Policiales Reconoció que el sacerdote le pidió perdón en Roma

Causa Ilarraz: Trascendieron detalles de la declaración de Karlic

El arzobispo emérito confirmó que viajó al Vaticano, y allí escuchó el arrepentimiento de Ilarraz. Le impuso la penitencia de encierro temporario en un monasterio al religioso acusado por el abuso de menores.
El cardenal Estanislao Karlic ratificó –en su declaración por escrito en la Justicia– un dato que el sacerdote Silvio Fariña ya había efectuado diciembre de 2012 cuando debió concurrir como testigo a Tribunales. Este religioso fue convocado ya que había sido designado por Karlic en 1995 para investigar, precisamente, los abusos del cura Justo José Ilarraz.
Ahora, en forma reveladora, el exarzobispo de Paraná dijo haber escuchado de boca del cura Ilarraz, sobre quien pesa una causa penal por abuso de menores, un pedido de perdón por los hechos que ahora se investigan.
El arrepentimiento fue oído por Karlic en Roma, adonde Ilarraz había viajado para cursar una licenciatura en Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana, en la segunda mitad de la década de 1990. Así lo contó –según dos fuentes que tuvieron acceso al expediente–, en el escrito que fue incorporado a la causa caratulada “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada”, que ahora tramita la jueza Paola Firpo. La magistrada ha impuesto un cerrojo informativo y casi no permite la divulgación pública de los pasos que va dando en la investigación, al punto que decidió unificar la querella en la figura de una de las representantes, Rosario Romero.
“En la declaración por escrito, Karlic reconoce los hechos, y reconoce también que viajó a Roma, y que en Roma, en un encuentro que tuvo con Ilarraz, éste le pidió perdón por los hechos”, dijo una fuente consultada por El Diario. “En realidad, lo que confirma es lo que ya contó (el sacerdote Silvio) Fariña en su declaración: que viajó a Roma, que se entrevistó con Ilarraz, y que en ese momento escuchó su arrepentimiento”, reveló otra fuente.
Ilarraz, suspendido en forma temporal en el ejercicio de su función sacerdotal, se ordenó en 1984 en el Seminario de Paraná, donde luego, en 1985, ocupó el cargo de prefecto de disciplina y director espiritual de los jóvenes que aspiraban al sacerdocio. En 1993, un poco antes de que la Iglesia de Paraná ordenara una investigación interna en su contra por denuncias de abusos, viajó a Roma, donde estuvo hasta 1997, cuando regresó al país. Pero no a Paraná: se afincó en Tucumán y allá fue recibido como un integrante más del clero, hasta que fue suspendido, en septiembre de 2012.
Desde entonces, la Justicia avanza con dificultad en una investigación penal que busca determinar la responsabilidad del cura en los casos de abusos que ocurrieron entre 1985 y 1993. Las víctimas, siete que dieron su testimonio en Tribunales, contaron de qué modo, mientras eran alumnos pupilos, fueron abusados por Ilarraz. Y aunque la defensa del cura ha pretendido conseguir que se declaren prescriptos los delitos que se le imputan, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) ha dicho que los hechos deben investigarse, y ahora se aguarda la citación a declaración testimonial de Ilarraz, hecho que podría ocurrir después de la feria.
Pero antes de que la Justicia empezara a desovillar el intrincado tejido, la Iglesia ya había ordenado su propia investigación interna. El 5 de julio de 1995, el entonces arzobispo Karlic firmó un decreto por el que encomendó al abogado sacerdote Silvio Fariña “la realización de una investigación cautelosa” sobre Ilarraz a partir de las sospechas de que hubiese cometido “delitos graves” mientras integró el equipo de superiores del Seminario Arquidiocesano.
Lo hizo con una recomendación: que una vez concluida la investigación, que debía ser hecha “con el mayor sigilo”, y resuelto cómo actuar sobre Ilarraz, todas las actuaciones se guardasen “en el archivo secreto” de la Curia. A las víctimas, se les impuso el secreto, y así se hizo: no hablaron hasta que el escándalo estalló, cuando fue publicado en septiembre de 2012 por la revista Análisis.
El 18 de noviembre último, la Justicia le puso punto final a los cabildeos en torno a una discusión de forma en la causa Ilarraz.
Ese día, la Cámara de Casación Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) rechazó el pedido de prescripción planteado por la defensa del cura Ilarraz con lo cual el expediente de la causa volvió al tribunal de origen, el Juzgado de Instrucción Nº 3, ahora a cargo de Susana María Paola Firpo, y denominado Juzgado de Transición Nº 2.
Por tribunales ya han desfilado varios testigos, y se han recibido los testimonios por escrito de los arzobispos Karlic, emérito, y el actual, Juan Alberto Puiggari. Ambos se ampararon así en una prerrogativa: el Código Procesal Penal de Entre Ríos dice que se les dará “tratamiento especial” en las causas judiciales a dignatarios eclesiásticos, presidente y vicepresidente de la Nación; ministros nacionales; gobernadores y vicegobernadores; ministros provinciales; legisladores nacionales; miembros de la Justicia; militares; diplomáticos; cónsules generales; oficiales superiores de las Fuerzas Armadas; intendentes municipales; y rectores de las universidades oficiales.
Ese tratamiento especial supone la posibilidad de declarar por escrito, sin tener que hacerse presente en Tribunales. Y así ocurrió, efectivamente.
Karlic fue el superior de Ilarraz cuando ocurrieron los abusos. Y Puiggari ocupó por esos años el cargo de rector del Seminario Nuestra Señora del Cenáculo entre 1992 y 1997, y fue quien primero tomó conocimiento de hechos luego de que una víctima se lo comentara a un seminarista, el hoy sacerdote Pedro Barzán. Fue entonces que Puiggari puso al corriente a Karlic, y Karlic ordenó aquella investigación de 1995 que concluyó con una sanción: lo expulsó a Ilarraz de la diócesis.
La tramitación de la investigación estuvo a cargo del hoy párroco de la Iglesia Catedral, Silvio Fariña, quien el 17 de diciembre de 2012 declaró en la Justicia. Uno de los datos que reveló entonces fue que la decisión de no ahondar la investigación y aplicar una penitencia en vez de una sanción severa fue tomada por Karlic. Dijo también que fue el propio arzobispo quien dispuso tomarle declaración en persona en Roma, escuchar el arrepentimiento de Ilarraz, y otorgarle el perdón luego.
Aseguró además que Karlic viajó a Roma y que en Roma, adonde el cura estaba cursando la licenciatura en Misionología, oyó el pedido de perdón. Uno de los querellantes, Marcos Rodríguez Allende, insistió sobre ese punto, y el sacerdote Fariña explicó que luego del pedido de perdón, Karlic “le mandó un retiro espiritual cerrado, pero no recuerda ni el tiempo de duración y piensa que sería en un monasterio y no sabe si lo cumplió o no”.
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