A Lily la asesinó de tres disparos. Uno ingresó por el tórax y perforó el pulmón y el corazón, provocando su muerte en forma inmediata. Utilizó una de las armas que había denunciado como robada, el revólver calibre 38. A su madre, Pyrhia, las pruebas forenses indican que la golpeó y arrastró su cuerpo, debido a que había lesiones en la cadera y en los brazos. "La autopsia denota que hubo una lucha, signos de defensa", indicaron los investigadores. Y ahora la Fiscalía confirmó que la causa de la muerte fue "estrangulamiento con un lazo".
Para esconder los cuerpos, el asesino atravesó hierros en los cadáveres de las mujeres y los enterró en una habitación subterránea. "Al ser post mortem, no se puede tener como un agravante del delito. Obviamente estas situaciones se valorarán luego para meritar a futuro en una pena, riesgo procesal", explicó la fiscal de homicidios Claudia Ríos, quien llevó adelante la investigación e imputó a Gil Pereg por "homicidio agravado por el vínculo en concurso real" (en el caso de su madre) y "homicidio simple" (por su tía). Saroussy era funcionaria de un ente recaudador israelí y Pereg era profesora de microbiología en la Universidad de Nueva Inglaterra, en Australia. Compañeros de la docente aseguraron que su hermana le insistió para que la acompañara a Mendoza para visitar a Gil Pereg. Llegaron el viernes 11 de enero y desde el día siguiente nada más se supo de ellas. Gil Pereg está detenido en el penal mendocino de San Felipe. Està aislado en una celda, sin tomar contacto con otros presos. Insiste, a través de una carta presentada por sus abogados, en llevar a sus gatos a su celda, con quienes dormía en el piso y compartía sus días. Las autoridades del penal consideran que es imposible porque agravaría las condiciones de higiene de la cárcel.
Clarín.