Sin embargo, enero es cruel y las temperaturas suelen superar los -50 grados de manera habitual. No en vano, este mismo lunes los termómetros llegaron a registrar hasta 62 grados bajo cero, casi 10 menos que la temperatura más baja registrada nunca antes en una zona habitada de nuestro planeta y, cómo no, tomada en este mismo pueblo: -71,2 grados que se alcanzaron en el invierno de 1924. Un frío que obliga a cambiar hasta el más mínimo detalle para evitar problemas.The world's coldest village: Siberian remote village of Oymyakon reaches near-record cold temperatures as thermometer breaks after recording minus 62C (via Mail Online) pic.twitter.com/RaiyCARklt
— People's Daily,China (@PDChina) 16 de enero de 2018
Como es evidente, las autoridades toman cartas en el asunto en estas fechas: limitan la circulación de vehículos para evitar hipotéticos accidentes o cierran los colegios durante el mes más frío. Pese a que existe una central térmica que funciona a base de carbón para abastecer a la población de Oymyakon, lo cierto es que es insuficiente para evitar que el frío penetre en los hogares. Tanto, que hasta hacer las necesidades en el baño es imposible.
El frío tan alto provocaría que las cañerías reventaran por el hielo, lo que da lugar a que no cuenten ni tan siquiera con agua corriente. Así, los baños se encuentran en una pequeña caseta de madera en el exterior, con un agujero en la densa nieve a modo de retrete. Cuando necesitan agua potable, acuden a los pueblos más interiores o a las termas con las que cuenta el poblado. Aunque, al menos, cuentan con una buena noticia: no necesitan nevera en casa.