Espectáculos

Revelaciones sobre últimos días de Robin Williams: "Ya no hago reír más"

Una nueva biografía sobre el malogrado actor cuenta de forma detallada el cóctel de desgracias que lo habrían llevado a quitarse la vida.
El periodista del diario The New York Times Dave Itzkoff acaba de presentar Robin, un libro en el que investiga sobre los últimos días del actor Robin Williams, una de las grandes estrellas de Hollywood que se quitó la vida en 2014 afectado, aparentemente, por múltiples factores.

Según una reseña que publicó el diario español El mundo, el libro estima que fue la conjunción de varios factores los que lo llevaron a tomar la drástica decisión. En primer lugar, ubica a un estancamiento en su carrera como actor que lo afectó anímicamente. Para no caer en el olvido, Williams intentó mantenerse activo a cualquier precio, aceptando papeles en películas alejadas de su perfil típico que en muchos casos ni pasaron por el cine.

Tuvo una última chance importante con la serie The Crazy Ones, de CBS, que protagonizaba. Williams hacía de Simon Roberts, el responsable de una agencia de publicidad en Chicago y ganaba 165.000 dólares por episodio. Además de estabilidad financiera (algo que ya había comenzado a perder), era una posibilidad de recuperar la confianza en sí mismo. Sin embargo, ni los críticos ni el público le levantaron el pulgar. "Williams parece exhausto. También lo está el show", escribió uno.
Problemas de salud
A esto se le sumó un deterioro en su estado de salud, que además incluyó un diagnóstico erróneo: los médicos le dijeron que tenía Parkinson, cuando en la autopsia determinaron que lo que en realidad padecía era demencia con cuerpos de Lewy, un síndrome degenerativo incurable "asociado al riesgo de suicidio".

Según el autor, el protagonista de La sociedad de los poetas muertos "se sentía atrapado en su cuerpo" y temía quedar como su amigo Christopher Reeve, el hombre que inmortalizó a Superman.

En el libro, agregan que las dolencias comenzaron en octubre de 2013: Williams padecía de problemas estomacales, indigestión, tenía problemas de visión, dificultades para orinar y no lograba conciliar el sueño, con temblores en su brazo izquierdo y la voz menguada.



Cheri Minns, la maquilladora que lo acompañó durante años, afirma que el actor sentía que había perdido su mágia. Tenía graves dificultades en recordar los guiones. "Estaba llorando en mis brazos al final de cada día de rodaje. Era horrible. Horrible", recuerda. Ante eso, el actor pensó que la solución podía estar en volver a la comedia en vivo, sus orígenes, pero le entró pánico ante la mera posibilidad. "Ya no sé como hacerlo más. No sé como ser gracioso", decía entre llantos.
Triste final
El libro detalla cómo fueron las fatídicas últimas horas del actor. La noche del 10 de agosto de 2014 el actor se puso paranóico por unos relojes de diseño que tenía, sospechando que se los podrían robar. Por eso se fue a lo de unos amigos y se los dejó por seguridad.

Al volver a su casa, le ofreció a su mujer si quería que le hiciera unos masaje en los pies de forma afectuosa que ella rechazó. "Como siempre hacíamos, nos dijimos el uno al otro, 'buenas noches, mi amor", recuerda Susan Schneider, su tercera mujer.

Salió de la habitación en dirección a la suya, donde dormía solo desde hacía ya un tiempo. A la mañana siguiente, su mujer vió que la puerta del cuarto de su marido seguía cerrada y se alegró, pensando que finalmente estaba durmiendo lo suficiente. Pero el tiempo pasaba y la puerta no se abría.

Rebecca y Dan, los amigos que "cuidaban" sus relojes, fueron a la casa. Finalmente, a las 11.42 de la mañana, Rebecca forzó la puerta y descubrió a su amigo muerto, tras haberse ahorcado.
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