Y la felicidad se vivió en las calles apenas Argentina levantó la Copa. En cada rincón del país se escuchó ese grito de alivio. Bocinazos, gritos y cohetes hasta largas horas de la madrugada.
Las familias mostraron a Elonce cómo se vivió la inconmensurable felicidad desde sus casas. Chicos y grandes se dieron el gran gusto. Con lágrimas en los ojos y las caras pintadas de celeste y blanco, en cada hogar, la ciudad de Paraná se fundió en un inmenso abrazo de triunfo.