"Si querés trabajar honestamente no podés, porque no alcanzás a cubrir los gastos", se lamentó Silvina, la propietaria. Respecto a los empleados confirmó: "Las chicas fueron indemnizadas".
Acotó que a la caída en las ventas se suman gastos fijos como el alquiler, pero "los impuestos te matan", expresó.
"Estoy muy feliz porque pude quedarme sin deudas, cumplir con todo. Lo más importante siempre fue la honestidad", enfatizó y continuó: "Me quedo con un montón de clientes amigos con los que nos encontramos en la calle y nos saludamos. Toda la gente que viene se lamenta". El año pasado, la comerciante ya había cerrado su otro local que funcionaba bajo la denominación Kiwi.