Sociedad Responsabilidad

Preocupa la cantidad de chicos que se ausentan del hogar de modo voluntario

Ante casos con desenlaces trágicos, crece la angustia de los padres cuando sus hijos no vuelven a dormir y no avisan. La alarma se enciende en las redes. Cómo revertir un fenómeno que encierra otras problemáticas sociales de fondo.
La situación es desesperante. Advertir que un hijo no volvió a su casa a la hora pautada, no avisó que se demoraba ni atiende el teléfono al intentar establecer un contacto suele provocar un estado de gran angustia en su familia.

Habitualmente, los casos más dramáticos aparecen en la memoria colectiva y aunque no se quiera, algún pensamiento desgraciado se cuela y se desata una alerta inmediata.

Parientes, amigos, allegados, y a partir de la irrupción de las redes sociales también personas desconocidas, se hacen eco de la búsqueda, compartiendo la foto de quien falta del hogar desde hace varias horas, o incluso días; y algún número de teléfono para aportar datos.

Durante las últimas tres semanas hubo al menos cuatro hechos públicos de adolescentes que por algunas horas mantuvieron en vilo a los paranaenses, al menos a los que son usuarios de Facebook. Las imágenes con los rostros de Bryan, Facundo, Sofía y Tamara fueron compartidas cientos de veces por personas solidarias y preocupadas, que decidieron ayudar de este modo para que se diera con el paradero de los jóvenes. Afortunadamente, en medio de un clima social muy sensibilizado por los trágicos desenlaces de otros casos muy recientes, cada uno fue hallado sano y salvo y regresó a su entorno.

Sin embargo, la cuestión encierra otras problemáticas, que reabren el debate sobre el rol de quienes están a cargo de la educación de quienes transitan la etapa previa a la adultez; una instancia que significa un desafío mayor en los tiempos que corren.

El licenciado en Psicología Sebastián Sigal señaló a UNO que muchas de estas cuestiones se generan porque los padres no le ponen límites a sus hijos. "Frente a esta falta de límites los chicos tienen la percepción de que pueden hacer cualquier cosa, total no pasa nada, y que los padres solamente por su condición están obligados a aguantar todo tipo de comportamientos, como estos que generan angustia y son difíciles de sobrellevar", dijo, y agregó: "Los adolescentes tienen poco registro de la desesperación que pueden provocar si no van a dormir, si desaparecen o no avisan dónde están, porque para ellos no es importante, y además después por lo general no pasa nada: si hay un reto o una penitencia, son livianos, y no hay mayores consecuencias".

El profesional aclaró que hay etapas para poner límites: "No es lo mismo alguien de 13 años que uno de 23. En el primer caso si no avisa o no regresa a cierto horario, se puede establecer que no salga más hasta que cambie su actitud, por ejemplo. Pero en el caso de un joven más grande, si no internalizó un límite cuando era más chico, no se puede hacer demasiado: si no pudo internalizarlo antes, a los 23 no va a registrar que una persona en su casa está preocupada porque no volvió a dormir". En referencia a esto, Sigal opinó que "la adolescencia está muy corrida: hay gente que tiene 30 o 40 años y tiene comportamientos inmaduros". También sostuvo que "las prioridades de los chicos están puestas en sus amigos, en ir a bailar y otros temas. No les interesa qué les pasa a los padres, que se transforman en una especie de cajeros automáticos o en alguien que los lleva en auto a donde van".

Sobre cómo revertir este tipo de eventualidades, aclaró: "Es bueno que los padres charlen con los hijos, pero para eso hay que tener un vínculo sano. Solo si hay buena relación se puede hablar y acordar algo. En la actualidad es frecuente que no haya buen vínculo y muchas veces los padres no se dan cuentan; son los chicos los que sienten que no les prestan atención, que el padre les grita. Una buena pregunta que pueden hacerse los padres es qué están haciendo mal y no echar toda la culpa a los hijos".

Por último, reflexionó: "Las personas suelen ser muy buenas para darse cuenta de todo lo malo que hacen los otros, pero muy malas para ver lo que hace cada cual. Si uno no se hace cargo de sus errores, es muy difícil construir algo". En la Argentina, según datos del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas, en 2014 se registraron 6.047 casos. La cifra creció un 8,13% en relación a 2013, donde se reportaron 5.538 hechos de este tipo. Desde el organismo indican que "el 84,6% de los chicos de entre 12 y 17 años se fue por voluntad propia. Las razones tienen que ver con maltratos y conflictos familiares".
El comentario no será publicado ya que no encuadra dentro de las normas de participación de publicación preestablecidas.

NOTICIAS DESTACADAS