
En ese camino, el oficialismo sorprendió esta semana con una iniciativa que busca reforzar uno de esos pilares. A través de la presentación de un proyecto de Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, buscarán establecer una modificación al impuesto a las Ganancias para que los salarios inferiores a $150.000 mensuales dejen de pagar el tributo. Como esta decisión representaría un “esfuerzo fiscal” de $40.0000 millones en el año, según cálculos del propio oficialismo, el Gobierno buscará que se suspenda por un año la reducción de las alícuotas de Ganancias que pagan las empresas y que estaba prevista para este año en la reforma impulsada por el macrismo en 2017, según le confirmó una fuente oficial a Ámbito.

Ese esquema de reducción gradual de la alícuota a empresas había sido impulsado en 2017 por Nicolás Dujovne. No es la primera vez que el oficialismo suspende la reducción gradual de Ganancias, porque en el artículo 48 de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva aprobada en diciembre de 2019 ya se había pospuesto un año la misma reducción que ahora se vuelve a prorrogar un año más. En lugar de estar vigente a partir de 2020, con esta segunda postergación la reducción recién comenzaría a regir a partir de 2022 si no hay nuevas modificaciones en el futuro.

Con el beneficio a trabajadores y jubilados, aseguran desde el oficialismo, se “fortalece el salario en relación a los sectores que tienen mayor capacidad de consumo”. Y, con relación a las empresas, sólo afectará a aquellas compañías que hayan tenido una “alta rentabilidad” en el transcurso de la pandemia, porque según la lectura que hacen en los despachos oficiales, la situación de las organizaciones fue dispar en 2020. Mientras algunas, como las compañías petroleras, registraron fuertes caídas, otras empresas tuvieron una “alta rentabilidad”. Eso puede provocar que, como “los quebrantos se transfieren”, durante “varios años una empresa no pague Ganancias”. Pero las que no hayan registrado pérdidas en 2020 ahora deberán afrontar una mayor carga.

Según datos de la Subsecretaría de Ingresos Públicos -a cargo de Claudia Balestrini- la presión tributaria de los impuestos nacionales y provinciales pasó del 31,5% del PBI en 2015 (el pico máximo desde 2010) al 28,4% en 2019. Si se toma como referencia un análisis realizado por las autoridades salientes en diciembre de 2019, salvo el IVA y los tributos provenientes del comercio exterior, el resto de los impuestos achicaron su peso en relación con el producto. Sin embargo, la mayor caída se registró en la recaudación de Ganancias, que en los cuatro años de mandato de Macri perdió 1,3 puntos porcentuales, al pasar de 6,4% a 5,1% del PBI. Este achicamiento de la recaudación, advirtieron analistas en diálogo con Ámbito, no fue sólo por los cambios legales, sino también por la caída de la actividad.