Sucedió en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia (EEUU), cuando la madre de Mason y Mylan Brazel, de ocho y cinco años, los llevó por primera vez a visitar la tumba de su papá, recientemente fallecido, y ellos reaccionaron de una forma muy tierna.
Los hermanitos al ver la lápida de Alfred Brezel, quien fue sargento del ejército estadounidense y murió por cáncer que había hecho metástasis, decidieron jugar a que él estaba ahí y empezaron a hablarle y a contarle sus cosas.
Luego los pequeños se recostaron ya que querían dormir una siesta con su padre. "Trajimos una manta. Mylan dijo que sentía que podía sentir a su papá y que quería dormir una siesta con él", contó Kait Brazel, la madre, a ABC News. "Mientras descansaban junto a él, Mason comenzó a rezar. Estuvieron todo el tiempo que quisieron, yo me limité a quedarme atrás".
Kait también contó que al enterarse del fallecimiento, sus hijos "no lloraron ni una sola vez" y que ellos lo ven de una manera muy diferente a las personas que lo reciben como un golpe devastador".