Policiales Habrá 35 testigos

A fines de julio se hará el segundo juicio por la cocina de cocaína

Un tribunal ad-hoc juzgará a Claudio Luna por la instalación de un laboratorio clandestino de droga en la capital provincial. Se trata de la segunda parte de un proceso en el que ya fueron condenadas tres personas.
Un tribunal rosarino tendrá a su cargo el segundo juicio por la cocina de cocaína del acceso norte. A fines de julio, Claudio Pascual Luna estará sentado en el banquillo de los acusados por la producción de estupefacientes en un laboratorio clandestino.

Por el hecho ya fueron condenados José Roberto Sterz, el empresario Vicente Bioletti y el casero Ramón Palavecino; pero Luna no llegó a ser juzgado porque estuvo prófugo durante casi dos años y recién fue detenido unas semanas después de la finalización del primer juicio, en mayo de 2013.

Ricardo Vázquez, Otmar Paulucci y Jorge Venegas Echagüe, que se desempeñan en tribunales rosarinos, fueron designados para integrar el tribunal ad-hoc que juzgará a Luna por el delito de fabricación y comercialización de estupefacientes.

El debate oral y público se realizará los días 27, 28 y 29 de julio y hay 35 personas que deberán comparecer como testigos.

Luna está sindicado como lugarteniente de Sterz en el tráfico de estupefacientes y fue imputado desde el inicio de las investigaciones, pero se mantuvo prófugo.

El juicio se había convocado inicialmente para noviembre del año pasado, pero el defensor oficial, Mario Franchi, recusó a los integrantes del Tribunal Oral Federal de Paraná porque intervinieron en el primer juicio y en la sentencia emitieron valoraciones sobre el rol que creían tenía Luna en la estructura delictiva.

De ahí que se designó a otros jueces para que lleven adelante el debate.

La caída del avión
El hallazgo de la cocina de cocaína fue obra de la casualidad. El 8 de agosto de 2011, temprano por la mañana, se precipitó a tierra y se incineró una aeronave en el campo de Bioletti. Buscando restos de la avioneta, un policía se tropezó con un pozo abierto y sin tapa, al lado de una precaria construcción alejada a unos quinientos metros del casco principal. Allí había varios bultos, envueltos en bolsas de consorcio color negro, sujetos con cinta de embalar, y una botella de acetona.

Eso llamó la atención y a los policías de la Dirección Toxicología se les ocurrió montar una vigilancia en la zona. Durante dos noches, los agentes apostados en las inmediaciones del campo vieron desfilar a varias personas, yendo desde la tapera hasta el casco principal, con linternas, trasladando bultos.

Al tercer día, el 10 de agosto, allanaron la estancia. En la tapera encontraron 26,7 kilos de clorhidrato de cocaína y 3,5 kilos de pasta base de cocaína, 134 kilos de material de corte, 80 litros de acetona; además de la infraestructura montada para la producción de estupefacientes: un quemador industrial, dos prensas hidráulicas, coladores, un rayador, espátulas, moldes, bolsas de nylon, guantes, barbijos, máscaras, cintas de embalar, balanzas digitales y otros elementos; también restos de pasta base y polvo blanco diseminados en los distintos ambientes de la tapera.

Bioletti, ex empresario del transporte devenido hacendado, fue condenado a seis años de prisión, como facilitador del lugar para la instalación de la cocina de cocaína; Sterz recibió una pena de diez años de cárcel por el delito de fabricación de estupefacientes; y Palavecino, el cuidador del campo, fue condenado a tres años de prisión condicional.

El laboratorio clandestino que funcionaba en la estancia de Bioletti es la más importante cocina de cocaína que se haya descubierto en la provincia de Entre Ríos.

Viejos conocidos
Antes de caer por narcotráfico, en mayo de 2003, Luna había sido detenido por robo, y cumplió condena en la cárcel de Paraná hasta mayo de 2006. Allí compartió pabellón en la cárcel de Paraná con Sterz, que por entonces cumplía una condena por contrabando y narcotráfico.

Un informe de la Dirección Nacional de Migraciones también prueba la relación entre ambos: el 25 de agosto de 2009 salieron juntos del país por el paso fronterizo Posadas-Encarnación a bordo de un automóvil que estaba a nombre de Guadalupe, la hija de Sterz.

Además, en el primer juicio el fiscal José Ignacio Candioti detalló los contactos telefónicos entre ambos y apuntó que en el aparato que la Policía le secuestró a Luna aparecía un contacto a nombre de "Rober", con el cual tenía una fluida comunicación. Un informe de la empresa Movistar, sobre la línea de Sterz, dio cuenta de un incremento en las comunicaciones el 8 y 9 de agosto de 2011, tras la caída del avión, ya que se intercambiaron 19 mensajes de texto y 9 llamadas; mientras que un informe de Personal mostraba un llamado de Luna a Palavecino, el 8 de agosto, a las 22.06.

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