"Yo puedo rezar para que aquel otro sea santo, pero el camino debe hacerlo él, no yo. Caminar ante la presencia de Dios, de modo irreprensible. Y yo usaré hoy algunas palabras que nos enseñen cómo es la santidad de cada día, aquella santidad también anónima: coraje, esperanza, gracia y conversión", agregó el Pontífice.
Sobre la conversión, el Obispo de Roma se refirió a "nada grande, mortificaciones: no, es sencillo. El camino de la santidad es simple. No volver para atrás, sino ir siempre adelante, ¿no? Y con fortaleza", planteó.
"Es tan simple. Yo sé que ustedes jamás hablan mal de los demás, ¿no?. Pequeñas cosas. Tengo ganas de criticar al vecino, al compañero de trabajo: morderse la lengua un poco. Se hinchará un poco la lengua, pero su espíritu será más santo, en este camino", agregó el Papa argentino.