Policiales El tribunal oral dará a conocer hoy su veredicto

El fiscal pidió 6 años y cuatro meses de prisión para acusados de usar a menor para vender droga

La defensora oficial ad-hoc cuestionó la validez de las escuchas telefónicas de que se valieron los investigadores para sostener la imputación; y pidió la nulidad del requerimiento de elevación a juicio.
El Tribunal Oral Federal de Paraná dará a conocer esta mañana el veredicto en la causa que tiene a dos hermanos como acusados de vender estupefacientes valiéndose para ello de los servicios de un menor de edad a cambio de alojamiento, comida y las drogas que consumía, en la casa que todos habitaban en la localidad de Federación.
Ayer, en los alegatos, el fiscal José Ignacio Candioti pidió que los hermanos Aníbal José y Walter Julio César Araujo sean condenados a 6 años y cuatro meses de prisión y que se les imponga también una multa de $5.000 a cada uno.
En tanto, la defensora oficial ad-hoc, Noelia Quiroga, cuestionó la validez de las escuchas telefónicas de que se valieron los investigadores para sostener la imputación; y pidió la nulidad del requerimiento de elevación a juicio por haber formulado los hechos de la imputación de manera diferente a como se los habían expuesto a los hermanos Araujo durante las instancias procesales anteriores, lo que constituiría una violación al principio de congruencia. Eso es lo que deberá analizar el tribunal.
Los hermanos Araujo fueron detenidos el 14 de diciembre de 2012, cuando la Policía irrumpió en la casa de calle Pedro Páez 274 de Federación, después de haber realizado durante varios meses tareas de inteligencia que incluyeron filmaciones, fotografías, interceptaciones telefónicas y mensajes de texto.
Entre los meses de agosto y diciembre de 2012 los policías pudieron detectar una gran cantidad de pasamanos, como se denominan a las acciones de intercambio de dinero por estupefacientes. Las operaciones se concretaban en la propia vivienda o en plena calle y eran los hermanos Araujo o el menor de 15 años que vivía con ellos quienes recibían a los clientes y les entregaban la droga.
En la vivienda de Raquel Silva, la madre de los hermanos, la Policía encontró un cigarrillo de marihuana que los policías atribuyeron a Aníbal José Araujo y pequeños envoltorios de nylon; y El Gordo, como le dicen, les admitió que tenía en una huerta “una planta de marihuana para fumar con los pibes”.
También vivía en la casa el menor que supuestamente vendía para los hermanos, apodado Ñandú, de 15 años, a quien se le secuestraron tres envoltorios con 7,15 gramos de marihuana que tenía escondidos entre su pantalón y la ropa interior.
Además, en una precaria casilla de madera ubicada al fondo de la vivienda principal, donde vivía El Gordo Araujo, se encontraron más envoltorios, tijeras y elementos de corte.
Pero el hallazgo más importante se produjo en un predio lindero a la casa, perteneciente a la empresa Gas Nea, y que, de acuerdo a las tareas previas, los hermanos utilizaban para almacenar la droga. En el techo una casilla de gas había dos botas de goma. Una de ellas contenía en su interior un ladrillo de marihuana cuyo peso era de 588 gramos. La bota estaba doblada y encintada de forma de protegerla de las inclemencias climáticas.
La defensora oficial advirtió que el relato de los hechos difiere entre la indagatoria, el auto de procesamiento y el requerimiento de elevación a juicio, puesto que en la última pieza se incorporan los hallazgos realizados en la casilla, la planta de marihuana y el cigarrillo que los policías atribuyen a El Gordo Araujo. “Esto genera un grave perjuicio al derecho de defensa porque cambia la base fáctica de los hechos sobre los cuales debe defenderse un imputado”, dijo al solicitar la nulidad del requerimiento de elevación a juicio.

Escuchas
Otro punto que generó discusiones entre las partes fueron las escuchas telefónicas. El fiscal Candioti enumeró gran parte de las comunicaciones y mensajes interceptadas durante la investigación preliminar y afirmó que “no se puede cuestionar la corrección del proceder de la Policía” durante todo el transcurso de la pesquisa.
–Che Gordo, P… habla, ahí va a ir uno. ¿No tenés un pedazo de 50? Ahí va a ir un muchacho. Si querés lo mando para allá, de faso.
–Bueno, ¿cuánto, 50? Decile que me diga que viene de tu parte.
El diálogo aparece en el expediente y se atribuye a Aníbal José Araujo.
–Hola José. ¿Será que me prestas un kilo de verde hasta el lunes? Te lo devuelvo más lo otro que quedó –le dice otra persona.
Otra conversación da cuenta de que los hermanos Araujo, en este caso Aníbal, cuyo teléfono fue intervenido, también vendían cocaína:
–Che, vieja, vos no tenés algo bueno para el boga. Algún toque nomás, una bolsa copada.
Y luego explicita:
–Yo te pedí 50 pero de falopa para mi abogado.
Una semana antes del allanamiento, el 7 de diciembre, en una comunicación con otra persona, Araujo deja saber el temor a que su domicilio sea allanado en el marco de una investigación por un homicidio ocurrido días antes en la ciudad:
–No, no. No tengo nada, ni faso ni merca. Estoy pelado. Estoy nada, nada. Si acobaché todo, boludo, por los gorras. Yo le hice esconder todo a los gurises por el allanamiento.
Y después agrega, sobre el temor a un inminente allanamiento:
–No vieja, si está para pintar el allanamiento, si Coqui le encajó un tiro en el pecho al hijo del Pato Negro, boludo.
Sin embargo, las escuchas también fueron cuestionadas por la defensa. Quiroga afirmó que “se han extralimitado en el tiempo concedido por el juez”. Según dijo, las intervenciones telefónicas se autorizaron por 30 días en un período que ubicó a partir del 2 de octubre, pero aseguró que “no surge en el expediente cuando comenzó la intervención”. El fiscal replicó que las escuchas se realizaron entre el 8 de noviembre y el 7 de diciembre. Pero la defensora señaló que para realizar escuchas fuera del tiempo otorgado por el juez “debió pedirse una nueva orden que legitime la invasión a la privacidad”.
Por lo demás, la defensa también pidió la absolución de los hermanos por el beneficio de la duda puesto que la droga que se encontró no estaba dentro de su domicilio y que podría haber sido dejada sobre la casilla de gas lindera por cualquier vecino; y reclamó que no se penalice a los Araujo por tener un cigarrillo y una planta de marihuana en su casa.
Los jueces Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros darán a conocer hoy su veredicto.

Un menor desprotegido
En la jornada de ayer declaró ante el tribunal el menor que supuestamente vendía drogas para los hermanos Araujo. Se trata de un adolescente que hoy tiene 17 años, quien contó que llegó a la casa de calle Pedro Páez tras un incidente que tuvo en la Vieja Federación.
“Consumíamos, yo consumo marihuana desde los 11 años”, dijo el joven. Si bien admitió que fumaba marihuana con los hermanos Araujo, negó que trabajara para ellos y, más aun, aseguró que nunca los vio vender drogas. “Yo entraba, salía, le hacía mandados a la madre, cualquier cosa hacía, cortaba el pasto, lo que sea”, narró el adolescente.
Sin embargo, evadió la respuesta a una pregunta que le hizo la jueza Noemí Berros para que explique por qué las filmaciones lo muestran ingresando por debajo de un alambrado al predio de Gas Nea, subiendo al techo de la casilla de gas, extrayendo algo que se presume sería la marihuana y lanzándola desde allí a los Araujo que lo esperaban detrás del alambre. “No vi la filmación, no me acuerdo”, dijo.
El joven, que hoy tiene 17 años, afirmó que vive en Curuzú Cuatiá y que dejó de consumir “hace tres o cuatro meses”. Sin embargo, el juez Roberto López Arango advirtió que el joven llegó a declarar “en condiciones bastante precarias” y que a raíz de esta causa “se dio intervención al Copnaf (Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia), pero eso no se cumplió”, aseveró el magistrado, instando a las partes a intervenir. (El Diario)
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