Política Debate por los aplazos escolares

Educación: “Detrás de la inclusión se está descuidando la calidad”, advirtió un especialista

Andrés Casaretto, docente y autor del Programa Integral de Trayectorias Escolares que se aplicó en Entre Ríos, fue consultado acerca del estado de situación de la educación. “No poner aplazos es correr el centro del debate”, sostuvo.
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Según una resolución aprobada por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a partir de 2015 no habrá más aplazos en las escuelas bonaerenses. La medida desató una polémica a nivel nacional, así como disparó el debate respecto a la necesidad de repensar la educación, en cuanto la asignación de recursos, capacitación y evaluación del rendimiento escolar.
En Entre Ríos, se viene trabajando hace dos años con un sistema propio de promoción asistida y de garantía de las trayectorias escolares para evitar la repitencia y el abandono escolar.
Andrés Casaretto, referente y actual director de la Escuela Nina Nº 20 de Maciá, elaboró un proyecto con el cual pretendía cuidar las trayectorias escolares, es decir, lograr que el alumno ingresara al sistema educativo y lo transitara sin repitencias ni demoras, que fuera incluido, pero sin descuidar la calidad de la educación, para lo cual se requiere una mirada permanente.
“La resolución 1.550 de 2013 tenía varias líneas de trabajo. Una era garantizar la articulación entre el nivel inicial y el primer grado; otro fue la unidad pedagógica entre primero y segundo grado. La tercera, garantizar que en el primer ciclo se asegure la alfabetización inicial de todos los gurises. Otra línea es que en el segundo ciclo se garanticen promociones asistidas para los chicos que tuvieran dificultades en alguna de las materias, para que no tengan una repetición innecesaria. Esto es a través de programas de apoyo especiales. Otra línea es la integración de gurises con necesidades educativas especiales; otra para niños con sobreedad, con programas de apoyo especial. Y, por último, la articulación entre primaria y secundaria. Se trata de una articulación de contenidos que garantice el pasaje, para que ningún gurí deje de asistir a una secundaria”, explicó y enumeró.
Este programa –cuya enumeración de puntos hizo de memoria Casaretto– arrancó con aproximadamente 500 escuelas, a través de la resolución 1.590 de 2013 “con muy buenos resultados”, evaluó.
“Se quería hacer inclusión, pero a diferencia de lo que está pasando con provincia de Buenos Aires que está en el candelero, la inclusión debía realizarse garantizando los aprendizajes. En ningún momento se bajaban las exigencias, nos parece que eso es fundamental”, diferenció.
La idea era a partir de estas experiencias exitosas, universalizarlo, es decir que se implementara en todas las escuelas de la provincia de Entre Ríos. Pero no prosperó.
“Eso no se hizo, ni se tomaron una serie de medidas complementarias para reglamentar este cuidado de las trayectorias escolares en la provincia. O sea quedaron las definiciones teóricas pero la reglamentación práctica no”, describió dando cuenta de una realidad que se palpa cotidianamente en las escuelas.
Cuando se lo consultó acerca de cómo se mide el éxito de este tipo de iniciativa, se remite al resumen de las actas de lo que fue el primer tramo de la implementación, dando cuenta de que se pudo acompañar la trayectoria de más de 8.000 chicos de 1º grado bajo observación, 9.000 alumnos de 6º se inscribieron en un secundario. “Hasta mayo estuve involucrado y la evolución fue muy favorable”, aclaró.
Qué hacer con esta educación aquí y ahora. “Hay que recuperar un triángulo virtuoso. Hay que darle centralidad a la enseñanza; mejorar la evaluación institucional participativa y mejorar las trayectorias escolares”, dijo sin titubeos Casaretto.
Por centralidad de la enseñanza se entiende que en las escuelas se discutan las mejores estrategias para cada alumno. “No que te enseñen de un único modo, común para todos. Hay gurises que necesitan estrategias distintas. Pensar estrategias de enseñanza y sostenerlas en el tiempo produce mejores resultados”, sostuvo.
“Detrás de la buena intención de la inclusión se está descuidando la calidad”, sentenció con meridiana claridad Casaretto.
Y en esto de descuidar la calidad entran en juego varias prácticas como por ejemplo, que no se articulen los contenidos, que no haya una recomendación metodológica, “son iniciativas buenas que se van disolviendo en miles de programas, programitas y programones nacionales y provinciales no muy articulados entre sí. Se está invirtiendo mucho pero se están desperdiciando los esfuerzos”, concluyó.

Cómo comunicar que un alumno no aprendió
El aplazo que en teoría estigmatiza y marca a los chicos, va mucho más allá de la escala que se utilice. “Decir no ponés un 0, un 1, un 2 o un 3, es correr el centro del debate. De algún modo hay que expresar que el chico que no aprendió, no aprendió. Entonces en la lectura de la sociedad y de los padres, qué va a pasar, el cuatro va a pasar a ser la nota de no aprobó. La estigmatización va a ser igual”, opinó Casaretto.
No todo es igual, de algún modo hay que expresar que el alumno no alcanzó los objetivos previstos. Al respecto, el docente consultado expresa: “Se puede discutir con qué escala medirlo pero, básicamente hay que expresarlo de algún modo. Si aprendió queda expresado de determinada manera; si aprendió con holgura, tiene que quedar expresado y si no aprendió también tiene que quedar expresado. Lo otro es correr el eje de un modo artificial”, afirmó el educador. (El Diario)
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