Sociedad El fatídico 13 de febrero

Se cumple un nuevo aniversario de dos misteriosas desapariciones en Entre Ríos

El arquitecto Mario Zapegno desapareció en el 2000 y el contador Amado Abib en 2003. Ambos un 13 de febrero, y poco a poco, sus casos fueron pasando al olvido. Son los desaparecidos de los que nadie habla.
El arquitecto Mario Zapegno desapareció en el 2000 y el contador Amado Abib en 2003. Ambos un 13 de febrero, y poco a poco, sus casos fueron pasando al olvido.

Fueron noticia en la tapa de los principales diarios y los mas destacados portales informativos a poco de suceder cada hecho. Ocasionaron reuniones con cúpulas policiales, jueces y con funcionarios políticos de diferentes gestiones.

Cada año merecían un recordatorio, y el cada vez más impotente pedido de esclarecimiento por parte de sus familiares, se fue apagando poco a poco. Fueron bajando los brazos y perdiendo las esperanzas de saber dónde fueron a parar. Incluso, ya los dan por muertos, pero al menos quisieran conocer qué les ocurrió.

Ambos vivían en Paraná y cuentan con una fecha en común que los une en esta historia plagada de interrogantes: el 13 de febrero. Zapegno desapareció en el 2000 y Abib en 2003 y nunca más se supo de ellos.
Zapegno y el Policía
En el caso de Zapegno, al cumplirse los seis años de su desaparición, -en 2006- Nelly, su madre, habló públicamente por primera y última vez con el cronista de esta Hoja, y contó a El Diario que en su desesperación por saber lo que le había pasado, llegó a recorrer, cual si fuera una investigadora del caso, los últimos lugares por donde se lo había visto a su hijo y aseguraba que todas las pistas finalizaban en la zona de la localidad de María Luisa.

En una entrevista publicada por este matutino en el 2006, Nelly Zapegno reconoció haber hablado con personal policial de María Luisa, y confesó que extraoficialmente, un uniformado le llegó a mostrar un libro de guardia en el que se confirmaba que Zapegno había sido desviado de su tránsito por la ruta 12 y llevado a esa dependencia policial. Aunque su estadía -según habría determinado la Justicia- no fue asentada en los libros de guardia del destacamento.

La desesperación y la angustia hizo que Nelly intentara averiguar personalmente lo que pasó con su hijo. Llegó a esa localidad del departamento Paraná, y según dejó plasmada en una entrevista grabada oportunamente en su domicilio de calle Mitre, descubrió cosas de su hijo que hasta ese momento desconocía. Supo que Mario había tenido problemas por una historia de neto corte pasional por su relación con una mujer de esa localidad.

El arquitecto había enviudado tiempo atrás. Su esposa, oriunda de Crespo, integrante de una familia muy conocida y ligada a una importante firma comercial, había fallecido debido a una cruel enfermedad.

Nelly aseguró en aquel entonces que mientras tuvo a Mario presente jamás le confesó ninguna nueva relación formal. Por eso, la mujer dijo sorprenderse cuando le hablaron de una joven oriunda de María Luisa, de nombre Patricia, a quien firmemente decidió buscar.

Amenazas

Al encontrarla dijo que "la chica me contó que a Mario lo habían amenazado para que la dejara. Ella tenía otro hombre, que al parecer tenía alguna relación con la policía de esa localidad. Esa chica me aseguró que la amenaza era de muerte", manifestó Nelly aquella vez.

Respecto de la investigación policial y judicial, la mujer agregó que "hubo cosas que no me gustaron cuando el caso estuvo en la Justicia. A la policía de la comisaría de María Luisa le exigieron el libro de guardia y el que entregaron primero, no tenía nada que ver con uno que a mí me mostró un agente, a solas, compadeciéndose de mi situación".

"En ese libro de guardia figuraba una detención para identificación de mi hijo, cosa que me pareció muy raro. Finalmente, la causa quedó dormida en el Juzgado Nº 5, pero hubo una fiscal que quería llegar al fondo de la cuestión. Un día se enojó por algunas cosas que yo no sé y me dijo ofuscada: 'Esta es la justicia que tenemos, vio'".

Lo cierto es que el próximo sábado 13 de febrero se cumplen 16 años de la desaparición de Zapegno. Ni él, ni su Volkswagen Polo rojo, con el que salió aquella mañana pudieron ser ubicados hasta hoy.
De Abib, sólo el auto
"Nada se ha avanzado en la causa por la desaparición de mi padre. En los primeros años me llamaban para tenerme al tanto, pero ahora ya no se investiga, quedó parado todo", dijo en una consulta realizada en 2011 Silvia, hija del contador Amado Abib. También el próximo sábado, 13 de febrero, se cumple otro aniversario, el decimotercero y nada ha cambiado.

¿Quién podía pretender hacer desaparecer a un jubilado de 85 años, apasionado por las golosinas y cuya distracción era subirse a su automóvil para recorrer localidades del departamento Paraná?

Pero desde ese 13 de febrero de 2003 no regresó jamás. Poco después de la denuncia de sus hijos, que se inquietaron por su ausencia, el automóvil fue hallado en un camino de tierra de Colonia Güemes, en el departamento Paraná Campaña, rumbo a Hernandarias. El coche estaba en un badén con barro, cerrado con llave, pero no se notaba que se hubiera empantanado ni con algún desperfecto. Supusieron que el anciano podría haberse sentido descompuesto y bajó del coche para perderse en la descampada zona. Lo buscaron con perros adiestrados, con centenares de cadetes de la Policía, lo intentaron desde el aire, pero era como si se lo hubiera tragado la tierra. Nunca más se lo volvió a ver.

En ese entonces se trataban de disimular algunos detalles, pero un integrante de la familia admitió alguna vez que Abib, pese a su edad, era muy "galante con las mujeres" y se llegó a pensar que quizá "alguna dama" buscara embaucarlo para aprovecharse de él. Si fue o no fue así, nunca se pudo saber.

Las declaraciones recurrentes de su hija, Silvia, eran para reconocer públicamente en declaraciones periodísticas que "no hay nada. Lo que se hizo, los rastrillajes, fueron al principio, y después, como no encontraron ningún rastro, se dejó de investigar".

"Te ganan por cansancio", confesó desesperanzada la mujer ya hace algunos años, al dejar en claro que, durante mucho tiempo, "fuimos y vinimos, yo luchaba, averiguaba, pero como ves que nadie hace nada, te cansas y por la misma familia, tenés que salir adelante".

Dudas, casualidades y el caso Gill

A principios de 2007, a poco de asumir el ahora ex jefe de la Policía de Entre Ríos, Roberto Massuh, se escuchó una versión que ponía bajo sospecha a personal policial en un llamativo juego de "casualidades", en los casos Zapegno, Abib y también de la desaparición de la familia Gill, en Crucecitas Séptima.

Lo hizo público en ese entonces quien era querellante en el caso Gill, el abogado Elvio Garzón, quien ya no ejerce en la actividad privada, por haber sido designado juez en Paraná.

"Es una hipótesis, no está probada ni consta en el expediente", mencionó Garzón en una entrevista en 2007. En alusión a que le llamaban la atención algunos nombres de los mismos policías prestando servicios en dependencias cercanas a los hechos.

"El que fuera el primer querellante en la causa Gill había reconocido en una nota publicada que `los comentarios parten de opiniones objetivas de personas, pero nunca se avanzó en esta posibilidad concreta y cada vez que pedimos profundizar esta línea chocamos con numerosas trabas´".

Finalmente, Garzón había dicho que "de la investigación que hicimos por nuestra parte, no sólo nos llegaron fuertes rumores de que personal policial podría haber participado del episodio con la familia Gill, sino que casualmente, uno o dos uniformados también estaban destinados a algunas comisarías cuando se produjeron las desapariciones de Abib y de Zapegno".

En ese momento el comisario Massuh, siendo jefe de la Institución Policial, al enterarse de estos dichos mencionó que "en la institución que dirijo no se cubrirá o protegerá a nadie de ninguna investigación judicial, por lo que si hay algún funcionario sospechado deberá aclarar las dudas". Garzón no volvió a hablar públicamente del tema.

Un subcomisario y un agente fueron nombrados como los que por obra de la casualidad estaban en las jurisdicciones donde ocurrieron los hechos.

Ambos fueron trasladados a diferentes destinos, pero nunca se llegó a profundizar esas dudas, amén del interés extraoficial de algún comisario que aseguró haber puesto a uno de ellos "contra una pared y lo apreté mal, pero no pude sacar nada de su boca", aseguró, con palabras de esas que se suele llevar el viento.
Fuente: El Diario
El comentario no será publicado ya que no encuadra dentro de las normas de participación de publicación preestablecidas.

NOTICIAS DESTACADAS