- Debe ser inodora.
- Debe ser incolora.
- Debe ser insípida.
- Debe ser cristalina, sin partículas.
- Turbiedades mínimas que están establecidas.
- Sin bacteriología, entre otras.
"Por sobre todo no puede tener color y olor. El agua de Colonia Avellaneda tiene color y olor; las autoridades no pueden pedir tranquilidad a la población. En realidad están diciendo: hagámonos los tontos respecto a lo que dice el Código Alimentario", opinó el especialista.
"Las autoridades de Bromatología provincial deberían realizar una asistencia y reclamo de urgencia para corregir semejante situación en Colonia Avellaneda. Además, los análisis de las plantas potabilizadoras, no establecen, como en ningún lugar de la provincia, si hay o no remantes de químicos que se utilizan en la agricultura, y que entran por las llamadas áreas de recarga, donde el suelo es permeable y tiene textura y porosidad suficiente para que el agua llegue a la napa y después la perforan", expresó. "Lo hacen sin analizar si en esa área de recarga, que es un lote de siembra, cuando tiraron el veneno, este se diluye y se distribuye. Eso no se analiza, acotó Verzeñassi.
En este sentido hizo hincapié en que "muchos creemos que hay que trabajar firmemente sobre esto, porque es la peor amenaza que tiene la salud de la población entrerriana".
Respecto de la turbiedad permitida, manifestó: "Hay distintas sales que generan precipitación para evitar la turbiedad de las partículas que se suspenden. Según la cantidad que se eche y la calidad que tenga el filtro de distribución, eso también puede ser nocivo. Se supone que deben estar haciéndolo bien".
"Lo que no están haciendo bien es querer dar tranquilidad arguyéndose con el contraargumento que tiene el Código Alimentario Argentino. Es un contrasentido, y mucho peor cuando viene de autoridades públicas", consideró.
Si bien Verzeñassi reconoció que "no ha visto el agua de Colonia Avellaneda" que está en la polémica, intentó una explicación, haciendo un paralelismo con "las piletas de natación que se alimentan con agua de perforación de las napas de 100 o 120 metros de profundidad. Llegan aguas que a la salida son cristalinas, pero que en contacto con el hipoclorito se transforma en las valencias químicas del hierro y el manganeso, y le dan el color de una sal magnésica oscura".
"Si uno toma una vez a la semana (el agua que se consume en Colonia Avellaneda), es una cosa; ahora otra situación se da cuando se toma el agua, con esas concentraciones depositándose en el organismo, haciendo daño, se pueden acumular problemas a futuro en la salud", entendió. Elonce.com.