Policiales Militantes recordaron a Zalasar y Solaga en la puerta del Tribunal Federal

Causa Harguindeguy: desgarradores testimonios de familiares de desaparecidos de Concordia

Hoy atestiguaron los familiares de los desaparecidos Julio Solaga y Sixto Coco Zalasar, y complicaron a Dasso, que se desempeñaba como jefe de Área del Ejército. Más 100 personas llegaron desde Concordia, supo Elonce TV.
La primera testigo de la jornada fue María Estela Solaga, hermana del desaparecido Julio Solaga. Luego declararon Elba Irene Consol, Graciela Zalasar y Sandra Zalazar, esposa, hermana e hija de Sixto Zalasar, desaparecido en 1976.

Solaga relató las circunstancias en que fue detenido su hermano menor, la noche del 22 de noviembre de 1976, mientras conversaba con un vecino, frente a la casa de su madre, ubicada en calle Damián P. Garat, de la capital del citrus.

“Ese vecino era George Wilson. Él primero corrió hasta lo de unos vecinos y les contó lo que había pasado, pero no le creyeron. En casa de mi madre no había nadie, así que llamó a la policía, pero le daban vueltas para tomarle la denuncia. Así corrió hasta mi casa -yo ya estaba casada- y me dijo que lo habían detenido a Julito”, dijo.

La mujer precisó que, de acuerdo a lo relatado por Wilson -ya fallecido-, tres hombres de entre 40 y 50 años, vestidos de civil, fueron los que detuvieron a su hermano. “Se identificaron como agentes de la Policía Federal. Le pidieron que se identifique, cuando mi hermano dijo su nombre, dos de ellos se le pusieron a cada lado y lo agarraron de los brazos, el tercero lo agarró de atrás. Lo hicieron caminar hasta la esquina y lo subieron a un Renault 12 blanco sin patente”.

La testigo explicó que al día siguiente, por recomendación de alguien a quien no recuerda, ella y su madre fueron a radicar la denuncia en la Gendarmería: “Esa misma noche, un cliente de mi esposo fue hasta nuestro negocio, y nos dijo que nos quedemos tranquilos, que tenían a mi hermano en el Regimiento de Caballería. Por eso, al otro día fuimos hasta allí y pedimos una audiencia, que nos fue concedida para el día siguiente. Mientras tanto, la Gendarmería fue hasta la casa de mi madre, a decir que todavía no tenían noticias de mi hermano, pero aprovecharon para hacer un allanamiento encubierto. Revisaron la casa y se llevaron una cajita de fósforos en la que él había anotado un número de teléfono, un cassette de música y unos papeles que estaban sobre la mesa. A cargo de todo eso estaba el comandante Suárez. Después nos enteramos que nos estaban investigando a nosotros, preguntándoles a los vecinos sobre qué clase de familia éramos, cuáles eran nuestras ideas”.

María Estela señaló que su hermano estudiaba Bioquímica en la ciudad de Santa Fe, pero que por problemas económicos tuvo que regresar a Concordia cinco años después, a comienzos de 1976. “Buscaba un trabajo, y mi cuñado, que trabajaba en una aseguradora, consiguió que lo tomaran como empleado. Tuvo una entrevista y después lo mandaron a hacerse unos estudios, eso fue los primeros días de noviembre del 76. Yo pensaba que había viajado a Paraná, pero hace poco, revisando papeles en casa de mi madre, encontré los análisis y se había hecho en Rosario. Y empecé a sospechar que fue ahí que lo marcaron para detenerlo”.

Por otra parte, la testigo dijo que mientras su hermano vivió en Santa Fe, tuvo una intensa actividad en el Centro de Estudiantes de la Facultad y que militaba en la Juventud Peronista.

Volviendo a los acontecimientos de noviembre del 76', Solaga dijo que el día 24 fueron recibidos por el Teniente Coronel Naldo Miguel Dasso, jefe del Regimiento de Concordia. “Nos recibió muy molesto, porque hicimos la denuncia ante la Gendarmería. Nos dijo que él era jefe del Área, y que cualquier detención se producía bajo sus órdenes y su conocimiento. Que él se enteró por los diarios de que buscábamos a mi hermano, y que mi madre mentía al decir que se lo llevó gente de la Policía Federal. También dijo que era seguro que mi hermano estaba en alguna agrupación y que seguramente fueron sus propios compañeros lo que lo secuestraron. Mi mamá le creyó, pero yo sospechaba que no podía ser verdad”.

Al día siguiente llamaron nuevamente al Regimiento, porque querían una nueva audiencia. Les hicieron llenar una solicitud y las recibieron un día después. “En la segunda audiencia, Dasso le dijo a mi mamá que 'acá todas las madres nos vienen a decir que sus chicos son buenos, pero no saben lo que hacen sus hijos'. Ante esta expresión, mi madre habrá puesto una cara de sorpresa, por lo que él le dijo 'bueno, cuando sepamos lo que dicen en Santa Fe, vamos a ver qué pasa'. Eso me dio la pauta de que algo sabía, que sabía que mi hermano estaba detenido”.

Según los datos aportados por la mujer, Solaga habría estado detenido primero en el Regimiento de Concordia, luego fue trasladado a Paraná, a Santa Fe, a Rosario y, finalmente, a La Plata, donde se perdió todo registro de él. De este último destino, María Estela tuvo conocimiento a través de un ingeniero naval retirado, de apellido Maqueira, quien se desempeñaba como docente en la ENET Nº1 de Concordia, donde ella también trabajaba. “Pero no se cómo lo supo él”.

Su madre y ella nunca dejaron de buscarlo. Escribieron cartas a Jorge Rafael Videla, al ministro del Interior, Albano Harguindeguy; a organismos internacionales de Derechos Humanos, a la OEA, a la Iglesia, entre otros. Pero obtuvieron muy pocas respuestas, publica Uno. “En una oportunidad nos recibió monseñor Zabala, obispo de Concordia, y le dijo a mi madre que mi hermano era zurdo, que eso fue confirmado por la cajita de fósforos en la que estaba anotado el número de teléfono”.

En 1979, la mujer presentó un pedido de hábeas corpus ante un juzgado de Concordia, pero el juez lo rechazó y le hizo pagar las costas.

Asimismo, intentaron de dar con su hermano por otros medios. “Mi madre era muy católica, tenía una hermana monja que estaba en Chajarí y que era amiga de un cura salesiano que estaba en Córdoba. Este cura conocía a un vidente, y aseguraba que la videncia de este hombre era real. Fue así que nos contactamos con él”.

Pasaban los días, y la familia de Solaga no tenía noticias, así que María Estela le escribió una desesperada carta al sacerdote, la cual fue leída ante el Tribunal. El religioso le respondió que “no había contacto, lo cual indicaba que no había indicios de vida de Julio. Nos dijo que recemos por su alma”.

Por otra parte, la testigo dijo que recibió amenazas, ya en tiempos de democracia, hace cinco años. Las intimidaciones le llegaron por medio de la familiar de una víctima de la dictadura. “Nos habíamos hecho extracciones de sangre para el registro de los antropólogos forenses, ya que yo era la última familiar directa de Julio. No se cómo se enteraron, de eso, pero la llamaron a la señora Papetti (madre del conscripto Jorge Papetti, desaparecido), y a la hermana de Sixto Zalasar. A esta otra chica, de apellido Quinteros, la llamaron por teléfono y le dijeron que se 'deje de embromar, puta de mierda. Que la iban a hacer boleta, y a mi familia también'”. Solaga dijo que nunca supo quién fue el autor de las amenazas, pero que en todas las ocasiones fueron realizadas por una voz masculina.

Apoyo de Concordia

Más de 100 personas de Concordia arribaron hoy a la capital provincial, y con pancartas y banderas recordaron a Sixto Zalasar y a Solaga en la puerta del Tribunal Federal.

“Vinimos desde Concordia a acompañar a los testigos”, manifestó Carlos González, quien destacó ante Elonce TV: “Le hemos puesto voluntad a esto, y después de 36 años lo menos que podemos hacer es estar acá alentando a los testigos que van a dar su testimonio”.

“Para nosotros es un día histórico, porque muchos exmilitantes no creían que iba a llegar. Aunque internamente aguardaran alguna esperanza, la realidad hacía que en la década del ’90 era difícil pensar esto”, afirmó además.

Por último Diego Labeque Drewanz de la agrupación La Gloriosa destacó que los relatos de hoy “son testimonios muy crudos, los relatos tienen una trama muy sensible, los testigos tienen muy latentes los momentos en que eran secuestrados sus familiares y las torturas que han vivido”. A la vez que destacó: “Nosotros somos simples militantes que acompañamos a la causa y aprendemos de este momento histórico, porque esto va a ser un ejemplo para las generaciones venideras”. Elonce.com
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