Sociedad Cuenta con cinco víctimas

Zavalla, una ciudad santafesina sin consuelo por la tragedia de la Ruta 33

Cinco de los doce muertos eran de Zavalla. El doloroso lamento de la localidad tras el choque entre dos colectivos, el viernes pasado, en la ruta 33. Los vecinos organizaron una protesta frente al ingreso al pueblo. Hubo bronca y tristeza.
Zavalla era ayer una ciudad de luto. El impacto de la tragedia que se cobró el viernes 12 vidas en la ruta 33 tras la colisión de dos colectivos interurbanos fue tremendo: de esos fallecidos, cinco eran zavallenses. Fue un durísimo golpe para una localidad de apenas 8 mil habitantes, de los cuales 1.200 son estudiantes. La comuna decretó duelo por tres días, toda actividad festiva por el fin de semana largo de carnaval fue suspendida. Los allegados a los muertos se apiñaban en la puerta de las dos casas velatorias del pueblo bajo el infalible sol de febrero al mediodía. Los rostros afligidos, los ojos enrojecidos. Y los puños apretados.
Fueron cinco víctimas
Cinco vecinos. Cinco vidas que quedaron truncas. El dolor se mezclaba con la bronca de saber que era la crónica de una muerte anunciada. Ninguno duda al momento de afirmar que fue un siniestro que se veía venir: "Hace años que nos quejamos por lo peligroso que es el servicio de Monticas. Van 50 personas en un colectivo que puede llevar 30 sentadas. Pero lo tenés que tomar porque no existe otra manera de llegar a trabajar o estudiar", cuenta Hugo, que trabaja como guardia de seguridad en Rosario y lo usa todos los días. Para los que no tienen un auto en la familia, es la única forma de conexión: un remis hasta el centro rosarino sale 500 pesos.


LaCapital llegó hasta Zavalla para reconstruir las historias de los fallecidos. Algunos eligieron recordar aspectos felices de la vida de los difuntos: "Mi tío tenía una vida muy activa, ligada a la música (tocaba el contrabajo) y a los amigos. Había trabajado durante 30 años en la Facultad de Ciencias Agrarias. Con sus 82, daba vueltas por todo el pueblo en bicicleta. Nunca estaba en la casa", contó con una sonrisa Luciana, sobrina de Juan Burzacca, que nunca se casó ni tuvo hijos.
El destino
El día del choque, Burzacca volvía de hacer un trámite en los Tribunales de Rosario junto a Jorge Fargioni (62), otra de las víctimas. El destino quiso que Fargioni no sacara el auto esa mañana, por temor al tránsito del centro rosarino. Separado y sin hijos, sus sobrinos lo recordaron como un hombre alegre y fanático del vino: llegó a construir una máquina para fabricar la bebida. Se había jubilado hace poco después de trabajar 35 años en Gherardi, una fábrica de implementos agrícolas de Casilda. Hubo un detalle dramático que casi impide su velatorio: las autoridades confundieron el cuerpo y enviaron a Zavalla el de otra persona. Su hermana tuvo que viajar ayer por la madrugada a identificarlo en el Instituto Médico Legal para que le entregaran el cadáver correcto.

En la misma casa de servicios fúnebres despedían a Juana Ferreira, una señora de 69 años que ese día volvía de Pérez tras una sesión de kinesiología. Había nacido en Corrientes pero vivió casi toda su vida en Zavalla. Era viuda y de pasar humilde, y hacía poco tiempo había fallecido la persona en la que había depositado media vida: un hijo discapacitado de 34 años.
Cerca de las 13, frente a la parroquia del pueblo comenzó el primer cortejo fúnebre, con una caravana de autos que acompañaron el cuerpo de Gustavo Souza, el chofer del colectivo que sufrió el impacto de la unidad desacarrillada. Lo paradójico es que para llegar hasta el cementerio, la procesión tomó la misma ruta fatal en la que se accidentaron los víctimas. El conductor, de 48 años, dejó una mujer y tres hijos: un adolescente de 14 años "al que llevaba a todos lados a jugar al fútbol", según sus amigos, y dos nenas de 8 y 9. "Gustavo conocía a todos los que tomaban el micro. Era muy querido", contó un familiar.

Los ánimos poco a poco se caldearon hasta que algo estalló. A las 15 se organizó espontáneamente por redes sociales una protesta de 500 vecinos frente al ingreso al pueblo para que no entren ni salgan los ómnibus. "Ningún colectivo de Monticas ingresa al pueblo. No sólo somos nosotros, sino también los choferes que perdieron a sus compañeros y deben seguir trabajando a pesar de la bronca y la tristeza", dijeron los vecinos. La bronca subió y terminaron cortando la ruta 33.
El terrible drama de la familia Fernández
Sin dudas la historia más dramática es la que le tocó a la familia Fernández. Joana, de 20 años, falleció en el choque mientras volvía de Rosario de ver a su nena de un año y medio, internada en el Centenario con problemas pulmonares. Luego de días sin dormir, retornaba a su casa en Zavalla. Junto a ella iba a su hermana Gianella (35), que al cierre de esta edición estaba en estado crítico en el Heca. Joana, que era madre soltera, tenía además una beba de tan sólo 3 meses.
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