"Siempre lista para resolver los problemas de todos. Siempre, aunque doliera mucho. Siempre, a pesar del cansancio. Postergándose, infinitamente. El cuerpo no pudo sostener ese camino", señala en el primer párrafo y continúa: "Aparecieron enfermedades que no respondían al tratamiento médico. Esas que no eran bacterias, ni el metabolismo, ni virus. . . Era estrés, frustración o angustia. Nadie se dio cuenta".
"Todos pensaban que ella siempre podía, que era la más fuerte, que no necesitaba a nadie. En esa soledad de abrazos que nunca llegaban, de una calma no permitida, de una demanda que nunca cesaba, de lágrimas que nunca vieron, ella tocó fondo, la que todos mandaban al psiquiatra. Y en ese fondo de angustia e impotencia, pudo "darse cuenta". Darse cuenta que cuando no hay otros brazos, puede abrazarse sola. Darse cuenta que el tiempo no tienen que dárselo, ella tiene que tomarlo. Darse cuenta que a veces, los NO son necesarios", manifiesta el texto que transcribió Romanela.
Y concluye: "La abnegación puede ser una virtud moral, pero nada tiene que ver con la salud mental. Es sacrificio. Y el sacrificio constante duele, enferma. Ese no es el camino, NO debe serlo. Y de ese camino sólo se sale amándose. Ámate, ámate mucho, ámate sin medida. Porque lo que tenías que dar, ya lo diste. . . ahora da más que antes, da para ti".