Sociedad Culpa de la piratería

Santa Fe le dice adiós al último videoclub tradicional de la ciudad

El local de San Jerónimo al 1900 en la ciudad de Santa Fe sobrevivió 25 años. Tuvo una clasificación de películas única; pero la piratería y los costos de mantenimiento no aguantaron la ecuación económica.
Es el fin de una era cinéfila, empujada hacia el abismo por los vicios de la modernidad ?la piratería, en primer lugar? y los vaivenes de las coyunturas económicas. Cerrará sus puertas en los próximos días Mundo Megavideo, el último cineclub tradicional de la vecina ciudad de Santa Fe, ese enorme local de calle San Jerónimo al 1900. Quedan a duras penas otros videoclubes más chicos. Pero éste fue el último Parnaso de los cinéfilos.

Desde este lunes y en los próximos días, el titular del local, Nicolás Vallejo, abrirá el local sólo para "regalar" DVD's a módicos 15 pesos, y algunos VHS's a tan sólo 5 pesos. Éstos últimos "si fueran libros, serían incunables", dice el hombre de 44 años que la remó dos décadas y media. Liquidará los títulos que le quedan, pero ya no tomará alquileres de películas.

Mundo Megavideo llegó a tener más de 30 mil VHS's y unos 14 mil DVD's. Fue el primer videoclub en traer el Blu-Ray ?formato de alta calidad de definición superior al DVD? a la ciudad. Es decir, innovó. Pero la mayor innovación del lugar fue su sistema de clasificación de las películas para alquilar.

Los títulos estaban separados por género (Acción, Aventuras, Comedia, etc.) pero también por la filmografía de un determinado director, o el lugar de procedencia de la película. Cuando fallecía un director importante, por ejemplo, se hacía una clasificación especial de éste a modo de homenaje.

"Hacer esa clasificación llevó años. Se empezó con el VHS, donde había mayor cantidad de títulos. La etapa del VHS fue mucha más larga que la del DVD. Entonces, debimos organizar la oferta de títulos en función del enorme volumen de películas que teníamos y de lo que la gente más nos pedía. Nos permitía ser más dinámicos en esa respuesta", relata Vallejo.
El videoclub también usaba un software de gestión, donde se cargaban los datos técnicos de cada película. Así, iba un cliente y pedía la película donde actuaba mengano y dirigía sultano. "El programa informático nos daba toda la información para detectar la película y responder de inmediato el requerimiento del cliente", precisa el propietario.
Triste, solitario, final
"Me adapté a los cambios hasta donde pude, pero debo cerrar. Estoy muy triste por esta decisión. Primero, porque me quedo sin mi principal fuente de trabajo. Tengo tres hijos chiquitos y ahora debo empezar de cero. Pero también estoy triste por los motivos que llevaron a bajar las persianas", cuenta Vallejo con un dejo de angustia.

¿Y cuáles son esos motivos? "No hay un único villano. Pero los cambios tecnológicos y sociales traen a veces coletazos inevitables. Cierro porque la gente dejó de concurrir al videoclub. Principalmente por la piratería, por la descarga ilegal de filmes y la venta de copias truchas callejeras".

Lo más grave es que la piratería es un delito socialmente consentido. Vivimos en el país de La Salada

Además de eso, los costos se mantienen o peor, suben. El alquiler del local sube, la luz se va para arriba, y los productos en Blu-Ray son demasiado caros. Eso generó un costo total laboral, impositivo y de mantenimiento muy alto e insostenible.
Lo ilegal naturalizado
"La piratería nos pasó por encima a todos los videoclubes. Porque la gente nunca dejó de mirar películas en su casa. Pero lo hace de manera ilegal, con las descargas de Internet o las compras callejeras. Las plataformas legales (como Netflix) no inciden en nuestro negocio, porque cada estreno siempre pasa primero por el cine, luego por el videoclub y recién después a los canales de distribución online legales", explica.

El problema es la ilegalidad naturalizada. "Esto es muy argentino: aquí descargar películas es un delito, pero está socialmente aceptado. Quien dice que se descarga ilegalmente una película lo dice con total naturalidad".

"Venían personas al videoclub a buscar una determinada película porque en Internet no habían podido descargarla, nos decían. 'Al menos no me lo cuentes, guardátelo', he llegado a decir", recuerda Vallejo y se le escapa una sonrisa.

Blu-Ray y después...

Este formato revolucionario era el futuro de los locales de alquiler de películas. "Pero le echaron un ancla. Estos últimos años, con las inestabilidades económicas, y al estar directamente atado al valor del dólar, los costos se fueron por las nubes. Un disco Blu-Ray es muy difícil de adquirir en la Argentina, aunque en el resto del mundo es un formato absolutamente impuesto y accesible", explica Vallejo.

¿Y ahora qué? "Ahora estoy muriendo con las botas puestas", vuelve a sonreír el titular del local que está por cerrar. "Incursionaré en otro negocio, ya veremos. Y a los santafesinos amantes del buen cine, decirles que resistan a la naturalización de la ilegalidad". Con el cierre de Mundo Megavideo, termina el Parnaso de los cinéfilos. (El Litoral)
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