Internacionales Vuelo hacia Cuba

"Rusia y China están en mi corazón", afirmó Francisco

"Es un viaje exigente, que quise mucho", sostuvo el Pontífice durante el vuelo hacia Cuba y México. También hizo un jocoso comentario futbolístico que incluyó a San Lorenzo, Boca y River.
Le regalaron un típico sombrero mexicano -con la imagen de la Virgen de Guadalupe y del continente americano bordados-, que por supuesto enseguida se puso, para alegría de gloria fotógrafos y camarógrafos. Además, dos rosas blancas, varios libros, chocolates, café colombiano, un par de zapatillas para que esté cómodo en su primer viaje a México -donde visitará ciudades de la frontera norte y sur del país, nunca antes pisadas por un Pontífice-, y algo sin precedente: un cajón de lustrabotas.

Como ya es tradición, en el Airbus A330 de Alitalia que, con un vuelo de 12 horas y 15 minutos lo llevará a La Habana -donde se reunirá por primera vez en la historia con el Patriarca ortodoxo de Moscú, Kirill-, en una escala de poco más de tres horas antes de llegar a México, el Papa estuvo casi una hora en la parte trasera del avión, saludando y dialogando informalmente con los cerca de 76 periodistas que viajan en el vuelo papal.

"Agradezco su presencia y el trabajo que harán. Es un viaje exigente, que quise mucho, querido también por mi hermano Kirill y por mis hermanos mexicanos", dijo, micrófono en mano, antes de pasar a saludar, uno por uno a los camarógrafos, fotógrafos y cronistas presentes. Como siempre, entonces repartió bendiciones, firmó autógrafos, recibió dones de todo tipo, hasta la invitación a un casamiento y dos rosas blancas, una de ellas entregada por esta cronista de parte de una sobrina que vive en Buenos Aires. Quienes conocen a Jorge Bergoglio saben que las rosas blancas para él tienen un significado muy especial, por su devoción a Santa Teresa de Lisieux, a quien le reza cuando tiene una dificultad por delante, como puede ser su primer encuentro de la historia con el Patriarca Ortodoxo de Moscú.

Al respecto, cuando, a la hora del recorrido para saludar, un periodista le preguntó "¿Cuándo nos va a llevar a Rusia?", Francisco contestó sin pelos en la lengua y juntando las dos manos como para ponerse a orar: "Rusia y China están en mi corazón, recen por ello". Su encuentro con Kirill, el primero de un primado católico y uno ortodoxo ruso, después de casi mil años de separación, desencuentros e incomprensiones, de hecho, se espera que pueda abrir las puertas al objetivo soñado especialmente por san Juan Pablo II: un viaje a Moscú. Viajar a China -que no tiene relaciones diplomáticas con el Vaticano desde hace más de cincuenta años-, es otro deseo del Papa jesuita, que sigilosamente está trabajando para un acuerdo para superar la conflictiva cuestión de la designación de obispos. Recientemente, en una entrevista que concedió a Asia Times, elogió la sabiduría china y le envió buenos augurios de año nuevo lunar a su presidente, Xi Jinping.

Cuando otra periodista, al pasar, le advirtió "cuidado con los rusos, que son duros", si bien al principio Francisco no dijo nada, luego reaccionó con humor: "con un poco de vodka allí y un poco de tequila allá", todo podrá solucionarse, rio.

A los periodistas argentinos presentes en el vuelo, los sorprendió con una pregunta crucial: ¿cómo terminó San Lorenzo-Boca?. "Sé que hubo goleada, pero ¿cómo fue?", insistía, comentando, por otro lado, que en todo caso siempre era mejor "comer pizza (perder con Boca), que comer caldo de gallina" (en alusión a River).

Más allá del buen humor, hubo un momento muy emotivo cuando Noel Díaz, periodista mexicano del canal El sembrador de Nueva Evangelización, le regaló algo jamás recibido por un Papa: un cajón de lustrabotas.

Nacido de madre soltera en una casa de cartón de Tijuana, ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, Noel, de hecho, le contó que comenzó a trabajar de niño como lustrabotas cuando se enteró, a los ocho años, que no podía hacer la primera comunión porque su mamá no tenía dinero para comprarle la ropa.

"Yo me dije ´tengo que trabajar para conseguir un cajón para lustrar botas, y así trabajé para conseguir dinero y comprarme un pantalón y una camisa para hacer la primera comunión". Noel, que fue deportado dos veces de Estados Unidos, ahora es un directivo de una industria óptica y vive en Los Angeles, donde fundó un canal de televisión y seis estaciones de radio, en los que trabaja de voluntario. No sólo le regaló a Francisco un cajón de lustrabotas -símbolo de esos descartados a los que no hay que olvidar-, sino que también se inclinó ante él para lustrarle los zapatos, en medio del estrecho pasillo del avión y ante los ojos sorprendidos de todo el mundo. "Ahora voy a ser el lustrabotas del Papa y él me dijo que sí", contó a La Nación más tarde, sin ocultar su emoción.

"Quise recordarle que hay mucha gente que trabaja, gente honesta, que no sale en las noticias que está ahí y que lucha día a día por traer el pan a la mesa", explicó. Noel, casado y padre de tres hijos, también le regaló a Francisco un libro escrito por su padre, donde el Papa le dejó escrito, con su pequeña letra: "gracias por su ejemplo, rece por mí".
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