Paraná A base de trabajo y sacrificio

Día del ferretero: Una historia de progreso y el recuerdo del "caramelito"

Rudi y Sonia llevan casi cuatro décadas en el rubro. En diálogo con Elonce TV recordaron los comienzos y algunas anécdotas. Hoy, sus hijos continúan con el negocio familiar. Aprendizajes, agradecimientos y fidelidad de sus clientes
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En los inicios de la década del 80, Rudi Galliussi y su esposa Sonia Leguiza, instalaron su comercio en calle Santos Domínguez 735 de la capital entrerriana. Si bien en los inicios era muy poca la gente que habitaba esa zona de la ciudad acertaron en su visión.

En el "Día del ferretero", Rudi contó: "De acuerdo a los papeles, empezamos en 1982", pero ya desde dos años antes se dedicaban a comercializar "un poco de todo", porque "acá no había nada, solamente un tambito con dos vaquitas y campos. Me pedían agujas y las traíamos, lo mismo con las pinturas y hasta curitas vendíamos. De a poquito llegamos a esto que siguen nuestros hijos", expresó con orgullo en diálogo con Elonce TV.
Una anécdota
Recordó que "cuando todavía no teníamos ni siquiera cartel, entró un señor" que le ofreció proveerle materiales del rubro. Así comenzaron una relación. "Cuando habían pasado unos dos años, habíamos hecho amistad y me preguntó para qué había puesto esto. Un par de años más tarde, habíamos ampliado y funcionábamos bien. Había movimiento. Y entonces le dije a este hombre si se acordaba cuando me había dicho que acá no había posibilidad y me contestó que cuánta razón tenía yo".

Agradecimiento
"El sueño es que el Señor nos dé los años que nos quedan para que los podamos vivir en paz y en familia. Cerramos los ojos a la noche agradeciendo y los abrimos a la mañana siguiente agradeciendo. Todo esto se lo debemos al Señor. Los méritos nuestros casi no existen", completó Rudi.
Sonia y la historia del caramelito
Sonia admitió que "fuimos aprendiendo a la par de los clientes y lo que no teníamos lo pedíamos. Se fue agrandando el negocio de manera tal que nuestros hijos y un nieto trabajan en esto. Nos sirvió para la vida, para progresar".
Y señaló que pasa por el lugar gente de diversas edades y que recuerdan que en el comercio les daban "el caramelito".
Enseguida completó: "Rudi, cuando venía una señora con una criatura le decía al chico "a ver que te saco algo de la oreja" y le sacaba un caramelito. No se imaginan la cantidad de chicas y muchachos grandes que se acuerdan de eso y nos comentan".
Seguir el oficio de los padres
Aldo, el hijo de Rudi y Sonia comentó que "es un oficio lindo porque conocemos mucha gente y parte de sus vidas. Sacamos del paso y tratamos de explicarle a la gente cuando no sabe hacer las cosas. Eso se ve reflejado en la fidelidad de los clientes".

Acotó que "ahora vienen con la filmación o la foto en el celular. El tema tutorial está bárbaro, porque ahorra tiempo".
"Con la pandemia la gente se abocó a arreglar la casa. La mujer hace el trabajo a la par del hombre. Muchas piden con términos técnicos", resaltó.

El valor de no depender de nadie
Por su parte, Luján, hija de los fundadores de Ferretería Santa Rita, indicó a este medio que "cuando atiendo a mujeres se sienten más desenvueltas. Ven que podemos hacer de todo, pintar, cambiar canillas o llaves de luz. Yo le explico a las señoras que ellas pueden cambiar, por ejemplo, el cuerito de la canilla y se van chochas. Todavía, los hombres, cuando las atiende una mujer que sabe lo mismo o un poco más, no les gusta mucho, pero se van acostumbrando".
"Lo que más me gusta del oficio es poder hacer cosas, depender de uno mismo y no de los demás para hacer algo en su casa", cerró.
Elonce.com
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