Paraná Terribles detalles

El relato de la joven que denunció por presunto acoso y abuso a un peluquero

La joven que denunció por abuso a un peluquero de Paraná realizó un pormenorizado relato sobre lo ocurrido en el local de la zona céntrica. Afirmó que le masajeó la espalda, le desprendió el corpiño, le bajó la pollera y le tocó la cola.
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Crédito: Archivo
La Justicia de Paraná y también la de Rosario llevan adelante sendas investigaciones en las que está implicado un reconocido peluquero. De acuerdo con el relato, el acusado le habría realizado masajes sin su consentimiento a una joven en el local. Ella dio cuenta de que el mismo le masajeó la espalda, le desprendió el corpiño, le bajó la pollera y le tocó la cola.

La llegada a la peluquería
La misma detalló que tenía turno en la peluquería a las 16 horas para hacerse reflejos. "Mi madre me llevó en su auto y me dejó en la puerta. Voy a esa porque ella es clienta hace bastante tiempo y nos atendemos juntas. Esta vez, por suerte, fui acompañada con mi prima", comenzó.

Después de comentar que le enjuagó el cabello y le puso los papeles de aluminio con la tintura, expresó que "para cuando todo comenzó eran alrededor de las 5 de la tarde, estábamos solos los tres. Hasta ese momento no sentí nada extraño".

Charlas
Relató que hasta entonces no "no paramos de charlar" y en eso les ofreció tomar: "¿Quieren tomar algo?. ¿Un café, un té, unos masajes?", las habría interrogado, ante lo cual la joven optó por un café, mientras que su prima no quiso tomar nada.

"Seguimos hablando de cosas banales. Si bien no me pareció extraña aquella propuesta de los masajes, algo en mi interior sentí, algo difícil de explicar, que duró unos pocos segundos y luego se fue, quizá lo borré", contó la chica.

Y continuó: "Llegó el momento de enjuagarme el pelo y retirar los papeles de la parte posterior, los de arriba tardan más, así que entre enjuague y enjuague también se dejan unos minutos de descanso. Fue en ese primer enjuague cuando, entre sonrisas, un poco bromeando y un poco con lenguaje amigable, o mejor dicho, un lenguaje de confianza, como si fuera algo más que una clienta, como si fuera quizá ¿su amiga?, dijo: No me aceptaste los masajes". Y expresó que ella pensaba que se trataba de una broma, pero que él le insistió: "Bueno, después te hago".

Los gabinetes de depilación
"Me hizo un baño de crema, todavía sin sacarme los aluminios de arriba. En la entrada pasando por donde el sillón en que estaba (NdR: su prima) y posteriormente por los sillones, espejos y los asientos donde se lavan la cabeza, hay una puerta que da a un cuarto apartado, un cuarto de durlock sin ventanas en el que solo hay una camilla, una repisa con cremas y nada más. (Los gabinetes de depilación). Me llevó a ese cuarto encerrado, donde pasamos a estar solo yo y él. Mi prima mientras tanto esperaba sentada en el sillón del salón. La misma sensación recorrió mi cuerpo, solo que ahora duró más tiempo", recordó.

La joven sostuvo que el peluquero le pidió que se recueste boca abajo: "Me recosté, vestida, y comenzó a masajear la espalda".

"Acá estás llena de nudos. Respira hondo", le habría dicho.

Los masajes
La mujer detalló que "comenzó a hacerme masajes y su respiración comenzó a agitarse. Mientras me preguntaba si me gustaba me subió la remera y comenzó a meter sus manos en mi espalda. Un rato después, sin siquiera preguntarme, desprendió mi corpiño y siguió masajeando. Comencé a sentirme totalmente paralizada, vulnerable y mi garganta comenzaba a enredarse. Yo tenía puesta una pollera de tiro alto color blanca, con un cinto. Haciendo fuerza para bajarla, porque tenía el cinto ajustado, bajo mi pollera hasta la altura de las rodillas y comenzó a hacerme masajes en la cola. Yo estaba completamente congelada, vulnerable y no pude siquiera responder ante mi incomodidad, mi malestar y asco. Él siguió masajeando cada vez más fuerte y me pasó las manos por la cola, subió por la espalda y siguió masajeando los costados de las te. . . , primero con las yemas de los dedos, luego con las manos enteras", describió.

Reveló que el hombre le pidió: "Ponete de costado". Ante ello, "yo no podía responder nada, estaba confundida, seguía congelada. El seguía haciéndome masajes, mientras hablaba sobre otros peluqueros", explicó la chica.

Después le habría indicado que se sentara: "Me senté en la camilla y cuando estaba por ponerme el corpiño, él se limpió la crema de las manos y me dijo que no me lo subiera. Yo le hice caso y así, con la pollera a media altura, el corpiño desprendido, me hizo parar de espaldas, me abrazó con sus enormes brazos e hizo sonar mi espalda. Quería que me relajara, pero me era imposible".

"Si mi mujer se entera me mata"
Tras ello, "salimos al salón nuevamente, terminó de enjuagar mi pelo y entre esas charlas hablamos sobre masajes. Le conté que mi madre también lo hace. Mi voz ya no era la misma, estaba temblorosa, entrecortada y aun sin reacción. No podía procesar lo que acababa de pasar. Estaba en modo zombie", contó. Y afirmó que el peluquero la instó: "Esto queda entre nosotros. Si mi mujer se entera me mata".

"¿De qué? Me pregunté en ese momento. Secó mi pelo y mientras tanto lo llamé a mi papá, le pagué y salimos con mi prima camino a casa. Mi papá estaba esperándome en la puerta. Yo tenía un nudo en la garganta y lo tuve durante toda la tarde hasta que le hablé a mi hermana. No soy de andar sola en la calle, hasta tengo miedo de tomar un colectivo", manifestó.

"Eso se llama abuso, que acá y en la China"
"Cuando mi hermana me dijo que sí, que eso se llama abuso, que acá y en la China lo que este tipo hizo fue un abuso, que habían abusado de mí, de mi inocencia, de mi edad (18 años recién cumplidos), de mi confianza enseguida sentí un baldazo de agua helada encima: ese nudo en la garganta era mi cuerpo vulnerable, mi cuerpo solo, con miedo. Esa tensión era miedo. Tenía miedo de que me aten, miedo de que me golpeen, la cabeza siempre te juega peores pasadas. Y si alguien siquiera se da el lujo de reflexionar sobre si realmente fue abuso, quiero que piensen ¿acaso es normal que un peluquero, no un masajista, te lleve a un cuarto aparte, baje tu pollera y desabrocho tu corpiño sin siquiera preguntarte y manosee todo tu cuerpo?. Si no fue abuso que alguien me explique qué fue. Y si la ley no está de mi lado ¿Por qué en la entrada de los boliches no te puede revisar un policía hombre?. Me manosearon, un hombre de aproximadamente 40 años", señaló.

Para concluir, reflexionó: ""Nadie tiene derecho a tocar tu cuerpo" escuché que comentaba esta mañana el conductor de un programa de noticias a una mujer que también sufrió una situación parecida. Y si acaso, si en el extremo de tu naturalidad de violencia y abuso quedan dudas, si acaso no crees que las mujeres somos vulnerables, pregúntate ¿Hubiera sucedido lo mismo a un pibe?. Y para que también pienses que abusaron de mi edad, pregúntate ¿hubieran ofrecido lo mismo a una mujer de 30 años? Estoy segura que esta sin dudas lo raja y si, de la boca para afuera todos saben cómo reaccionar, que gritar, que pegarle, que salir corriendo, quizá es lo que tendría que haber hecho, pero no me animé, sentí miedo, es vulnerabilidad, la sentí. Incluso llegué a cuestionar mi "no reacción", creyendo que todo fue mi culpa porque lo permití, pero mi forma de reaccionar fue justamente esa " mi no reacción" porque no podía, no me entraba, no entendía lo que estaba pasando. También me pregunté qué hubiese pasado si mi prima no hubiese estado del otro lado del gabinete, si esto fue una prueba para una próxima. Y todo esto, el mismo miedo por el cual no camino sola por las calles, por la que mi padre me busca, por la que mi madre me llevó. Solo que siquiera en la peluquería se está a salvo. La denuncia está hecha donde corresponden, en Fiscalía.
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