Insistió, lo buscó, dejó todo, pero San Lorenzo nunca le encontró la vuelta al partido. Fue dominador por actitud, mostró fervor para capturar rápido el balón y administrar el juego. Pero no tuvo ideas en los últimos metros de la cancha. Ahí se bloqueó, se encegueció. Y a medida que fueron pasando los minutos, el equipo de Bauza aumentó su desesperación. Suele ocurrir que el apuro obnubila las ideas y sucedió que al Ciclón le faltó claridad y paciencia de tres cuartos de cancha hacia adelante También hubo mérito de Banfield, que supo cerrarle los espacios. Salvo ese cabezazo increíble que desperdició Caruzzo en el primer tiempo, San Lorenzo no contó con otra ocasión manifiesta de gol. Igualmente, por las dudas, Bologna se mostró seguro.
Bauza intentó modificar el desarrollo con los cambios pero es notorio que a San Lorenzo le faltó juego. El próximo domingo, contra Boca, tendrá una prueba de fuego en la que deberá mejorar algunas cosas, aumentar el volumen de juego, ser más profundo y estar más certero en la definición si quiere quedarse con los tres puntos y con el liderazgo del campeonato en soledad.