Policiales La maniobra se desbarató en Federación

Condenaron a los hermanos que usaban a un menor para vender droga

Los hermanos fueron condenados a 6 años de prisión por tráfico de drogas agravada por la utilización de un menor de edad. Ambos habían sido detenidos después de una investigación de cuatro meses que realizó la Policía.
El Tribunal Oral Federal de Paraná condenó a los hermanos que vendían estupefacientes valiéndose de un menor de edad a cambio de alojamiento, comida y las drogas que consumía, en la casa que todos habitaban en la localidad de Federación.

A. J. A y W. J. C. A. fueron condenados a 6 años de prisión y se les impuso una multa de $2.000 a cada uno como coautores del delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravada por la utilización de un menor de edad.

Entre agosto y diciembre de 2012, efectivos de la Jefatura Departamental de Policía de Federación constataron, a través de filmaciones, fotografías, interceptaciones telefónicas y de mensajes de texto que en la casa de calle Pedro Páez 274, los hermanos comercializaban cocaína y marihuana, para lo cual se valían de un menor de 15 años que vivía con ellos. En los videos que se exhibieron durante el juicio se aprecia una gran cantidad de pasamanos, como se denominan a las acciones de intercambio de dinero por estupefacientes.

La vivienda allanada es propiedad de la madre de los hermanos. Allí se encontró un cigarrillo de marihuana que los policías atribuyeron a A. J. A y pequeños envoltorios de nylon. Él admitió que tenía “una planta de marihuana para fumar con los pibes” que se encontró en una pequeña huerta que había en el fondo.

También vivía en la casa el menor que vendía para los hermanos, apodado Ñandú, de 15 años, a quien se le secuestraron tres envoltorios con 7,15 gramos de marihuana que tenía escondidos entre su pantalón y la ropa interior. Además, en una precaria casi-lla de madera ubicada al fondo de la vivienda principal, se encontraron más envoltorios, tijeras y elementos de corte.

Pero el hallazgo más importante se produjo en un predio lindero a la casa, perteneciente a la empresa Gas Nea. La Policía tenía determinado que allí era donde los hermanos almacenaban la droga. En el techo de una casilla de gas había dos botas de goma y una de ellas contenía en su interior un ladrillo de marihuana de 588 gramos. La bota estaba doblada y encintada para proteger la sustancia.

El caso representa una pequeña muestra de un fenómeno extendido en los grandes centros urbanos, como es el uso de menores de edad para la comercialización de estupefacientes: dos hermanos habían montado un kiosco de venta de cocaína y marihuana al menudeo y quien atendía a los clientes era un soldadito en situación de vulnerabilidad.

En el juicio, el menor admitió que fumaba marihuana con los hermanos A. “Consumíamos, yo consumo marihuana desde los 11 años”, dijo el joven. Pero negó que trabajara para ellos y hasta aseguró que nunca los vio vender drogas. Pero los videos son elocuentes: el fiscal José Ignacio Candioti contabilizó 12 pasamanos realizados por el propio adolescente, otros 14 que hizo A y 9 realizados por el menor de los hermanos. Las operaciones se concretaban en la vivienda o en plena calle.

El entonces jefe departamental de Policía, Lucio Villalba, declaró en el juicio que “en esa calle (Pedro Páez) permanentemente se generaban incidentes a raíz de la venta de estupefacientes” y reconoció que “fue notable cómo mermó la violencia en el barrio después de los allanamientos”.

En su alegato, el fiscal también detalló gran parte de las comunicaciones y mensajes telefónicos interceptadas por la Policía. El tribunal, en su veredicto, valoró algunos de ellos como prueba, pero consideró que los investigadores se habían extralimitado en el tiempo que el juez les había dado para intervenir el teléfono de A. Uno de ellos, que aparece en el expediente y se atribuye a A. J. A, reza: “Che , P… habla, ahí va a ir uno. ¿No tenés un pedazo de 50? Ahí va a ir un muchacho. Si querés lo mando para allá, de faso”, le dice una persona del otro lado de la línea. La respuesta de Araujo no deja dudas: “Bueno, ¿cuánto, 50? Decile que me diga que viene de tu parte”.

Investigaciones pendientes
La semana próxima el tribunal difundirá los fundamentos del fallo que se conoció ayer. Mientras tanto, en la Justicia Federal tramitan otras dos causas relacionadas con esta que terminó en la condena de los hermanos A.

Por un lado, hay una causa que involucra a Juan Ramón Zalasar, un medio hermano de los Araujo, quien está tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. El hombre aparece en varias de las filmaciones realizadas por la Policía sobre la casa de calle Pedro Páez 274, realizando los pasamanos y exhibiendo armas de fuego.

Por otra parte, aquel 14 de diciembre de 2012, el día en que fueron detenidos los Araujo, se realizaron diez allanamientos en la ciudad de Federación. Uno de ellos se concretó en la casa de Carlos Mauricio Leiva Mazurier, a quien se encontraron 2,64 gramos de cocaína distribuidos en tres envoltorios de nylon de los comúnmente denominados cebollines: uno en el bolsillo delantero derecho de la bermuda que vestía el hombre, otro envoltorio debajo de su cama y otro debajo de la mesa de la computadora. El hombre recién fue detenido en febrero pasado en un paso fronterizo de la provincia de Misiones. Si bien la Policía le atribuyó el rol de integrante de la banda de los hermanos, el juez lo procesó acusado por tenencia simple de estupefacientes. (El Diario)
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