Gisela vende alhajas de manera particular y se dirigía a la casa de una clienta, pero al descender del vehículo un hombre se le acerca y le dice que tiene la ventanilla baja. Al voltearse medio distraída a ver lo que el hombre le señalaba, Gisela siente el primer golpe.
Con el objetivo de robarle sus pertenencias, el sujeto empieza a empujarla y asestarle puñaladas. En el forcejeo, se abre la cartera de Gisela y se caen la billetera, el celular y las alhajas que llevaba para vender.
Inmediatamente el hombre agarra las cosas y se va corriendo. Es ahí cuando Gisela cae en la cuenta de la cantidad de puñaladas que le había asestado. Tenía heridas en el tórax, la espalda, el brazo y la axila. Ocho en total. Pero la herida más importante era la del cuello. "Salía mucha sangre y me asusté", relató Gisela desde el hospital Cullen.
Afortunadamente apareció un vecino del lugar que le puso una toalla para parar la hemorragia y la llevó hasta el Hospital Dr. J. M Cullen, donde enseguida la metieron en el shock room para atenderle las heridas.
"El tipo estaba completamente sacado, como muy drogado", contó Gisela. "De verdad pensé que me mataba", afirmó a El Litoral.