La escena que registró la mujer en su casa de Gilbertville, Massachusetts, comienza con una maceta tirada sobre una silla. Algunas de las plantas de marihuana que contenía habían sido arrancadas.
Al seguir el rastro de la tierra que estaba desparramada por todos lados, encontró la causa del incidente. Uno de sus gatos, que evidentemente se había comido las hojas, estaba tirado debajo de una silla, con las extremidades extendidas. Apenas se movía.
Su cómplice, el segundo gato, parecía más activo. Probablemente participó de la destrucción, pero tuvo la suficiente inteligencia de no ingerir nada.