El dramático caso comenzó a fines de agosto, cuando los padres de Loëvann estaban de visita en la casa de unos amigos. El nene estaba jugando con otros chicos más grandes y nadie se dio cuenta de que se había tragado la batería.
En un primer momento el pequeño se quejó de un dolor de muelas. Unos tres días después, comenzó a tener problemas para respirar. Sus padres lo llevaron a la guardia y una radio reveló que tenía la pila atascada en el esófago. Mientras tanto, la amiga de los padres encontró un spinner roto en su casa.