Así, con una causa a cargo de la Justicia federal de Tandil, con el juez Gabriel di Giulio, el fiscal Santiago Eyherabide, más la colaboración de la PROTEX, el ala de la Procuración que investiga, precisamente, trata de personas, la buscaron. Un cruce de Interpol reveló su nuevo pasaje. En Ezeiza, la encontraron. Anabela declaró allí durante horas ante especialistas del Programa de Rescate de Víctimas, un testimonio que se extendió más allá de la madrugada. Se mostró dispuesta, pero firme en una decisión: no volverá a Tandil, no quiere.
Mientras tanto, la causa en la Justicia federal continúa con un dato clave: su pasaje, confirman altas fuentes del caso, fue comprado desde México con una tarjeta de crédito. Quién lo compró definirá qué hay detrás de la salida de la joven de Tandil.
Por otra parte, Anabela no se fue de Tandil sin avisar: dejó una larga carta dirigida a su madre. Infobae accedió a parte de sus contenidos, que hablan de un conflicto entre ambas, así como de un factor inesperado.
En la carta, aseguraban fuentes del caso, Anabela afirmaba que se iría del país, que ya volvería a contactar a su familia, que no la buscaran. Su relación con su madre se había vuelto algo tensa en los últimos meses. Ambas, según investigadores, compartían un espacio común: una serie de estudios esotéricos, con una posible participación en un grupo local.
“Algo de la ‘vibración cósmica’”, refiere una fuente. La joven, por otra parte, enfrentaba problemas psicológicos. Otros familiares declararon. Por sus redes, por lo que publicaba, parecía evidente que su destino era México.
La situación se aceleró en los últimos días. Anabela cortó todo contacto, cerró sus redes y se fue.