Este año, la celebración patronal lleva por lema “Virgen del Rosario, Madre Nuestra ¡enséñanos a ser fieles al Amor de Dios!”. El miércoles 28 de septiembre, comenzó la novena en honor de la patrona. Cada día, los predicadores ofrecen reflexiones sobre la sinodalidad y el camino sinodal emprendido por las Iglesias particulares tras la convocatoria del papa Francisco. Las misas en la catedral durante el tiempo de novena son, de lunes a viernes, a las 10 y a las 19. El sábado 1° de octubre habra misas a las 10, 17.30 y 19, y el domingo 2 a las 9.30, 11 y 19.
El último día de la novena y en vísperas de la fiesta arquidiocesana, el jueves 6 de octubre, habrá misas a las 10 y a las 19. En tanto, habrá adoración eucarística a las 10.30 y a las 19.30.
El viernes 7 de octubre, desde las 10, se llevará a cabo la caravana con la imagen histórica de Nuestra Señora del Rosario, patrona y fundadora de Paraná, y llegará a las 17 al atrio de la catedral local, donde Monseñor Juan Alberto Puiggari presidirá la misa central.
Oración a Nuestra Señora del Rosario de Paraná
Santísima Virgen del Rosario: amada por Dios desde toda la eternidad, viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado para ser Madre de Jesús y Madre nuestra. Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios, respondiste sí a la invitación divina, y el Verbo se hizo carne en tu seno virginal. Desde entonces comenzaste a vivir en íntima comunión con Él los misterios todos de su vida y te convertiste en Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y de la Gracia. Junto a la cruz bebiste con tu Hijo Dios el cáliz amargo del dolor y unida a Él mereciste para todos los redimidos la Vida eterna. El Espíritu Santo descendió en Pentecostés nuevamente sobre ti y te consagró Madre de la Iglesia. Coronada ahora en el cielo como Reina y como Madre de todo lo creado, tu corazón continúa aquí sobre la tierra: en él confiamos. Madre del Rosario, acércate aún más a nosotros. Te pedimos por los que no tienen Fe o rechazan tu luz. Por los que no aman. Por los
que no tienen pan o no tienen techo. Por los enfermos y por los sanos. Por los que viven angustiados o sufren sin esperanza. Por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas.
Santifica y fortalece al Papa, el dulce Cristo en la tierra, a los obispos y sacerdotes, a todos los llamados a seguir más de cerca a Jesucristo: enciende en sus corazones un fuego que jamás se extinga. Madre del Rosario: únenos a ti en la tierra y llévanos contigo al cielo. Así sea.