no resisten a la tentación: un churrero de Playa Grande vende 35 o 40 docenas en un día exitoso. Pero -se nota en la oferta de los restoranes- son cada vez más los que prefieren cuidarse.
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