“Son plazos cortos de crecida”, aseguró y se mostró esperanzado a lo que pueda acontecer “con las lluvias de octubre”. Para Romero, la extraordinaria bajante del Paraná se debe a que “la región está muy cambiada por la destrucción de nuestros recursos naturales”. “Las lluvias provienen de los bosques, la selva, la amazonia boliviana y la parte del Paraguay; si estos lugares son modificados, las lluvias serán cada vez menores”, analizó.
Desde la loma de arcilla que se acumuló en siete u ocho años en la dársena del puerto, el ambientalista alertó que “desde la acumulación de arcilla y árboles de sauce queriendo nacer en ese renovar, se dragaron seis metros hacia abajo”.
“Son sedimentos que acarrea el río Paraná y cuando pierde velocidad, decanta la arcilla”, comentó al apuntar que por esta situación “los barcos no pueden salir, y el único precedente es de hace 70 años atrás”. “Van cinco años de bajante, con alturas por debajo de los promedios y menos cantidad de peces en el río, lo que es un gran problema para los que dependen de la pesca, pero se sigue exportando”, evaluó al recomendar: “Habría que darle una pausa al río, dejarlo recuperarse, porque lo necesita”.
“No me olvido de cuando Menem decretó la explotación del sábalo en el río Paraná y hoy estamos sufriendo las consecuencias”, rememoró al instar por una educación ambiental a los alumnos desde temprana edad.
“El río merece un descanso”, remarcó y bregó por un reconocimiento y complementos laborales para los pescadores artesanales, además de la sanción de una ley para la protección de los humedales. “Al quemar los humedales destruyen un recurso vital para la vida del río”, sentenció. (Elonce)