Economía Los cambios que implicarían

El gobierno analiza dos modelos de reforma laboral

Son los de Francia y Brasil, que flexibilizan las condiciones laborales en pos de ganar competitividad. Qué ocurre en esos países con el aguinaldo, los días de vacaciones y la carga horaria semanal de trabajo.
Argentina y su debate sobre el futuro de los vínculos laborales no es ajeno a un contexto global de leyes y decretos contemporáneos que pretenden replantear el statu quo productivo en distintos puntos del mapa bajo el argumento de la competitividad. Sus detractores, en cambio, los señalan como intentos de abaratar costos a costa de precarizar el trabajo. En el medio, el gobierno de Mauricio Macri guarda silencio estratégico sobre qué tipo de reforma impulsará mientras estudia las experiencias de Brasil y Francia como un mismo modelo a dos velocidades.

Tanto el Gobierno como el empresariado local miran con recelo las transformaciones verdeamarelas por temor a que Brasil se termine convirtiendo en una "China sudamericana" que concentre ventas e inversiones gracias a costos de producción comparativamente inferiores, señala un informe del diario El Cronista.

Como fundamento, se suelen leer y escuchar los comparativos respecto a costos laborales salariales y no salariales, que van desde un sueldo mínimo más bajo -en Brasil, equivale a unos 5000 pesos argentinos- hasta la brecha en los valores de una indemnización que en la Argentina es 2,5 veces superior a la del país vecino. Al mismo tiempo, Brasil tiene un 30 por ciento menos de impuestos al trabajo.

A contramano de los últimos cambios laborales en Chile, donde el sindicalismo vio fortalecido su papel negociador, tanto en el modelo francés como en el brasileño el sindicalismo pierde fuerza.

Los franceses lo presentan de un modo más amigable, en un país que registra la menor tasa de afiliación mundial -apenas un 4% de los asalariados- y que registra un desempleo del 9,5%, por encima de la media europea (7,8%). En palabras del Nobel de Economía 2014 y autor de La economía del bien común, Jean Tirole, se trata de financiar al empleado y su formación y no subsidiar empleos innecesarios, adaptándose a las nuevas necesidades y tecnologías. "Protejamos al empleado y no al empleo", sostuvo Tirole en una entrevista con la La Vanguardia, para "acabar con los contratos temporales carísimos para todos y frustrantes para el empleado y, por otro, los indefinidos, que se aferran a su empleo aunque no les guste".

Los brasileños van al hueso, en un escenario muy distinto: Brasil es uno de los países donde conviven tres grandes confederaciones, aunque no todas sean igual de combativas. ¿El mecanismo? Eliminar la contribución obligatoria de un día de salario al año y volverla voluntaria. A priori, exigirá un mayor compromiso de servicio de los sindicatos para ganarse la adhesión y el apoyo monetario de sus trabajadores, con una perspectiva más de cliente que de afiliado. Pero esta medida va acompañada de toda una serie de cambios paralelos que afectan su capacidad de mostrar dicho compromiso.

Quizás el más importante de todos radique en una de las misiones claves de los sindicatos, la negociación colectiva de salarios. En Brasil y Francia, lo que se impulsa es que los contratos privados tengan preeminencia por sobre los sectoriales, al tiempo que en el país vecino se tolerará una mayor tercerización. En ambas reformas, la potestad negociadora se abre a actores no sindicales en quienes los trabajadores depositen la tarea. La francesa sí estipula que los acuerdos de empresa deben estar refrendados por un sindicato que represente a más de la mitad de los trabajadores para volverse vinculantes.
Aguinaldo, días de vacaciones y carga horaria semanal de trabajo
Otras cuestiones que se abordan en ambas reformas que el Gobierno observa es la carga horaria y la modalidad de empleo. Si bien no se tocan el aguinaldo, los días de vacaciones y la carga horaria semanal de trabajo, lo que se altera es la distribución de esos límites.

En Brasil, las vacaciones se podrán fraccionar hasta en tres períodos y, en el caso de las jornadas laborales, aumentan su límite hasta las 12 horas, seguido por un descanso de 36, sin que se superen las 44 semanales. Se suma, además, la llamada "jornada intermitente", para empleos que se abonan por hora o jornada, equivalente a los minijobs alemanes, y el homeworking. Francia termina de enterrar sus 35 horas semanales -que nunca fueron del todo reales- para aumentar su promedio a 46, pero pueden extenderse si se negocia en la empresa. Además, baja el recargo por hora extra de un 25 a un 10%.

Juicios laborales
Cuando el presidente Macri cargó contra la industria del juicio, hubo quienes lo aplaudieron con vigor y quienes alzaron su voz preocupados. La grieta se alumbró clara en ese campo. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, las causas laborales llegaron a 185.000 en 2016, un 20 por ciento más que en 2015 y el doble que hace diez años.
Los números espantan la inversión, o eso entienden desde el Gobierno. Equivale a algo así como dos pleitos por cada diez trabajadores, mientras que, en Chile, la proporción es de 0,25, muy inferior.

No obstante, en Brasil, los pleitos laborales son aún mayores en cantidad, hasta tres por cada diez trabajadores. Por lo menos era así hasta la presente reforma que cambia las condiciones para litigar.

La reforma laboral de Temer flexibiliza las condiciones para despedir empleados, en tanto baja el preaviso de 30 a 15 días y el monto de las indemnizaciones ya no dependerá del salario. Incluso, ante la perspectiva de llevar su caso a litigio, el trabajador se ve obligado a participar presencialmente del proceso judicial en sus sucesivas instancias con el riesgo de tener que enfrentar el pago de costas si pierde al final la demanda. Brasil también incluye la posibilidad de negociar reducciones a los salarios a cambio de mantener el puesto de trabajo, al menos por un año.

Por su lado, Francia aborda esta cuestión, ajustándola a la realidad de las empresas europeas y transcontinentales que operan en su territorio. Ya no será necesario que la firma demuestre una pérdida de ganancia a nivel global para justificar despidos locales sino que bastará con recurrir a la exigencia de reorganizar su plantilla para salvaguardar competitividad en Francia como excusa legal. De igual modo, fija topes a las indemnizaciones.
Fuente: El Cronista
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