Ese epicentro se calculó contemplando la última velocidad informada por el ARA San Juan el miércoles 15 a las 7.30, y con la confirmación de que tres horas después, en la ruta que el submarino debía seguir hacia Mar del Plata, se produjo una explosión. Hubo que trabajar cuatro días para que la popa del Sophie Siem pudiera albergar el mini-submarino: subirlo demoró 12 minutos, y pudo hacerse una vez que amainaron las ráfagas de viento de hasta 90 kilómetros por hora.
En el área de búsqueda trabajan 14 buques y 3 aeronaves, que a través de radares, sonares y sondas multihaz, rastrean el fondo marítimo y la superficie. Sobre la posibilidad de encontrar el ARA San Juan en flotación, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, sostuvo ayer: "Es muy baja la probabilidad, aunque existe la posibilidad". A esa dotación de búsqueda y rescate se le sumará también un vehículo sumergible ruso que partirá hacia el área de operaciones apenas las condiciones meteorológicas permitan el amarre de una corbeta argentina en Comodoro Rivadavia, que luego lo trasladará mar adentro. "Recién en tres días", informó la Armada, llegará a esa misma zona el vehículo sumergible teledirigido Panther Plus, también de origen ruso: es más voluminoso, puede sumergirse hasta los 1.000 metros de profundidad y llegó a Comodoro Rivadavia en el avión Antonov, uno de los más grandes del mundo. El Panther Plus puede descubrir, a través de cámaras blanco y negro y a color, objetos sumergidos de hasta 300 metros: el ARA San Juan mide 66. La fuerte intensidad de los vientos se extenderá hasta mañana y puede demorar las distintas fases del operativo de búsqueda.
Consultado por el estado de las baterías del submarino, cuya avería se reportó desde el ARA San Juan antes de que se perdiera su rastro, Balbi sostuvo: "Lo que se recicla en las baterías del submarino son las vasijas, es decir, las carcasas; todos los insumos son nuevos".