Paraná En cajón blanco y ploteado

Inusual sepelio: Murió en el río y fue llevado al cementerio en su lancha

Los restos del empresario “Chulengo” Núñez fueron trasladados hasta el cementerio de Victoria en cajón blanco, ploteado en la tapa con una imagen de piel de felino. Viajó en lancha, cuyo trailer era tirado por la camioneta de su firma.
En un cortejo plagado de gente, donde no faltaron autoridades incluso de la provincia de Entre Ríos, la ciudad de Victoria despidió ayer los restos del empresario turístico y referente de la actividad, Ricardo Chulengo Núñez, que el 1º de este mes cayó a aguas del Paraná y estuvo desaparecido durante diez días, hasta que su cuerpo sin vida salió a flote.
Los restos de Núñez fueron trasladados desde la sala velatoria hasta el cementerio en un cajón blanco, ploteado en la tapa con una imagen de piel de felino (representativa del logo de la empresa Chulengo Safaris). El féretro viajó sobre una lancha, cuyo trailer era tirado por la camioneta de la firma del mismo empresario. Detrás del cortejo marchó las 15 cuadras que separan la sala de la necrópolis una hilera interminable de automóviles.

Allí estaban el intendente de Victoria, César Garcilazo, el ministro de Turismo de Entre Ríos, Hugo Marsó, y el senador César Garcilazo.
El empresario fue despedido con aplausos. Algunos recordaron en el momento otro sepelio que movilizó mucho a la ciudad, como fue el de Mario Vechetti, un animador de los carnavales de Victoria que falleció en febrero, y que fue llevado al cementerio en una carroza en un cortejo donde sonó la música que él mismo había elegido para cuando falleciera.
Núñez, un precursor del turismo internacional en esa ciudad, desapareció el 1º de este mes en el río a la altura del puente El Ceibo, el primero de la traza a Rosario viniendo de Victoria.
Desde entonces, la Prefectura y vecinos de Victoria iniciaron una incesante búsqueda con embarcaciones y buzos tácticos, pero el cuerpo de Núñez salió a flote solo el lunes pasado.
Con 56 años, Núñez era titular de la empresa Chulengo Safaris, y también un precursor y hacedor del turismo en Victoria desde hacía más de 30 años, cuando no se vislumbraban el puente, el casino, el hotel ni las termas. En la ciudad, se lo veía en su camioneta camuflada, con ropa de caza, y traje blanco en eventos relevantes. Era excéntrico y no pasaba desapercibido.
Su muerte causo estupor en Victoria, máxime porque encontró el final menos esperado: desaparecer en las profundidades de un río que conocía como la palma de su mano. Al respecto, y aunque aún no hay ninguna información oficial, trascendió que su caída se habría producido por una descompensación cardíaca. En ese caso, su muerte podría no haber sido por ahogo, sino por ese ataque previo. (La Capital)
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