Eso fue hace poco más de un mes, luego de que Tomás y Axel, su compañero de departamento y también estudiante de Psicología, se encontraran con el triste panorama laboral de Mar del Plata: la oferta de empleo está muy por debajo de la demanda y los trabajos que podrían llegar a realizar les impedían estudiar por las cargas horarias.
Así fue como resolvieron dedicarse a la venta ambulante. Tomás tiene su parada habitual en San Juan y Colón y Axel, a una cuadra de distancia, en Olazábal y Colón. Los dos venden lo mismo: seis paquetes de carilinas a 25 pesos. "Soy estudiante de Arquitectura, ¿me ayudás?", dice el cartel que lleva en el pecho y que llama la atención de más de uno. "Al principio nos daba un poco de vergüenza pero después pasa", reconoce el joven en diálogo con 0223.
Según cuenta, los conductores suelen preguntarle si es cierto lo que dice el cartel anaranjado que cuelga de su cuello. "El otro día me detuvo uno para preguntarme qué profesores tenía en Diseño, por ejemplo. Hasta que en un momento me dijo que él había estudiado en la Unmdp, es decir, me preguntaba para saber si estaba diciendo la verdad", se ríe. También se cruzó con otro arquitecto que le encargó que le dibujara unos planos. "Ya los hice y se los entregué", asegura, con entusiasmo.
"Hay algunos que me alientan a seguir, a no dejar la carrera; otros me dicen que vaya a trabajar, como si esto no fuera un trabajo", cuenta, y aclara que no le molestan esos comentarios porque "todo el mundo puede tener un mal día".
-¿Cómo llevás la carrera?
-Bien, al día, pero por estas cosas a veces no le puedo dedicar todo el tiempo que me gustaría. Es muy costosa por los materiales y si no vengo a trabajar, no puedo comprarlos.
Tomás planea terminar el año de cursada e ir a visitar a su familia para las fiestas. "Tengo una hermanita de 10 meses; la última vez que la ví tenía apenas 3", explica, y advierte: "Le prometí a mis padres que iba a ser arquitecto y acá estoy; sé que el esfuerzo valdrá la pena".