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El Congreso sigue parado, a la espera del llamado a sesiones extraordinarias

A excepción del personal administrativo y técnico que realiza sus rutinas cotidianas, y de un puñado de asesores que justifican sus cargos, los pasillos del Palacio Legislativo lucen desiertos.
En "modo hibernar", hasta que el Gobierno oficialice el llamado a sesiones extraordinarias para diciembre, el Congreso se mantiene sin mostrar signos de vitalidad, luego de que ambas cámaras desistieran de sesionar la semana pasada, en medio de un clima tensionado entre Cambiemos y la oposición peronista, pero también al interior de la propia tropa oficialista.

A excepción del personal administrativo y técnico que realiza sus rutinas cotidianas, y de un puñado de asesores que justifican sus cargos, los pasillos del Palacio Legislativo lucen desiertos e impolutos, muy lejos de las ajetreadas jornadas de pre-sesión en las que se discuten proyectos de envergadura.

Postales de un Congreso estancado que puso el freno la semana pasada, cuando en Diputados la unión de todas las facciones del peronismo para arrebatarle una banca al oficialismo en el Consejo de la Magistratura puso en jaque una sesión que nunca vería la luz.

En el Senado, la decisión de no abrir el recinto la última semana del período ordinario se debió a que la oposición contaba con los votos para derogar el decreto que eliminó el Fondo Sojero y, en ese contexto, el oficialismo prefirió no exponerse a cerrar el año con una derrota, a días de que se reúnan los líderes del G20 en Costa Salguero.

Según supo NA, las negociaciones que se suceden en el despacho del presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, apuntan a sesionar la segunda semana de diciembre con un temario encorsetado a la medida de la agenda del Gobierno.

El menú del temario incluye, como prioridad absoluta, la reforma a la ley de Bienes Personales, para excluir de ese gravamen a quienes posean un inmueble con destino a vivienda única familiar que no supere los 18 millones de pesos.

También su sumaría el proyecto "antibarras" para mitigar las críticas por el fallido operativo de seguridad en la "Superfinal", algunos proyectos sin controversia, y un bonus track: la reforma a la ley de financiamiento electoral a los partidos políticos.

Esta última iniciativa, sin embargo, podría empantanarse si Cambiemos y el bloque Justicialista, que coinciden en buena medida en la intención de dar luz verde a los aportes empresarios, no resuelven las diferencias sobre aspectos técnicos del proyecto.

Si así fuera, el debate podría "patearse" para marzo, con la campaña electoral 2019 encima y sin demasiado margen para disquisiciones largas.

En este marco, la expectativa del Gobierno es dejar pasar estas dos semanas para que la estridente interna entre el PRO y el radicalismo que se avivó al calor de la polémica por el Consejo de la Magistratura (la UCR perdió una banca que de antemano contaba para el cordobés Mario Negri, y culpó al oficialismo por "impericia") baje varios decibeles.

Creen que para la segunda semana de diciembre, ya pasado el G20, el vínculo estará medianamente recompuesto y habrán nuevamente condiciones de sesiones en base al consenso entre las partes, algo imposible en medio de la crispación de los días pasados. .
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