Sociedad Encuentro en el Vaticano

Sínodo de obispos: Cierran las puertas a cambios sobre divorciados

Antes de que comenzaran los debates, un sector de los cardenales desestimó cambios de fondo para los divorciados vueltos a casar, que no pueden acceder a la comunión. Hubo marcha atrás respecto a las conclusiones del sínodo del año pasado.
En el primer día de la asamblea de obispos de todo el mundo y más allá de los llamados del Papa a escuchar al Espíritu Santo, el sector conservador de la Iglesia le cerró las puertas a cualquier gran cambio en cuanto a la cuestión de los divorciados vueltos a casar, que no pueden comulgar, uno de los grandes temas de batalla entre los purpurados.

En un informe introductorio que el cardenal Peter Erdo, relator general del sínodo, leyó ante 270 padres sinodales y el propio Papa, en efecto, hubo una evidente marcha atrás con respecto a las conclusiones del sínodo del año pasado.

Purpurado húngaro, conservador, Erdo desestimó la opción de la vía penitencial, caso por caso, que plantea el Instrumentum Laboris, es decir, el documento preparatorio del sínodo, inspirada por el cardenal progresista alemán Walter Kasper. Y reiteró como única opción la línea tradicional (de la exhortación apostólica Familiaris Consortio, promulgada por Juan Pablo II en 1981), que indica que los divorciados vueltos a casar pueden acceder a la comunión sólo si viven su relación en continencia, "evitando provocar escándalo".

Sin embargo, en el Instrumentum Laboris -elaborado a través de las respuestas de los fieles de todo el mundo a un segundo cuestionario requerido por el Papa, las consultas de los episcopados de todo el mundo y el informe final del sínodo del año pasado- hay un enfoque más aperturista.

"Sin poner en discusión el ideal de la unicidad del matrimonio", el documento admite que en los casos de los divorciados vueltos a casar que viven en una "convivencia irreversible", pero que piden recibir la comunión, "existe un común acuerdo sobre la hipótesis de un itinerario de reconciliación o vía penitencial, bajo la autoridad del obispo". Este párrafo misteriosamente desapareció del informe leído ayer por Erdo, algo que causó malestar en sectores aperturistas, que lo cuestionaron, según pudo saber La Nación.

¿Por qué semejante marcha atrás? En una conferencia de prensa, Erdo explicó que su informe "era el resultado objetivo y matemático de las voces de la Iglesia" que había ido recolectando en la etapa de profundización que hubo entre los dos sínodos.

El cardenal francés, André Vingt-Trois, arzobispo de París, que estaba a su lado, fastidiado ante las preguntas por la virtual marcha atrás, fue más allá. "Si vinieron a Roma con la idea de un cambio espectacular de la doctrina de la Iglesia, van a quedar decepcionados", sentenció.

"No es que este sínodo se reúne para no decir nada", retrucó enseguida el arzobispo Bruno Forte, secretario especial del sínodo, también presente en la conferencia de prensa, al expresar su desacuerdo.

El intercambio de opinión dejó en claro el clima de tensión reinante entre los obispos. Si bien muchos insisten en que no existen "dos bandos opuestos que vinimos a defender posiciones irreductibles", como dijo el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga en su homilía luego de la oración de apertura, la realidad parece muy distinta.

Por la mañana, en un breve discurso ante los 258 padres sinodales presentes en el Aula del Sínodo, el Papa recordó que esta asamblea "no es un Parlamento, donde para alcanzar un consenso o un acuerdo hay negociaciones, pactos o compromisos". "El único método del sínodo es abrirse al Espíritu Santo, con coraje apostólico, humildad evangélica y oración", agregó Francisco.

Como ya había hecho el año pasado, cuando tuvo lugar otro sínodo, primera etapa de un proceso que culminará en tres semanas, el Papa pidió a los presentes hablar con franqueza "poniendo siempre delante de nuestros ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la ley suprema".

Al margen de destacar que el sínodo "no es un Parlamento", sino un "espacio protegido en el que la Iglesia experimenta la acción del Espíritu Santo", Francisco llamó a tener coraje apostólico, humildad evangélica y oración confiada. Al explicar el coraje apostólico, advirtió del "endurecimiento de algunos corazones que, pese a las buenas intenciones, alejan las personas de Dios".

Y al hablar de la humildad evangélica, recordó que ésta "lleva a no apuntar el dedo contra los otros para juzgarlos, sino a tenderles la mano para volver a levantarlos, sin nunca sentirse superiores a ellos", en una frase que pareció apuntar a los sectores más intransigentes.
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