Sociedad "Pega fuerte en los sectores populares"

El Padre Pepe estuvo en Entre Ríos y se refirió al flagelo de la droga

El sacerdote José Di Paola, que estuvo en Gualeguaychú visitando el Hogar de Cristo Nazareth. "El narcomenudeo va destruyendo la vida por un lado. Y por otro destruye el tejido social de los barrios", dijo.
José María Di Paola, el Padre Pepe para todos los vecinos de las villas bonaerenses, visitó Gualeguaychú con un grupo de jóvenes del Hogar de Cristo, la obra evangelizadora que llevan adelante los llamados curas villeros.

El contacto local del sacerdote bonaerense fue el grupo de católicos que encara la pastoral de la drogadependencia, cuyo referente es el doctor Dardo Caraballo, y que lleva el nombre de Hogar de Cristo Nazareth.

En las instalaciones de la Guardería Nazareth, en el barrio La Cuchilla, el Padre Pepe conversó el martes al mediodía con este diario. Oportunidad en la que contó sobre los lazos que lo unen al grupo católico local, el cual encarna el desafío pastoral de acompañar y sanar a los chicos golpeados por la exclusión social y las drogas.

También habló de la amistad que tiene con el obispo diocesano, monseñor Jorge Lozano, de cuando éste ejerció su ministerio sacerdotal en Buenos Aires. Según dijo, la estadía en Gualeguaychú, por cuatro días, se enmarcó dentro de un proyecto misionero.

"La verdad que es una de las experiencias que quiero que tengan los jóvenes de la villa es la de misionar", sostuvo el sacerdote visitante, al explicar que en el caso de Gualeguaychú están viniendo por lo menos dos veces al año.

"Mucha gente visita la villa. Nosotros estamos acostumbrados a recibir grupos. Pero muchas veces se pasa por alto que las personas de la villa tienen mucho para dar. Tienen una capacidad de dar que es muy grande. Esto lo he experimentado viviendo junto a ellos tantos años", refirió.



- ¿Cómo piensa usted la relación entre la droga y los sectores populares?
- Hay una relación muy directa. Creo que el narcomenudeo va destruyendo la vida por un lado. Y por otro destruye el tejido social de los barrios, que siempre se caracterizaron por decir que tenían códigos, del tipo "acá no se roba". Hoy esos códigos se han perdido en la mayoría de los barrios del gran Buenos Aires y de la Capital. Entonces la misma gente dice: "¡esto antes no pasaba en el barrio!". La vida se destruye porque el que entra allí en la espiral de la droga es muy difícil que salga. No es como en los sectores más acomodados, en donde por lo menos disponen de otros medios. La droga es mala en cualquier circunstancia para una persona. Pero evidentemente a un chico que viene de un sector social acomodado, sus padres le pueden pagar un tratamiento. Además si pierde un trabajo, le buscan otro. Tiene un montón de ventajas que lo van a ayudar en la vida. En los sectores populares, en cambio, la droga pega más fuerte. Esa es la evaluación que hacemos en las villas. Un diagnóstico que alcanza también a las barriadas de todas las provincias.

- La droga tiene un aspecto ambivalente. Porque por otro lado es una actividad lucrativa que recluta mano de obra?
? Todo esto empalma con la crisis de valores que se vive en la sociedad. En el fondo hay un fuerte individualismo. Antes la sociedad estaba más presente. En los barrios, por ejemplo, estaban el club, la escuela, la parroquia y un entramado institucional. Todo esto está hoy como diluido. ¿Quién no fue a un club, a una parroquia, a un barrio a trabajar como voluntario? Creo que el mundo adulto se replegó. Y ante este repliegue aparecen las ofertas para chicos que no tienen los ideales que les pueden plantear el deporte, la fe, la educación. Es decir, hoy es más fácil reclutar un chico para la droga que para una causa noble.



Despenalización y progresismo

- ¿Cuál es su postura ante la idea de "despenalizar" el consumo de drogas, alentado por muchos sectores?
? Creo que es un tema que en Argentina es planteado en forma equivocada. Primero porque aquí no se dan las circunstancias ideales según las cuales todo el mundo tiene las mismas posibilidades.

- La idea se asienta en la lógica del mercado: si se libera la droga cae su precio, y con él el narcotráfico?
? Es curioso: para combatir el capital se elige una regla del capital. Es un absurdo. Quienes sostienen este planteo desconocen la realidad social. Hay gente, hay políticos que postulan esto desde estudios de escritorio, pero no tienen contacto con la realidad que se vive en los barrios. Un político puede hacer mil actos partidarios en los barrios, pero eso no significa que los conozca. Para entender la problemática social hay que vivirla.
Por ejemplo, la percepción que existe en un hogar como el Nazareth (en Gualeguaychú) donde se recibe a chicos con problemas de adicciones y a sus familias. Aquí se tiene conciencia real del drama que viven estas personas. Hay políticos que dicen: 'Yo estuve ayer en Morón'. Yo le contesto: 'Sí, pero estuviste de paso, hermano'. El que pisa la realidad sabe, por ejemplo, que esos chicos no tienen lugares para desintoxicarse. No hay lugares de internación ni centros de recuperación. Además, no se ha trabajado lo suficiente en el mundo educativo para mostrar lo que hace bien y lo que hace mal a la salud. Hay gente que habla de la crisis de 2001-2002, pero desconoce el retroceso social de este tipo de caída. En 2001, por ejemplo, entró muy fuerte el 'paco' en las villas. Y contra él todavía estamos lidiando. Ante cada crisis de este tipo, mucha gente se cae de la estructura social, y luego no se recupera. Esto lo padecimos, por ejemplo, en el año '89 (hiperinflación). No se comprende que hay cientos de miles de chicos que están fuera del sistema social, los cuales no tienen los elementos necesarios para decirle no a la droga. Y una cosa para cuestionar en este aspecto es que muchos de estos planteos vienen de grupos que supuestamente son progresistas. Digo supuestamente porque un progresista en América Latina no puede pensar como uno de Europa o Estados Unidos. A algunos progresistas aquí les resulta difícil de entender que no se respete su libertad de querer fumarse un porro. Pero tienen que pensar también que están en un país en el cual hay cientos de miles de jóvenes que, teniendo su misma edad, carecen de medios para discernir y para curarse si lo necesitan. Entonces es muy probable que después de la marihuana algunos de ellos entren en un proceso de drogadependencia muy fuerte del cual no puedan salir. El verdadero progresista, en mi opinión, es aquel que tiene su mirada puesta en la realidad de los jóvenes, no solamente en la libertad individual.

- Podríamos decir, entonces, que donde hay pobreza no hay libertad?
? Eso es verdad. Sin dudas es así. En un contexto de exclusión no se puede elegir dónde estudiar, dónde curarse. Me parece que estos planteos progresistas sobre la droga no son tales, sino más bien liberales. Se adopta, en este sentido, una postura que se dice criticar.

- Siguiendo su razonamiento, se llega a la conclusión que al flagelo de la droga no se lo combate solamente con las fuerzas de seguridad.
? Sí, en el fondo hay un montón de desafíos. Uno le compete al Estado, que tiene que hacerse un replanteo. No es una cuestión de un gobierno o de sus distintos niveles (nacional, provincial, municipal). Pienso en una política de Estado que se mantenga en el tiempo, y que lleven adelante grupos de distintos colores políticos. Se trata de mantener con firmeza una sola orientación en materia de prevención y recuperación. Fíjese que en las provincias, y hasta en las grandes ciudades como Buenos Aires, no existen o faltan centros de rehabilitación para adictos. No hay un servicio público proporcional al fenómeno de la drogadependencia, que está en constante expansión. El otro desafío involucra a la sociedad civil. En mi opinión, la parroquia, el club y la escuela tienen que rediseñarse para enfrentar esta nueva realidad. Estas instituciones no pueden seguir el patrón de hace 50 años. El Estado y la sociedad civil, en suma, tienen que adecuarse.

? ¿Hay alguna estrategia especial para atender a los adictos y a sus familias?
? Puedo contar el camino que hace el grupo Hogar de Cristo, que en Gualeguaychú lleva adelante Dardo (Caraballo). Es el modo que elegimos nosotros, pero existen otros. No hay aquí una receta. Para nosotros es importante recibir a los chicos como vienen. Una comunidad terapéutica tiene un reglamento. Los chicos que entran tienen que adecuarse a ese reglamento. Está bien que así sea. Nuestro planteo, en cambio, es recibir al chico como viene, sin ningún tipo de requisito previo. El único requisito que se le pide es que quiera salir de la droga. Nada más. Se trata de recibirlo, entonces, con toda su problemática. Sabemos que en los barrios pobres un chico ha definido su vida antes. Entonces a los 16 años te muestra que ya tiene dos hijos. Además, es probable que un joven de 22 años ya haya pasado por un penal. Es decir, la vida como viene no viene muy pautada, no viene guionada; así la recibimos nosotros. A partir de ahí se hace el camino de recuperación. Eso significa un encuentro. El chico que en esta sociedad no encontraba un lugar donde estar, halla uno donde es bien recibido. A partir del grupo que está a cargo, luego, empieza el proceso de sanación.



- La droga no conoce de estratos sociales. ¿Por qué cree que la gente se droga?
? Es una crisis fuerte del sentido de la vida, un sentido espiritual. ¿Por qué vivo? A mí me asustó lo que me dijo un pibe de una escuela cerca de la villa, en León Suarez: 'Yo ya tengo 19 años, ¿cuánto me queda?'. Generalmente a esa edad decías que ibas a hacer esto, que ibas a hacer aquello. La experiencia de él respecto de sus compañeros, era que el que no estaba preso estaba muerto, lo habían matado, y eran pocos los que habían zafado.

- ¿Y en el caso de los ricos que se drogan?
? En el otro extremo social, también hay una carencia de valores. A lo mejor no existen esos valores que hicieron progresar antes a los padres. Así como la marginalidad tiene sus daños colaterales, sin dudas la abundancia también.

Pobreza, cultura del trabajo y asentamientos

- ¿Qué le provoca la discusión sobre los índices de pobreza en Argentina?
? Que no se discute el tema de fondo. Hay mucho bla, bla, bla. Todo un chamuyo. Por un lado no se puede negar que muchos planes estatales, de los últimos tiempos, como la asignación por hijo, hicieron una economía más popular. Estuve en las villas en la crisis de 2001 y tuvimos que armar siete comedores porque no había nada. Hoy, en cambio, hay ingresos. Alguien pobre puede rebuscarse, ir a comprar alimentos con la asignación. Hay una transformación en este aspecto. Ahora, las huellas de la crisis de 2001 quedaron marcadas. Una situación que no la va a solucionar un solo gobierno, porque es una crisis que viene de varias décadas. Han desaparecido muchas fuentes de trabajo, que no volvieron a crearse. Algo parecido ocurre en el mundo rural, donde muchas familias debieron abandonar sus pequeñas parcelas. Todo esto es parte de la realidad. Se han hecho cosas, pero falta mucho por hacer. El problema es que todo se politiza.

- ¿No cree que se ha perdido en parte la cultura del trabajo?
? Bueno, en la villa tenemos tercera generación de cartoneros. Y es un porcentaje bastante grande allí. Entonces es un tema complicado. Una parte de la gente de la villa de mi edad, más o menos 50 años, ha tenido algún trabajo formal, porque cobra una jubilación. Otros no. Y a los que pertenecen a una generación más joven, debajo de los 30 años, les resulta difícil insertarse en el mercado laboral. Incluso hay que pensar qué trabajo se le va a dar a los chicos que han pasado por el delito y por la droga. Porque no están capacitados para mantener una jornada de trabajo de 8 horas. Esto es algo que se tiene que tomar en cuenta.

- En Gualeguaychú se han instalado en el último tiempo los asentamientos irregulares ¿Qué mirada tiene sobre este fenómeno social-urbano?
? Es algo en expansión. Buenos Aires ya lo viene padeciendo desde hace tiempo. En cuanto a los pueblos del interior, tiene conexión con la crisis del mundo rural. Es un proceso de éxodo del campo hacia las periferias urbanas. Estando en Santiago del Estero comprendí esto. Me acuerdo cuando me nombraron párroco de Campo Gallo. Tuve que buscar en Internet dónde quedaba esa localidad y ahí decía que tenía 5.000 habitantes. Pero cuando llegué al lugar había 15.000 personas. ¿Qué había pasado? ¿Por qué la diferencia demográfica? La población había crecido no sólo por la migración rural, ante el avance de la frontera de la soja. La gente que antes vivía de la agricultura familiar, de su pequeño rodeo de ganado, dejó de vivir en el campo. Me parece que es una de las cosas que deben prever los municipios desde la planificación. Además hay una tendencia mundial a vivir en las ciudades. En este contexto, hay que dar una respuesta creativa a los asentamientos en la periferia de las ciudades.
Fuente: El Día

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