Policiales Usaban menores para vender

Condenaron a una mujer y su madre que dirigían una banda narco en Paraná

Analía "La Kika" Guillerón, su madre Gisela Bobillo y su banda, fueron condenados por usar menores para transportar y vender droga en barrios de Paraná. Dos hermanas eran las encargadas de trasladar y fraccionar la droga.
Con la jefa en el barrio Lomas del Mirador II, y revendedores en otros sectores de la ciudad de Paraná, y en la localidad de Hernandarias, una banda traficaba marihuana y cocaína con un aceitado sistema de provisión, distribución y venta al menudeo. Pero lo más grave que se detectó en la investigación de la Policía Federal fue que dos chicas menores de edad eran coaccionadas para realizar distintas tareas como el traslado y el fraccionamiento de sustancias. Analía Beatriz Kika Guillerón y otras seis personas fueron condenadas a prisión efectiva tras un juicio abreviado en el Tribunal Oral Federal de Paraná.
Venta en el Lomas
La investigación se inició a mediados de febrero de 2017 por una denuncia en el Ministerio Público Fiscal Federal, de una persona que pidió preservar su identidad. Contó cómo una tal Kika vendía porros, cocaína y pastillas en una vivienda de calle Quinquela Martín del Lomas del Mirador II. Refirió que la casa tenía el cartel de una tienda que decía 'Indumentaria San Expedito', a modo de pantalla, y adentro estaba acondicionada con cámaras para monitorear los movimientos del exterior. La mujer, rubia y con rastas hasta la cintura, se manejaba en un auto por distintos lugares de la ciudad y contaba con un puesto en el mercado de Las Pulgas.
Una santería como fachada
La Delegación Paraná de la Policía Federal desarrolló diversas tareas que permitieron constatar lo que se apuntaba: en la vivienda del Lomas encontraron la tienda en una casa con el frente de ladrillos, y observaron a la sospechosa que iba en un auto Ford Ka negro hacia el barrio 4 de Junio. En esa vivienda constataron el arribo de numerosos clientes, caminando, en autos y motos, quienes realizaban gestos de pasamanos con quienes los atendían.
Además, se observaron "soldaditos" que actuaban como custodios o campanas en la vereda de la vivienda.
El traslado en remise
También divisaron en el lugar un rodado Chevrolet Classic, perteneciente a la flota de una remisera de Paraná, conducido por un hombre robusto y de cabellos claros, quien era el encargado de trasladar la droga. A su vez, identificaron a un colaborador de Kika y a familiares de la mujer que fraccionaban la droga en viviendas del barrio El Morro.
En diciembre de 2017 se ordenaron allanamientos a los domicilios donde secuestraron drogas, dinero y los vehículos utilizados en las operaciones delictivas.
No identificaron a los proveedores
En la causa logró probarse que, tanto la cocaína como la marihuana que se comercializaba, eran distribuidos por orden de Analía Guillerón, quien la adquiría de proveedores varios y que no fueron identificados; para luego entregarla personalmente o por medio de sus asistentes y colaboradores, a Walter Maximiliano Faes, vendedor de los tóxicos, principalmente en calle Quinquela Martín, a quien sucedía en la actividad Milton Micael Guillerón, quien desde su domicilio extendió la empresa al barrio Hijos de María, puntualmente en calles Quinquela Martín y Andrés Longo.
El brasilero
Todos actuaban siempre bajo la dirección de Kika, quien a su vez se contactaba con su madre, Gisela Paola Bobillo, quien resguardaba la droga en la ciudad de Hernandarias para luego llevarla a un domicilio del barrio El Morro de Paraná, que habitaba ocasionalmente.
Por otro lado, Cándido Alves Pinheiro era el remisero que transportaba la cocaína y la marihuana en escasas cantidades desde Paraná hacia Hernandarias, bajo las órdenes, directivas y acuerdos entre Analía Guillerón y Gisela Bobillo. Se trasladaba usualmente de manera semanal, valiéndose de las hijas menores de Bobillo.
Droga con menores
Los transportes se hacían en autos de propiedad de Alves Pinheiro, por ejemplo en el rodado Chevrolet Classic, y en un Fiat Mobi blanco. Pero también lo hacía en la línea de colectivos interurbanos, para lo cual enviaba a las menores de edad, juntas o separadas. El hombre las llevaba hasta la terminal de ómnibus de Paraná y controlaba que subieran al micro. Una vez que llegaban con el tóxico a Hernandarias, Bobillo organizaba su venta en cantidades pequeñas. En esta ciudad, Juan Eduardo Vargas guardaba o almacenaba la droga, y a su vez la mujer obligaba a sus hijas a fraccionar las sustancias.
Todos fueron detenidos y procesados
A Bobillo se le acumuló una causa anterior, porque el 11 de mayo de 2018 la Policía de Entre Ríos allanó su domicilio en calle Guido Marizza de Hernandarias y encontró una escasa cantidad de droga, por lo cual la acusaron por Tenencia simple de estupefacientes, publicó Uno.
Finalmente, se realizó un juicio abreviado en el Tribunal Oral Federal de Paraná, donde las partes acordaron penas de prisión, y el juez Roberto López Arango lo homologó en una sentencia.
Las penas más altas fueron impuestas a Analía Guillerón y su madre Bobillo, de seis años de prisión efectiva por el delito de Comercialización de estupefacientes agravado por servirse de menores de edad y con intervención organizada de tres o más personas.

Como partícipes secundarios del delito fueron sentenciados Milton Guillerón, a cinco años de prisión; Vargas, a cuatro años y 10 meses de cárcel; en tanto que Emilio Sánchez, Alves Pinheiro y Faces aceptaron purgar cuatro años y medio de encierro en la Unidad Penal N° 1 de Paraná.
La condena incluyó el decomiso de las motos secuestradas en la vivienda de Kika, (una Honda XR, y una Honda Tornado), el Fiat Mobi de Alves Pinheiro y el dinero secuestrado en las viviendas allanadas, casi 70.000 pesos, que será afectado al pago de la multa
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