Internacionales Marchas de neonazis

Crece la xenofobia en Alemania: La preocupante expresión del descontento social

Nuevas protestas de la ultraderecha contra la inmigración en la ciudad alemana de Chemnitz. Las manifestaciones de grupos neonazis se hacen más violentas. Los inmigrantes, chivo expiatorio de la incertidumbre social y económica.
La cabeza enorme de Carlos Marx enmarca una postal escalofriante. Al pie de la estatua de 13 metros del padre del comunismo, miles de ultraderechistas gritan que Alemania tiene que ser "solo para alemanes" y que van a perseguir "hasta al último criminal extranjero".
Es el lunes 27 de agosto en Chemnitz. La patota neonazi domina las calles de la ex Ciudad Carlos Marx, la tercera en habitantes del estado federado de Sajonia, en la antigua Alemania del Este.
Los monoblocks de arquitectura socialista aun dibujan el paisaje, como una metáfora de la sensación difusa de muchos de sus 250 mil habitantes de que todavía son ciudadanos de segunda, convidados de piedra en la democracia liberal de la Alemania unificada en 1990.
Este sábado en la localidad alemana de Chemnitz (Sajonia) una serie de grupos de ultraderecha continúan las manifestaciones tras el asesinato de un joven alemán a manos de un sirio y un iraquí el pasado 26 de agosto.
Se estima que más de 10.000 personas se reunirán, entre manifestantes y contramanifestantes. Las autoridades advierten que es posible que se repitan los disturbios y actos violentos que se han registrado durante la tensa semana que ha vivido la región germana.
La muerte del alemán de origen cubano Daniel Hillig, apuñalado en Chemnitz por un refugiado iraquí y un cómplice sirio, fue la válvula de escape para una nueva espiral antiinmigración en momentos en que las expresiones racistas llegaron al centro neurálgico de la democracia parlamentaria alemana, el Bundestag. Allí, los líderes del principal partido de oposición, la Alternativa para Alemania (AfD), insultan a los refugiados de guerra con frases hechas equiparables a "los parásitos judíos" de los que hablaban los nazis. Después de los sucesos de Chemnitz, la diputada Alice Weidel volvió a referirse a los solicitantes de asilo como "portadores de cuchillos y otros inútiles mantenidos".

"La AfD corrió los límites de lo políticamente correcto y generó un discurso que legitima lo que pasó en Chemnitz" (con los neonazis), explica Franco Delle Donne, coautor del libro "Factor AfD". Para el consultor político argentino, este partido representa "una revolución contracultural que busca romper consensos que eran ampliamente aceptados. Y en eso coincide con otros partidos ultraderechistas en Europa".
A este miedo al cambio forzoso de la composición étnica de la población que propaga la extrema derecha y al temor al terrorismo se suman nuevas inseguridades económicas y sociales. En la Alemania motor de la Unión Europea, con superávit y récord de empleo, las viejas certezas vienen desapareciendo al ritmo de la concentración de la riqueza: las jubilaciones ya no rinden para una vejez tranquila, el trabajo se vuelve precario y la vivienda dejó de ser un derecho para convertirse en una inversión lucrativa de fondos radicados en paraísos fiscales. Los alquileres se disparan, el descontento crece. Los crímenes cometidos por inmigrantes (como los abusos sexuales masivos en la fiesta de año nuevo en Colonia en 2016 y los asesinatos de mujeres jóvenes en Freiburg y Kandel) abonan la rabia transformándola en xenofobia.
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