Paraná Emblema de la ciudad

La Catedral cumple 130 años

La construcción del templo demandó alrededor de 20 años. Fue inaugurada en 1885 y el 4 de febrero de 1942 fue declarada Patrimonio Histórico Nacional.
Cuando se la terminó de construir, la Catedral de Paraná se convirtió en el edificio más alto de la ciudad. El más alto y el más lujoso. No porque no haya habido lujos comparables, sino porque lo había en menor escala. Paraná ya tenía algunas petit mansiones cargadas de mármoles internos y terminaciones de bronces, con vitrales multicolores, pero en ningún otro lado, dentro de la ciudad, se podía hallar todo eso junto y en la magnitud en que sí lo reunía la Catedral.

Hoy, la Catedral de Paraná cumple 130 años. Como con cualquier historia, hay distintas fechas que se pueden tomar para la celebración. Para afirmar que hoy el principal templo católico cumple un siglo y tres décadas se toma en cuenta la fecha de un acto religioso y otro práctico, de la vida material: la bendición del predio y el inicio de las obras.

La construcción demandó veinte años. Entre otras cosas porque las obras avanzaban según la disponibilidad de dinero. Hubo fondos públicos y algunos aportes privados que contribuyen a levantar el monumental templo. La Catedral fue inaugurada en 1885 y el 4 de febrero de 1942 fue declarada Patrimonio Histórico Nacional.

El templo blanco, de columnas monumentales y cúpula celeste es el cuarto edificio eclesiástico que ocupa ese predio frente a la Plaza 1º de Mayo, tal como contamos hace un par de semana en una nota. El templo que antecedió a la actual catedral era de trazos sencillos, con tres puertas a su frente y siete ventanales en el interior. La fachada ostentaba dos torres cuadradas que remataban en una especia de cúpula. El interior no tenía grandes decorados y su único ornato lo constituían sus sencillos altares y algunos cuadros, según cuenta Juan José Antonio Segura, en su libro "Historia eclesiástica de Entre Ríos".
El primer templo fue levantado en 1732. Durante los años 1753 y 1756 se construyó la segunda iglesia. El 11 de noviembre de 1807 se puso la piedra fundamental del tercer templo, de mayores dimensiones y de mejor material que los anteriores, supo El Diario.


Para que la Catedral se construya fue decisiva la voluntad pública. En especial la del gobernador Eduardo Racedo, que gobernó en el período 1883-1887. Se trata de un militar paranaense, que trajo a su ciudad la capitalía, para enojo de la comunidad de Concepción del Uruguay. Es que la capital, hasta entonces, era aquella ciudad de la costa oriental de la provincia. Paraná había sido capital de la Confederación Argentina y había perdido por eso su condición de ser sede del gobierno. La gestión del militar impulsó la reforma constitucional y puso en marcha una política de secularización que entregaba el rol del manejo de las políticas públicas al Estado. Es el caso del registro civil, de la administración de los cementerios, por ejemplo. Antes, la Iglesia no permitía sepultar en el cementerio local a los difuntos que hayan sido de otros credos, que no hayan tenido credo o que fueran de logias masónicas de modo público.

Al cumplirse cien años del gobierno de Racedo, el entonces gobernador Sergio Montiel hizo traer al suelo paranaense a los restos del exmandatario y ex militar, que reposaban hasta entonces en el Cementerio de la Recoleta, junto a los de la esposa de Racedo, Enriqueta Otaño. La idea de Montiel fue que las cenizas, guardadas en sendos cofres funerarios, encuentren un lugar en el interior de la Catedral que el propio ex mandatario había contribuido a levantar. Pero desde la Curia consideraron no darle mejor lugar que el que tiene en la actualidad: en un nicho que da al atrio de la Catedral, sobre la pared que linda con el Colegio del Huerto. Una versión indica que el destino final fue pensado por el actual cardenal Estanislao Karlic, por entonces arzobispo de Paraná, y que para tomar esa decisión pesó que Racedo le haya "quitado a la Iglesia" el manejo del Registro Civil y los cementerios.

El proyectista de la Catedral fue el arquitecto Juan Bautista Arnaldi. El mismo que ideo la inconclusa catedral de Santa Fe. El arquitecto porteño Raúl Piccioni integró un equipo que hizo un seguimiento de la obra de Arnaldi, impulsado por el Museo de la Ciudad de Buenos Aires. Ante una pregunta de este cronista, Piccioni no duda en considerar que la Catedral de Paraná es única en el país por su estilo, que combina lo clásico con el gótico. "Es atípica, de un estilo muy presente en Alemania; muy esbelta, que termina casi en aguja por la inspiración gótica. Se trata de una obra muy esbelta y acabada", describe.

Se ha destacado que el frente es renacentista, que sus cúpulas son de estilo bizantino. La Catedral tiene seis columnas de estilo corintio coronadas con hojas de acanto, posee tres puertas, la principal y dos a los laterales a ambos lados de aquella.

En el frontis del edificio, ese espacio triangular que está al frente, arriba, debería ir una imagen sobre relieve. Ese detalle nunca se realizó y hoy el triángulo que se levanta por sobre las seis columnas exteriores muestra una cara lisa.
Dice el mito paranaense que una estatua de San Pablo debía ir en el atrio, pero que debido a que el barco que la traía de Europa estaba en peligro de hundimiento, debieron tirarla al mar. Lo dicho: todo indica que eso es un mito. No hay ningún testimonio histórico, ni libro, ni registro, ni documentación que avale esa versión. Por el contrario, la hipótesis del especialista en arte religioso, Héctor Schenone, dice que el hecho de que San Pedro aparezca vestido con los atributos de Papa: la mitra, el manto, las llaves del Reino, significa que debe ser erigido sin compañía. En cambio, si la estatua mostrara a San Pedro evocado como apóstol, entonces sí es posible que San Pablo haya tenido un lugar a su lado, contamos en el libro "Relicario".

El arquitecto Marcelo Olmos comparte la idea de que se trata de una leyenda, y aporta un argumento: "En Santa Fe, la catedral nueva nunca fue terminada. Uno puede ver la obra, también del arquitecto Arnaldi, inconclusa. Allá también se creó un mito con el que se busca explicar por qué la obra quedó sin finalizarse: durante décadas se dijo que los materiales necesarios para terminar la construcción venían de Italia, pero que debieron ser tirados al mar porque el barco corría riesgo de hundirse. Un mito que a los paranaenses nos suena muy familiar".

La estatua de San Pedro fue donada en 1896 por León Sola. El autor de la imagen fue el escultor italiano Domingo Di Carli. El artista no habla de otra imagen de San Pablo, lo cual contribuye a pensar que es un mito aquello de que otra gran estatua se perdió en el mar. Desde su taller en Génova, Di Carli contó en una carta que envió a Paraná que estaba "por esbozar un colosal bloque de mármol (de Carrara) que parece casi una montaña. Le diré ?cuenta el escultor? que no se encontraron carros ni vagones para sacarlo de la cantera, por lo que me vi obligado a llevar un pequeño modelo de la obra, para adelgazarlo y poder trasladarlo".
Domingo Di Carli también es autor de la figura del Cristo Redentor de bronce que se encuentra en la parte central del frente del edificio. Se trata de una copia de la imagen que está en el límite cordillerano de Argentina y Chile. El Cristo de la Catedral local fue ubicado allí, en las alturas, en el año 1901.

Se destinaron para el templo obras de arte, ejecutadas en talleres de primer nivel europeos. Es el caso de los 33 vitrales que la Casa Julio Bergés fabricó con cristales pintados y cocidos al fuego en su taller de Toulouse.

Las columnas de mármol llegaban desde Italia hasta Bajada Grande. Y muchas veces era más difícil el trayecto desde el puerto local hasta el predio frente al Plaza 1º de Mayo, que todo el traslado por alta mar. Algunas cosas fueron llevadas desde Bajada Grande hasta el obrador, con bueyes. Otras en tren desde Bajada Grande hasta la estación ferroviaria y desde ahí hasta su emplazamiento definitivo. Contamos en "Relicario": Los carros tirados por bueyes traían las primeras ocho columnas, mientras en Italia se continuaba con la construcción de otras tantas, que llegaron en enero de 1891. De Toscana a Génova y luego al puerto de Buenos Aires por barco de vapor. A Bajada Grande llegaban transportadas por barcos de vela. Esa era la ruta que cumplía la columna vertebral de una obra que concentró un esfuerzo que desbordaba los propios límites de la Iglesia.

En total, hay 92 columnas de las cuales las 16 centrales son de mármol de Carrara, el resto es de mampostería.

El campanario está integrado por cuatro campanas: la mayor o de los Canónigos fue fundida en un crisol en la casa particular del General Urquiza, según algunos historiadores, con aportes de objetos de oro y plata donado por los vecinos; las otras tres fueron traídas de las misiones guaraníticas.

Los altares son 11, de madera tallada, estilo barroco afrancesado, estucados con pintura y polvo de oro. Los pisos fueron hechos en Paraná de estilo morisco y veneciano. Las puertas de la Catedral fueron donadas por Margarita Rams de Madariaga. Eso lo afirma una nota del sitio "Región Litoral", donde no se cita autor, pero sí toma como fuente a El Diario. Agrega que la pila bautismal perteneció al tercer templo y fue bautizado en ella el padre Ceferino Namuncurá.
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