Policiales Casos sin resolver

San Jaime, el pueblo donde hubo dos desapariciones misteriosas

En este municipio del departamento Federación, en 2010 y 2011 desaparecieron dos personas. Dos hombres de alrededor de 66 años, ambos iban en bicicleta por la misma calle, y nunca se supo nada de ellos.
Es un pueblo tranquilo del norte entrerriano, un pueblo en el que pasaban pocas cosas, pero que en el término de un año desaparecieron dos personas: Sebastián Ortiz (septiembre, 2010) y Juan José Pocho Morales (agosto, 2011). Ambos iban circulando en sendas bicicletas rojas, ambos por la misma calle, ambos tenían 66 años. Ortiz se dedicaba a la venta ambulante, Morales era levantador de quiniela. De ninguno de los dos quedó un rastro ni se supo más nada.

El 30 de agosto se cumplirán 4 años de la desaparición de Morales y sus familiares marcharán ese día a partir de las 17.30, desde la agencia de tómbola donde se produjo su desaparición, en la localidad de San Jaime de la Frontera y finalizará en un acto reclamando su aparición en la Plazoleta por la Memoria, Verdad y Justicia.

Sin novedades. "No hay ninguna novedad. Está todo parado y la causa está quieta", lamentó en diálogo con EL DIARIO, Walter Morales, hijo de Pocho y el principal impulsor de la marcha que se realizará el 30.

Walter no ha dejado de buscar a su padre desde el primer día de su desaparición. Desde entonces, se pregunta qué pudo haber pasado, cuál habrá sido el destino de su progenitor.

"Siempre digo que están encubriendo a alguien, porque no puede ser que estemos como el primer día", señaló.
Las dudas de Walter Morales se incentivan porque, dice, es imposible que alguien desaparezca sin dejar ningún rastro, ni que nadie sepa nada, en un pueblo tan pequeño.

"Nadie ha dicho nada, nadie ha aportado algún dato. Está todo quieto", continuó.

En estos 4 años han surgido algunas pistas falsas o datos que alentaron alguna esperanza pero luego quedaron en la nada. Por ejemplo, en 2013 un hombre aseguró haber visto a Pocho Morales en una Terminal de ómnibus en Córdoba. Se trata de un ciudadano oriundo de San Jaime pero que vive hace años en la provincia mediterránea. Según declaró ante la Justicia, casualmente se puso a charlar con Morales sobre conocidos en común, pero sin qué el supiera que Pocho era intensamente buscado en su provincia. Finalmente, el testigo quedó detenido por falso testimonio, ante las graves incoherencias de su relato, y la esperanza de encontrarlo se esfumaron.

Más adelante, los familiares de Morales descubrieron que el número de su celular estaba activado. Luego de algunos intentos pudieron comunicarse con su portador quien explicó que la compañía le había asignado ese número.

El único testigo del caso, un hombre de apellido Báez, jura que Morales, la noche de su desaparición, le golpeó la ventana de su casa y le pidió que le avisara a su esposa que se sentía mal y que se iba a una zona de montes, aledaña al pueblo. Sin embargo, la familia descree de ese testimonio. Ellos piensan que Pocho tuvo un final trágico: "Lo mataron porque vio algo", arriesgan.

Aunque ambas desapariciones fueron sucesos que conmocionaron a la comunidad de San Jaime de la Frontera, hoy en día no es un tema que ocupe el centro de atención de los vecinos.

"Muy poco se acuerdan de lo que pasó", aseveró Walter. Por eso pidió a sus copoblanos que los acompañen en la marcha del 30.
"Queremos saber qué paso y quién está detrás de todo esto. No puede ser que la Policía no haya podido descubrir nada. Este es un pueblo chico y nos conocemos todos", consideró Walter.
Él no se resigna al olvido y tampoco a la desesperanza. Duda de que sea imposible conocer la verdad y por eso no baja los brazos.
"Después de cuatro años no se ha podido saber lo que pasó y a mí eso me parece imposible. Tenemos algunas sospechas, pero no las voy a decir", agregó.
Aún así, accedió a manifestar algunas consideraciones sobre las hipótesis de la familia: "De acá se lo llevaron, eso es seguro. En San Jaime no está. Es seguro que está muerto, pero su cuerpo no está acá. Queremos saber qué le pasó, dónde está su cuerpo, queremos tener un lugar donde poder ir y prender una vela", reclamó.

Al ser consultado sobre las últimas horas que su padre pasó con ellos, sobre si les dijo algo que pudiera servir a la investigación, Walter negó que haya habido algún dato: "No hubo nada raro. Mi viejo era un tipo que laburaba. Iba de su laburo a la casa. No fumaba, no tomaba, no tenía deudas. No tenía ningún problema con nadie".

Con respecto a la desaparición de Ortiz, un año antes y con muchas coincidencias en cuanto a las circunstancias, el hijo de Morales negó que haya alguna conexión entre ambos casos. "Fue casualidad, nada más, no creo que tengan alguna relación", comentó.
Dos misterios
Una serie de coincidencias entre el caso de Morales y el de Ortiz, el otro hombre que desapareció el año anterior en la misma localidad de San Jaime de la Frontera, resultan llamativas y generan aún más confusión a los investigadores.

Se trata de Sebastián Ortiz, un hombre de entre 60 y 70 años, oriundo de la provincia de Corrientes, que alquilaba una habitación en una pensión y se dedicaba a la venta ambulante de cigarrillos, ropa y objetos importados. La última vez que se lo vio fue alrededor de las 20.30 del 8 de septiembre de 2010, en su bicicleta roja, por la misma zona de San Jaime de la Frontera donde habría desaparecido Morales.
Llamativamente, ambas desapariciones coinciden en el horario y la cercanía del lugar. Ambos tenían más o menos la misma edad y también se movilizaban en una bicicleta del mismo color.

Ortiz fue buscado en toda la zona durante meses e incluso en otras ciudades que solía frecuentar. Nunca se supo nada. Tampoco se encontró la bicicleta.

"Se lo tragó la tierra", dijo en su momento a la prensa el subjefe de la Departamental Federación Marcelo Favre
La única diferencia entre ambos casos es que al momento de la desaparición de Ortiz el pueblo estaba a oscuras, por un corte generalizado de energía eléctrica de casi media hora.
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