Particularmente, del sol y la luna. A veces la posición de alguno de ellos, en un determinado momento y desde un determinado lugar puede ser un dato fundamental para la Justicia; por ejemplo, puede que una persona haya declarado que la luz solar lo cegó y eso ocasionó un choque, o que la noche estaba demasiado oscura y no sabía bien hacia dónde efectuó un disparo.
"Resuelvo tres o cuatro oficios por año. Son pedidos de jueces, fiscales y secretarios para que yo informe la ubicación del Sol en el cielo, o el grado de iluminación nocturna", contó la especialista. La mayoría son por accidentes automovilísticos, pero el primer oficio que le tocó responder fue por un homicidio, en 1987.
"Estaba muy nerviosa. Sentí una gran presión porque si yo hacía mal los cálculos, la Justicia podía condenar a una persona inocente. Así que, después de chequear la información, le di los datos a mi jefe para que los corrobore también él", recordó y señaló: "Al lado de los colegas genetistas, de los antropólogos forenses, mi aporte es humilde. Pero es una manera de hacer una astronomía con los pies en la tierra".