Economía Desafíos

El Ventilador: mujeres rurales, resistencia y esperanza

Según estadísticas de la ONU, se calcula que las mujeres que habitan en zonas de campo representan más de un tercio de la población mundial. Muchos siguen siendo los desafíos. El tema, en El Ventilador.
Si bien es cierto que la migración de las poblaciones del campo a la ciudad es una realidad de la vida moderna, también es cierto que existe una gran parte de la población que nace, se desarrolla y muere en las áreas rurales.

Allí se educan, crían a sus hijos y desarrollan sus tareas casi sin la necesidad del contacto con las grandes urbes. Y, contrario a muchos prejuicios o estereotipos, las mujeres representan un gran porcentaje de esa población. Esta realidad ha llevado a establecer cada 15 de octubre como el "día internacional de las mujeres rurales". A partir de esta declaración del año 2008, la Organización de las Naciones Unidas busca reconocer la contribución de la mujer de campo, incluida la mujer indígena, en el desarrollo agrícola y rural.

De hecho, según datos de este organismo, una de cada tres mujeres en el mundo trabaja en la agricultura, procesa manualmente los alimentos y hasta bombea agua. Aún más: revela que el 80% de los hogares sin agua corriente en zonas no urbanizadas, depende de mujeres y niñas para conseguirla.
Pero ¿cuáles son las cifras que indican la realidad de todas estas mujeres en nuestro país? ¿Y cuáles son las diferencias en las condiciones de vida, que existen entre ellas mismas, dependiendo la zona rural?

En Entre Ríos, sin dudas, las poblaciones rurales representan un gran porcentaje de la ciudadanía y empujan una parte importante de la economía.
Ahora bien? ¿en qué condiciones habitan? ¿Está presente el Estado de manera activa y cercana en todas las zonas rurales por igual?

¿Cuáles son los desafíos, en tiempos de tecnología e hiperconectividad, para todas estas mujeres y sus hijos?

Según la Organización de las Naciones Unidas, celebrar cada 15 de octubre el día mundial de las "mujeres rurales", tiene por finalidad varios puntos.

Empezando, por supuesto, por reconocer la labor que desempeñan todas ellas en el desarrollo de la vida rural.

La migración cada vez más marcada de los pobladores rurales a la ciudad, es una realidad inocultable.

Son muchos quienes afirman que el gran desafío hoy, es el de ofrecer a sus hijos la vida en el campo como una alternativa a la ciudad.

Pero la tarea no viene siendo fácil.

Los más jóvenes suelen buscar un mundo mayor de oportunidades en estos tiempos de tecnología y urbanización. Y es ahí donde, muchas veces, la oferta de la vida rural corre con algunas desventajas.

Entonces? ¿cómo resuelven hoy esta problemática todos esos adultos que necesitan de sus hijos para seguir sosteniendo las tareas diarias y a futuro?

¿Qué pasa con los adultos mayores que quedan viviendo solos en el campo sin familiares a su cuidado? ¿Tienen la ciudad también como destino final inevitable?

Pero no sólo para trabajar es importante la presencia de los jóvenes en las áreas rurales.

La divulgación "boca en boca" o "generación en generación" de los usos y costumbres de esta población, fue y sigue siendo su mayor sostén y promoción cultural en el tiempo.

Recetas, medicamentos y hasta vestimentas, son parte del quehacer cultural histórico.

¿Quién protege y promueve hoy esas prácticas y conocimientos en medio de una vida moderna que urbaniza cada día más?
"La pobreza es más digna en el campo"
Mary Rebora de Chapino, integrante de la Asociación provincial de Mujeres Rurales durante muchos años, explicó: "Hay mucha soledad en el campo, pero a las familias les cuesta mucho dejar su terruño, sus raíces, y no quieren irse a pesar que los hijos luchan para poder llevarlos a un lugar donde tengan todos los recursos, una vivienda mejor, caminos".

"La pobreza es más digna en el campo, porque son dueños del espacio, del aire que respiran, no están en los hacinamientos que existen en las orillas de los pueblos, en las villas. Por un lado, ganan y por otro, pierden porque están alejados de los servicios, no tienen agua, ni luz eléctrica, sistemas de salud y educación, además de la soledad", diferenció.

Rebora, quien contó que trabajó en el programa social agropecuario desde que se jubiló del sistema educativo, reconoció que "se avanzó en las redes de electrificación rural, aunque se podría haber hecho más". Y en ese sentido, destacó: "En la zona rural de María Grande, los expedientes fueron iniciados hace 15 años y todavía no tienen luz siendo que está a 80 kilómetros de Paraná".

"Si calculamos lo que significa la inversión en caminos y lo que se genera a través de él, no se puede comparar porque son cuestiones que tienen que ver con cuestiones de la vida cotidiana de la gente que vive en esos lugares, por ejemplo, si producen huevos y leche, si no tienen buenos caminos no pueden sacar toda esa producción", argumentó en relación a las mejoras de los caminos rurales.

Y continuó: "Susana camina hasta 16 kilómetros para poder salir, a hacer un trámite ante el banco. Esa es una realidad, la de las mujeres rurales, y otra realidad es la de los grandes productores de producciones extensivas, como la soja, que con el solo hecho de transportar semillas y agroquímicos, destruyen los caminos. Eso es algo que vemos permanentemente".

Más adelante, Rebora se refirió a la sistematización del monte nativo. "Para evitar que sigan ampliándose las fronteras agrícolas, con todas las consecuencias que eso trae, porque por un lado genera mucho dinero, pero por el otro, muertes y enfermedades, se trata que no se desmonte más".

"Es una lucha iniciada hace muchos años desde los pequeños productores, y consiste en no desprenderse del pedacito que tienen para que sepan que esas hectáreas tienen un valor económico y que el monte que tienen no es desperdicio, ni basura, y sistematicen ese pedazo de monte para que los pastos naturales puedan crecer", valoró.

En relación a la migración del campo a la ciudad, sobre todo de los jóvenes, argumentó en relación a "la forma en la que se estructura la empresa rural, porque los chicos cuando empiezan a crecer tienen sus propias ideas sobre lo que es la concepción del trabajo y necesitan tomar sus propias decisiones en la unidad productiva familiar, algo que se vuelve uy difícil por cuestiones culturales, por resistencia de los padres que piensan que los chicos nunca crecen, que sus ideas no son buenas".

"Cuesta mucho que los hijos de los pequeños productores puedan tomar decisiones sobre qué se va a sembrar, cómo se comercializa, cuestiones que hacen que se sientan parte de ese proyecto", reconoció Rebora. Fue en esa línea que bregó por "la integración de los saberes, porque hay que respetar los saberes que construyen con la vida y la práctica, e integrar el saber de la academia".
"Es una elección irse a vivir al campo"
Norma Restano es maestra rural, jubilada; vive en el campo. "Me desempeñé en varias escuelas, pero en al que estuve más tiempo de mi antigüedad fue en la escuela Nº 93, 'De los Cielitos' de San Benito Sur, que es netamente rural. Hasta el 2016 estuve allí", contó.

"En donde vivo hay loteos, San Benito ha crecido mucho para esa zona, lo que ocurrió con Colonia Avellaneda, con tanta gente que llegó, hizo que hasta las escuelas rurales se superpoblaran", destacó.

De la misma manera aseveró: "en el caso de la zona en donde vivo, hay mucha gente de la ciudad que se ha ido a vivir al campo. Es una elección. Incluso hay quienes trabajan en Paraná, y van y vienen todos los días al campo".

La escuela, dijo "cambió también la orientación" ya que "se mezclaron chicos que venían de la ciudad con los chicos netamente de la zona rural".

Los chicos que fueron son alumnos "estaban muy involucrados en la actividad rural, muchos de los contenidos que trabajábamos los relacionábamos con las actividades que realizaban con su familia. Ellos, todos, sabían hacer de todo en la casa. Después con el tiempo, eso fue cambiando, a llegar los chicos de la ciudad. A mí me encanta la ruralidad, siempre me atrapó mucho", relató la docente jubilada.

"Los caminos rurales son sumamente importantes, para la asistencia a clases, para la permanencia de familias en la zona rural. Absolutamente es así", resaltó.

Para Restano, "en todos los años que estuve en la escuela rural, nunc atuvimos problemas con el glifosato. Quiero destacar la muy buena relación con los vecinos, pactado y acordado, los horarios de fumigación. Nunca se dio en horario de clases. No tuve problemas".
"A mí en el campo me dejaron ser. Hice todo a la par de mi marido"
La trabajadora rural Alicia Schonfeld indicó: "Nací y crecí en Paraná. Me casé y me fui a vivir en el campo. Estoy muy cerquita de Paraná. "Encajé en una hermosa familia, y me dejaron ser. Viví el campo, mi marido estaba con las vacas, yo estaba con las vacas; él cosechaba y yo iba con él a cosechar. Hice todo a la par de él. Tuvimos cuatro hijos, dos se casaron y dos están conmigo".

"Somos muy agradecidos en el campo. No todos somos iguales, pero yo valoro cosas como la puesta de sol, por ejemplo. Pero es cierto que tenemos que luchar con muchas cosas", resaltó.
"En el campo hay más posibilidades de vida"
Susana Jaime, productora de la zona rural de María Grande II (a 26 kilómetros de la localidad) comentó que donde vive, "lo único que quedan son taperas porque por distintas circunstancias, caminos o trabajo, la gente migra, y desde hace bastante tiempo".

"Son muy pocos los jóvenes que se quedan porque no hay contención en el lugar, ni dónde trabajar", destacó.

La titular de la Asociación provincial de Mujeres Rurales, comentó que a diario, se levanta a las 6 de la mañana, toma unos mates y después ordeña sus vacas. "He tenido hasta diez vacas y es un trabajo que se hace a mano. Después, preparo la leche para el queso y sigo con la alimentación a los terneros y los pollos. En el intervalo, preparo la comida, ordeno y limpio la casa, pongo la ropa a lavar. La mujer campesina hace varias cosas a la vez", remarcó.

"La tierra nos da todo, falta mano de obra, volver a la bases, tener la verdura de uno, porque está todo muy costoso. Si te pones a trabajar, tenés tus huevos para hacer fideos, pollos para comer, hay más posibilidades de vida", reivindicó.

Jaime comentó que vende el excedente de su producción de verduras y quesos en una feria en María Grande. "Eso me da una gran satisfacción porque puedo valerme por mi misma, tener mi dinero y eso me da libertad y ganas de seguir trabajando", animó.

"Si se dieran las condiciones básicas para vivir en el campo, el camino, la vivienda, el agua indispensable para la producción y luz eléctrica, la gente se queda", estimó la productora rural. Fue en ese sentido que rememoró: "Antes había alrededor de 30 familias que se alumbraban con faroles a querosene, pero gracias a que llegaron unas diez pantallas solares, eso fue un gran cambio".

Respecto del tema de las fumigaciones, la mujer recordó que hubo problemas por la falta de concientización, "por tener que aspirar el olor a veneno".

"Tenía que encerrar a los gurises porque a la tardecita, el veneno quedaba suspendido en el ambiente, y para protegerlos nos encerrábamos", develó.

Jaime, en otro tramo del debate, comentó que posibilitó que no se desmonten seis hectáreas de campo. "Fue muy difícil porque te dicen `desmontándolo te da más´, pero no es así, el monte nos da la leña para hacer el fuego, da refugio a los animales", remarcó.

"El pueblo me gusta, pero solo un ratito, además, en el campo me esperan los terneros y los pollos", sostuvo cuando le preguntaron si viviría en la urbe.

Sin embargo, esta madre de cuatro hijos, reconoció que siente "un espacio vacío en los días de lluvia, porque aunque aprovecho el tiempo igual haciendo costura, las piezas de mis hijos están vacías".
"Siempre pido que se hagan los caminos"
Gilda Wais, estudiante e hija de Jaime, destacó: "Siempre pido que se hagan los caminos, porque gracias a eso, la gente se queda y pueden ponerse más escuelas para quedarse ahí. El campo es todo, es la tranquilidad, la paz de levantarse por la mañana, escuchar los pájaros, el aroma a campo".

La joven, que actualmente estudia y vive en María Grande, develó que le gustaría ser maestra jardinera. "No comparto las cosas que piensan los jóvenes porque a mí me criaron de otra forma, porque por ejemplo, los fines de semana, ellos quieren ir a una bailanta y yo prefiero ir al campo a estar con mi mamá", aseguró.
"En la combinación se complementan la práctica y los saberes"
La Ing. Agr. Ayeen Franco Donda, encargada de modelos de producción de la Facultad de Agronomía (UNER), comentó: "Hay muchas mujeres que estudian Agronomía y eso es genial porque nos vamos dispersando por distintos sectores".

"Hay chicas que empiezan a estudiar en su deseo de continuar con la empresa familiar, y otros chicos de las ciudades, a los que les causa curiosidad pero nunca tuvieron relación con el campo", indicó, al tiempo que destacó: "Es una combinación, porque la sabiduría que se hace con la experiencia no se la quita nadie, y así se complementan proyectos y talleres de capacitaciones a mujeres que decidan ser emprendedoras".

Fue en ese sentido que la joven oriunda de Don Cristóbal II, donde la mayoría de los vecinos vive de actividades rurales, hizo hincapié en "la preservación del monte, porque es un recurso que tiene mucha importancia por la parte arbórea y la infiltración por el tema de las inundaciones".

"Hay que adaptarse porque hay sistemas que trabajan extensivo con la soja y el trigo, pero hay productores con pequeñas parcelas que tienen pasto, se hace ralea, y se puede aprovechar porque el monte es un recurso muy valioso", destacó.

La joven, quien se desempeña como docente en la Universidad, aclaró que "uno de los temas por las que uno se va del campo es por el tema del acceso, los caminos, el no poder sacar la producción es fundamental, sobre todo cuando ocurren varios días de lluvias".
"Las jornadas laborales de las mujeres rurales son mucho más largas que las de las mujeres urbanas"
Ailén Waldner es activista del movimiento de mujeres. Integra la Red 127/12, estudiante y trabajadora del Estado. "Hoy es el día para la visibilización de la mujer rural y también para la visibilización del trabajo no remunerado que recae en las mujeres rurales, no solamente para la búsqueda de los recursos, en el caso del agua, de la energía eléctrica, en los casos en donde no están. Hay zonas donde las mujeres aún iluminan a kerosene, no ha llegado la línea eléctrica", rescató.

De la misma manera aseveró que "las mujeres trabajan a la par. Ha sido productora de alimentos y han garantizado la accesibilidad a los mismos; pareciera como que recae una obligación en nosotras, las tareas de cuidado y las tareas domésticas que nadie reconoce. Las jornadas laborales son incluso mucho más largas, que las de las mujeres urbanas, que van desde las 16 a 18 horas. Es una situación de desigualdad".

"Participamos el fin de semana, en La Plata, del encuentro de Mujeres. Allí hubo dos comisiones alusivas al trabajo rural. Una se denomina 'Mujeres campesinas y rurales' y la otra 'Mujeres en el ámbito rural'", comentó. También hubo una que se relaciona con estas, que es la de Mujeres de los pueblos originarios.

De la misma manera dijo que "pensar que la pobreza rural, quizá no es estructural en términos de acceso al alimento, pero sí las condiciones de hábitat son sumamente desfavorables. Es eso lo que expulsa a las familias. En muchos casos, las mujeres se trasladan a la ciudad, y su compañero queda ene l campo, por una cuestión de facilidades, de acceso al sistema de salud y educativo".

"Hay a la vez un proceso de expulsión de los jóvenes por el acceso a las tecnologías y el acceso a la tierra, que hoy es uno de los problemas más grandes que afronta la juventud rural que no puede continuar aun queriendo trabajar en el campo, porque no hay tierras y no tienen posibilidades de poder desarrollar actividades productivas dentro de las zonas rurales", hizo hincapié.

Además acotó: "Hoy los centros de salud están pudiendo acercar y abastecer a las mujeres de anticonceptivos. Hoy, las jóvenes tienen la posibilidad de prevenir las maternidades prematuras".

"Es una sociedad donde hay arraigados los mandatos culturales y religiosos, y esto acompañado con la educación secua integral, ha permitido que hoy estas mujeres puedan acceder a esto", manifestó.

Para la activista del movimiento de mujeres "la crisis lechera atraviesa toda la problemática del campo" y genera que "los productores y las productoras se vayan descapitalizando, porque s in darse cuenta empiezan vendiendo un tractor, una vaca, y cuando quieren acordar, están fundidos".
La opinión de los panelistas
El conductor del programa, Lalo Foncea aseveró: "En una provincia como la nuestra, con tanta ruralidad, entender que las mujeres dentro de ese sector de la población representan un parte importante y activa, ameritaba un día. La mujer en el campo es una presencia importante, es protagonista desde hace muchísimo tiempo".

La periodista Luz Alcain resaltó que la ONU "plantea algunas cuestiones que tienen que ver con rescatar un rol que tiene que ver con los recursos naturales, generar alternativas y evitar la pobreza, evitar la emigración a la ciudad de montón de poblaciones, y eso requiere también condiciones de vida dignas de trabajo".

La periodista Ana Tepsich planteó que "ha cambiado y evolucionado el trabajo de las mujeres en el campo". En tanto apuntó: "Se hizo viral un video de una mujer en Chaco, que se mostraba arriba de una trilladora, cosechando trigo. Las mujeres podemos hacer cualquier cosa, si queremos".

El periodista Javier Aragón aseveró: "Los que llegan a la Rural son gente de plata, la mayoría de la gente trabajadora de campo son de Federación Agraria, que tienen pequeñas explotaciones. Mi familia vie en el campo, por lo que esto del día conmemorativo me toca muy de cerca, como un reconocimiento".

El panelista Mariano Kohan se preguntó "por qué se rompen los caminos rurales", y acto seguido remarcó que, "antes había una cultura de respetar el camino".

El periodista Sebastián Martínez apuntó: "Hay que cambiar socialmente todo el campo, para que pueda instalarse más gente a vivir en el campo, que tengan servicios, y mejoras en los caminos para que puedan salir".
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