Bioletti fue condenado por haber prestado un campo de su propiedad en el acceso norte de Paraná para la instalación de un laboratorio clandestino de cocaína. Allí, el 10 de agosto de 2011, se encontraron 26,7 kilos de clorhidrato de cocaína y 3,5 kilos de pasta base de cocaína, 134 kilos de material de corte, bidones y botellas de acetona; además de la infraestructura montada para la producción de estupefacientes: un quemador industrial, lámparas infrarrojas, coladores, espátulas, moldes, bolsas de nylon, guantes, barbijos, cintas de embalar y balanzas, entre otros elementos.
Junto con Bioletti, también fueron condenados José Roberto Sterz, a diez años de prisión, como cabecilla de la organización y encargado de la fabricación del estupefaciente; y Ramón Ángel Palavecino, el cuidador del campo, que resultó condenado por el mismo delito que el empresario pero como partícipe secundario, por lo que se le impuso una pena de tres años de prisión condicional.
Sin embargo, desde que se bajó el martillo, la causa siguió un camino sinuoso: primero el tribunal de casación confirmó las condenas, pero ordenó revisar las penas por considerar que los magistrados del juicio no fundamentaron correctamente cómo llegaron a esos montos; entonces otros jueces dictaron una nueva sentencia con las mismas penas, aunque expusieron otros argumentos, que también fueron cuestionados por los defensores. Así se llegó a esta sentencia definitiva.
El fallo de los jueces Ángela Ledesma, Alejandro Slokar y Pedro David, está fechado el último viernes, por lo que una vez que llegue la notificación formal al Tribunal Oral Federal de Paraná debería disponerse la detención de Bioletti para que empiece a cumplir la condena en la cárcel.
En cuanto a Sterz, se encuentra detenido desde 2013; como también está en prisión Claudio Luna, lugarteniente de Sterz, cumpliendo una pena de diez años de cárcel que recibió en julio del año pasado, tras permanecer prófugo durante dos años.
Como antes habían hecho con las condenas, esta vez, los jueces de casación ratificaron el fallo del tribunal ad-hoc. Para la jueza Ledesma, la nueva sentencia, "luce adecuadamente fundada"; mientras que Slokar sostuvo que el fallo "ha sido sustentado razonablemente y no se advierte desproporción ni falta de fundamentación" en las penas impuestas, en respuesta a los planteos defensistas.
Los defensores Julio Federik y Leopoldo Lambruschini cuestionaron que el tribunal de juicio graduara la pena en función del delito de fabricación de estupefacientes y no de la facilitación del lugar para esa fabricación, al exponer que "a Bioletti no se le atribuye la facilitación de una fabricación de estupefacientes ideal o abstracta, sino concreta y específicamente la que realizaba Sterz y, por el contrario, se estaría aplicando una pena grave o irracional si no se tuviera como principal referencia lo facilitado". Ante ese razonamiento, por el cual el tribunal decide apartarse del mínimo que prevé el Código Penal, de tres años, e imponer el doble, la jueza Ledesma considera que "la explicación luce razonable y se adecua a las circunstancias del caso concreto".
En ese sentido, la jueza Ledesma apuntó además que "los magistrados (de juicio) analizaron las circunstancias del hecho, específicamente la cantidad de sustancia estupefaciente hallada dentro del campo de su propiedad, donde se encontró picadura de cannabis sativa y una importante cantidad de plantas de la misma especie vegetal. Se evaluó el modo en que se encontraba esa sustancia: espátulas, ollas, mesas (todos con restos de cocaína), la instalación eléctrica con gran cantidad de luces que se utilizan para acelerar el proceso de secado de la sustancia, creatina, lactosa, dipirona, manitol y transcinnamoilcocaína, prensas y cintas adhesivas para embalar color marrón y la gravedad del peligro causado con la fabricación de esa sustancia", en consonancia con los argumentos que había expuesto en el juicio el fiscal José Ignacio Candioti.
El tribunal resaltó también que Bioletti es un profesional, con "una situación patrimonial estable", con buenas rentas producto de su actividad como productor agropecuario y que por esas circunstancias "inevitablemente" debió tener "una mayor comprensión de lo ilícito y por ende un mayor deber de abstención". Por eso también debe recibir una pena por encima del mínimo.
El hallazgo
El hallazgo de la cocina de cocaína fue obra de la casualidad. El 8 de agosto de 2011, temprano por la mañana, se precipitó a tierra y se incineró completamente una aeronave en el campo de Bioletti. Buscando restos de la avioneta, un policía se tropezó con un pozo abierto y sin tapa, al lado de la precaria construcción. Allí había varios bultos, envueltos en bolsas de consorcio color negro, sujetos con cinta de embalar, y una botella de acetona.
Eso llamó la atención y a los policías de la Dirección Toxicología se les ocurrió montar una vigilancia en la zona. Durante dos noches, los agentes apostados en las inmediaciones del campo vieron desfilar a varias personas, yendo desde la tapera hasta el casco principal, con linternas, trasladando bultos.
Al tercer día, el 10 de agosto, allanaron la estancia. En la tapera encontraron 26,7 kilos de clorhidrato de cocaína y 3,5 kilos de pasta base de cocaína, 134 kilos de material de corte, 80 litros de acetona; además de la infraestructura montada para la producción de cocaína.
El laboratorio clandestino que funcionaba en la estancia de Bioletti es la más importante cocina de cocaína que se haya descubierto en la provincia de Entre Ríos.
