Sobre el estado de salud, se indicó que el resultado final que dieron los estudios es que no quedan rastros de células malignas, de modo que no hará falta someterlo ni a terapia de rayos ni a quimioterapia. Sólo le falta recuperar la fuerza y movilidad plena de las piernas, cuestión que logrará con ayuda kinesiológica y ejercicios. Monseñor manifestó que está viviendo por primera vez en su vida la experiencia de la enfermedad y que esto ha sido y es una enorme riqueza espiritual, que le ha mostrado lo que es la caridad de la Iglesia y el valor que tiene la vida de tantas personas que se dedican a asistir a los enfermos. En lo personal, como dice, ha tenido que aprender a estar enfermo y a vivir una nueva manera de servir al Señor y a la Iglesia.
En cuanto a las visitas y llamadas telefónicas, desde el Arzobispado dieron cuenta que le recomiendan "prudencia, para evitar cansarlo y no dilatar su restablecimiento". Los sacerdotes como seminaristas pueden visitarlo cuando puedan, y a los laicos en general se les ruega que realicen las visitas con previo aviso.