Fernández aseguró que América Latina vive "un día aciago" porque "en Bolivia se interrumpió la democracia" y dijo que desconoce cómo terminará la "crisis social" en el vecino país. "Las cosas se hicieron de tal modo que generaron una crisis social y un enfrentamiento tan grande que uno no sabe dónde termina", alertó.
El presidente electo expresó que tiene una "gratitud eterna" para con el jefe de Estado mexicano, Andrés López Obrador, por facilitarle asilo a Evo Morales, y también destacó la asistencia ofrecida por los presidentes de Perú, Martín Vizcarra, y de Paraguay, Abdo Benítez, por "haber ido en socorro del agredido", en referencia al saliente mandatario boliviano.
Con ellos tres, Fernández se comunicó telefónicamente en la noche del domingo para gestionar ayuda política, horas después de la renuncia del mandatario boliviano. Al mandatario peruano le reconoció haber habilitado el espacio aéreo de su país para que un avión mexicano pudiera acercarse para recoger a Morales y a miembros de su grupo político, mientras que a Benítez le agradeció por ofrecer asilo, opción que finalmente no fue utilizada, ya que la alternativa que prevaleció fue la de México.
Además de comunicarse con los presidentes latinoamericanos, Fernández tomó contacto telefónico con el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, quien presentó su dimisión junto a la de Morales a raíz del ultimátum de las Fuerzas Armadas bolivianas.
En el marco de la charla en torno al libro "Política y elecciones en América Latina. Una guía progresista para campañas electorales", que presentó junto a las dos autoras, Gisela Brito y Ava Gómez Daza, Fernández trazó una equivalencia entre el progresismo y el peronismo.
"Los peronistas somos algo así como progresistas desvergonzados. Decimos lo que creemos. Nos plantamos, nos abrazamos con lo que nadie quiere que se abracen. El progresismo en otras latitudes de América Latina tiene más cuidados, más prevenciones. Seguramente porque ninguno tuvo un movimiento de las características del peronismo", analizó.
Para Fernández, "el primer punto es entender que el progresismo tiene que tener muy claro qué intereses representa", para que no suceda como en México donde el PRI, que nació como "el partido de la revolución" terminó siendo "el partido neoliberal por excelencia".