Sociedad El presidente Macri lo recorrió

El rompehielos Irízar volvió a navegar después de 10 años

El emblemático buque fue reparado, modernizado y quedó listo para participar de la Campaña Antártica.
El presidente Mauricio Macri recorrió este mediodía, en el puerto de la ciudad de Buenos Aires, el rompehielos ARA Almirante Irízar, que esta semana, luego de ser reparado y modernizado, volvió a navegar después de 10 años y quedó en condiciones de participar de una nueva Campaña Antártica.

Macri sostuvo que la recuperación de este emblemático buque es una demostración de "nuestra capacidad y de lo que los argentinos somos capaces de hacer cuando trabajamos juntos".

"El tiempo pasa. Hace más de una década que tenemos fuera de servicio esta nave insignia de nuestro Programa Antártico. Realmente representa mucho lo que está pasando hoy", afirmó el Presidente.

Acompañaron al Jefe del Estado en las instalaciones del astillero Tandanor el ministro de Defensa, Julio Martínez; el jefe de la Armada, Marcelo Srur y el capitán de la nave, comandante Maximiliano Mangiaterra.

Macri destacó la importancia de volver a contar con el Irízar por lo que significa su aporte "en la investigación científica y tecnológica" para la lucha contra el cambio climático.

"Parece que fue ayer cuando en el 2007 nos enterábamos del incendio en alta mar. Durante más de 7 horas, 200 compañeros argentinos entre las olas y el frío esperando ser rescatados", recordó el Presidente.
"Y alguien que estaba ahí, como jefe de Operaciones, volverá a la Antártida, el lugar donde pertenece este rompehielos, como capitán, el comandante Mangiaterra", subrayó Macri.

"Este momento de entusiasmo y de esperanza es contagioso. Esta mañana aterricé de los Estados Unidos y me la pasé hablando de lo que ustedes son capaces de hacer trabajando juntos", señaló en su mensaje a la tripulación y a los trabajadores del astillero.

"Encontré mucho afecto, muchas ganas de acompañarnos, mucha ganas de apostar por nosotros, los argentinos", remarcó.

Macri afirmó que "estamos en el camino de creer en nosotros mismos, de decirnos la verdad, porque la verdad es lo que consolida la confianza".

"Cuando hay confianza nos animamos a reparar y a modernizar un buque de este tamaño y de esta sofisticación tecnológica. Esa confianza es la que tenemos que consolidar y confirmar todos los días", agregó.

El Presidente recorrió toda la nave y fue informado en detalle de los trabajos realizados, no sólo para reparar los daños que había sufrido, sino para reconstruirlo y modernizarlo en el marco de un proceso que lo convierte en un rompehielos único en el hemisferio sur, ya que incorporó tecnología de última generación.

El Irízar es desde 1979 el buque insignia del Programa Antártico Argentino y el martes pasado zarpó del puerto porteño para efectuar una navegación de ajuste de propulsión luego de permanecer una década fuera de servicio por un incendio que sufrió en 2007.

Durante el viaje se realizaron verificaciones y ajustes de sistemas, equipos y motores para evaluar su respuesta ante diferentes exigencias. Es un paso necesario en el proceso de las Pruebas de Aceptación tanto de Puerto (H.A.T. - Habor Acceptance Test) como de Mar (S.A.T. - Sea Acceotance Test) y de Hielo.

Estas pruebas, de las que también participó personal de Tandanor, permitirán obtener la certificación final del Der Norske Veritas (DNV) de Noruega, una de las Sociedades de Clasificación más exigente del mundo.

Además, duplicó su capacidad de transporte de Gas Oil Antártico (GOA) e incrementó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica.

Y se reacondicionó a nueva el área médica conformada por sendas salas de terapia intensiva e intermedia; un quirófano de última generación; un consultorio odontológico y un centro de rehabilitación para hipotermia aguda.

También se amplió la capacidad para transportar pasajeros con menor necesidad de tripulación, que pasó de 250 a 313 personas, y se reconstruyeron los 203 compartimentos, de los cuales 83 corresponden a camarotes.

La obra insumió más de 1.200.000 horas hombre y trabajaron por día entre 150 y 200 personas, entre contratistas y planta propia del astillero.
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